'Lo que me gusta de Marta Vilalta', por Andrea Rodés
Me gusta que sea periodista y le guste escribir. En octubre de 2006, creó un blog en catalán titulado El mundo de Marta. Mi visión de la vida, donde solía colgar sus reflexiones personales sobre política e identidad catalana, además de algunas anécdotas personales.
Lleva años sin publicar nada, pero me he entretenido leyendo entradas antiguas y me han gustado dos en especial. La primera está dedicada a su pueblo, Torregrossa, en el Pla d’Urgell. “Soy de Torregrossa y estoy orgullosa de ello”, escribe. “Cuando me muevo por ahí (y me muevo mucho), y me preguntan de dónde soy, con ese acento tan leridano que tengo, la respuesta siempre es clara: ¡de Torregrossa!”. Su reflexión, mezclada más adelante con tintes políticos, termina citando un bonito poema de Miquel Martí i Pol, El Poble (“El poble és tothom, el poble és ningú...”). La otra entrada que me ha gustado habla de su familia, y del valor de tener estudios (ella estudió Periodismo en la UAB con una beca):
“En mi casa, payeses de toda la vida, siempre me repitieron una idea: que mi herencia serían los estudios que me daban, que el legado más grande que me dejaban y que podrían dejarme era mi formación. Que yo, la hija mayor de una familia humilde de un pueblo del interior pudiera hacer una carrera y conseguir ganarme un futuro mejor”. Aunque en su momento le costó valorar lo que le decían sus padres, ahora está convencida de que tenían razón.
Me gusta que en un vídeo promocional reciente para las redes sociales recomiende la película El maestro que prometió el mar (2023), que precisamente vi hace poco y me hizo llorar como una magdalena. “Una delicia de memoria histórica, de reivindicación de los valores republicanos”, asegura Marta.
El filme narra la historia de Antoni Benaiges (Enric Auquer, que para mí es como el Adrien Brody catalán), un joven maestro de Tarragona que poco antes de la Guerra Civil es destinado a la escuela pública de un pequeño pueblo de Burgos. Mediante un innovador método pedagógico, Antoni empezó a transformar la vida de sus alumnos, pero también la del lugar, lo que no fue del agrado de todos. Benaiges fue detenido, torturado y asesinado por las tropas falangistas poco después del levantamiento, igual que muchos otros maestros de la zona que abrazaron los principios republicanos. Su cuerpo no ha sido todavía identificado en ninguna de las dos fosas exhumadas hasta ahora en La Pedraja, donde supuestamente se encuentra.
Me gusta su media melena, de corte recto, con raya al lado y alisado perfecto, y su forma de vestir. ¡Tiene chaquetas de todos los colores!
Me gusta que sea aficionada al patinaje, deporte que practica desde que tenía 5 años en su Torregrossa natal, y que le ha servido para sobrevivir como política. “Una de las lecciones que aprendes compitiendo --explicó a La Vanguardia en 2018-- es que cuando te caes, y te aseguro que caes muchas veces, tienes que levantarte inmediatamente, no importa que te hayas hecho daño o que te sientas fatal. Te levantas, sigues y ya harás luego análisis de daños”.
'Lo que no me gusta de Marta Vilalta', por Joaquín Romero
La secretaria general adjunta y portavoz de ERC es una mujer que transmite buen rollo; incluso si habla en términos duros no suele alimentar la crispación ni el enfrentamiento, como cuando recrimina a JxCat el abandono del Govern dejando solos a los republicanos con 33 diputados. Tiene una sonrisa poderosa y sincera.
Marta Vilalta, periodista como Jéssica Albiach y Carles Puigdemont, fue buena estudiante, una joven aplicada que llegó a ser campeona de ajedrez de la provincia de Lleida. También fue patinadora artística durante la infancia y la juventud.
Milita en ERC desde los 19 años, ha desarrollado su vida profesional trabajando para el partido y de su mano llegó a la Administración como directora general hace ocho años.
Las repercusiones del referéndum del 1-O en forma de fugas y encarcelamientos provocaron el ascenso de una generación de políticos de ERC a primera línea. En su caso, le tocó asumir el papel que había quedado vacío tras la huida de Marta Rovira a Suiza.
La buena relación que estableció con Oriol Junqueras cuando este le dio clases de Historia de Cataluña en la Facultad de Ciencias de la Información pudo influir en ese ascenso. En aquel momento, el curso 2002-03, ninguno de los dos militaba en las filas republicanas; ella lo haría al año siguiente, mientras que el líder aún tardaría siete, apenas unos meses antes de ser elegido presidente de la formación.
Pese al buen papel que ha desarrollado como portavoz, a veces se deja llevar y le asoma un ramalazo, la vena etnicista. Como le ocurrió al subrayar la calidad política del pueblo catalán y se puso a presumir del verbo enraonar --dialogar, pactar, consensuar--, que en su opinión no tiene equivalente en castellano. Por algo será, dijo en aquella mala hora.