Laura Borràs y Jordi Turull, presidenta y secretario general de Junts per Catalunya (JxCat)

Laura Borràs y Jordi Turull, presidenta y secretario general de Junts per Catalunya (JxCat)

Política

Borràs torpedea la precampaña electoral de JxCat

Pendiente del calendario judicial, el partido debe decidir qué papel jugará su todavía presidenta ante unas municipales en las que los neoconvergentes necesitan dejar atrás su etapa de confrontación

20 agosto, 2022 00:00

Apenas dos meses ha durado la tregua que se dieron los sectores liderados por Laura Borràs y Jordi Turull en el congreso que Junts per Catalunya (JxCat) celebró el pasado junio. Un congreso que buscaba la unidad de cara a las elecciones municipales. Sin embargo, el grave error cometido por la expresidenta del Parlament el pasado miércoles ha roto los equilibrios entre un sector radical, que reivindica las esencias del referéndum del 1 de octubre, y otro más pragmático que, sin renunciar a la independencia, entiende que hay que superar la apuesta por la confrontación, poner fin a los cordones sanitarios y tender puentes a otras formaciones no secesionistas.

Bajo esta filosofía, Junts pretendía restituir puentes con PDECat, que gobierna 200 alcaldías, y abrir la puerta a pactos con PSC, en la línea de lo defendido por consejeros de la Generalitat como Jordi Puigneró o Lourdes Ciuró. Pero la radicalidad demostrada por Borràs en la conmemoración del quinto aniversario de los atentados del 17A, donde saludó y apoyó a un grupo de independentistas que había insultado a familiares de víctimas de la matanza, ha cruzado muchas líneas rojas. Tal como publicó Crónica Global, el sector mayoritario del partido, alineado con Turull ha dado instrucciones oficiosas de no apoyar mediáticamente las bravatas de la todavía presidenta del partido. Y mucho menos, a nivel orgánico.

Laura Borràs, expresidenta del Parlament, saludando a los proconspiración en Las Ramblas ayer / EP

Laura Borràs, expresidenta del Parlament, saludando a los proconspiración en Las Ramblas ayer / EP

Si algo puede provocar la crisis final entre los socios de gobierno, ERC y Junts, no es el juicio de Borràs juicio por presunta corrupción, que la ha apeado del segundo cargo institucional más importante de Cataluña, sino los resultados de los comicios locales que se celebrarán en mayo de 2023. Será en esa cita electoral donde ambos partidos independentistas medirán sus fuerzas. Esquerra parte con ventaja, pues desde que preside la Generalitat controla consejerías y delegaciones que le han permitido ampliar su red territorial. Asimismo, su giro pragmático ha comenzado a dar sus frutos en las encuestas de intención de voto. Esquerra apuesta desde hace tiempo por una estrategia consistente en ensanchar su base electoral y hacerse con los votos de un espectro catalanista cada vez más descompuesto, mientras PSC consolida y amplía sus posiciones, sobre todo en el área metropolitana y la CUP aglutina el voto de quienes prefieren el original, y no la copia que en su momento fue JxCat.

La crisis en Centrem, cuya secretaria general, Àngels Chacón, ha abandonado la política, añade incertidumbre a las intenciones de voto de un electorado cansado de las estridencias procesistas. “Todo dependerá del calendario judicial, pero JxCat deberá decidir qué papel jugará su presidenta en la campaña de las municipales y si su discurso contradice los intereses electorales”, explican a Crónica Global fuentes soberanistas.

ERC y JxCat miden su músculo electoral

De hecho, cargos locales habían planteado la posibilidad de aplazar el congreso de JxCat hasta después de las elecciones municipales de 2023 debido a los enfrentamientos internos que se saldaron con la renuncia de Jordi Sànchez a la secretaria general. 

Pero los estatutos de Junts establecen un período de dos años entre congresos. El tiempo ha dado la razón a quienes preferían esperar, ya que, actualmente, la presidencia de Borràs y las repetidas vueltas de tuerca que está dando a su discurso se ha convertido en un grave problema para los neoconvergentes, no así para ERC, que se frota las manos con sus crisis internas. Las deslealtades de JxCat hacia el presidente Pere Aragonès, especialmente procedentes del núcleo duro de Carles Puigdemont, dieron paso, tras la renuncia de éste a tener cargos orgánicos en el partido, a una nueva etapa donde los turullistas han ganado posiciones y están bien representados en las consejerías del Govern. La diferencia de voto entre Esquerra y JxCat en las elecciones autonómicas de 2021 está detrás, según admiten los propios republicanos, de la resistencia de Aragonès a soltar lastre de sus socios.

Pero si ERC se distancia de JxCat en las municipales, las cosas podrían cambiar. El temor a un acuerdo de ERC y comunes –que ya se da por hecho en el Ayuntamiento de Barcelona—con apoyo externo del PSC es otro de los motivos que ha llevado a Junts a replantearse su enrocamiento en posiciones maximalistas, sobre todo ante las perspectivas de una nueva crisis económica derivada de la escasez energética que, tal como ocurrió con la pandemia, condenará el discurso procesista a la irrelevancia.

Borràs, en ese sentido, no es una buena tarjeta de presentación para la nueva etapa de JxCat.