'Lo que me gusta de Pere Aragonès', por Andrea Rodés
Lo que más me gusta de Pere Aragonès es que me recuerda mucho a Jordi, el marido de una amiga mía, antes de cambiarse las gafas. Jordi es de La Jonquera, Pere es de Pineda de Mar, pero los dos tienen ese aire de bon jan, esos chicos de los que todo el pueblo se siente orgulloso porque han hecho carrera en Barcelona en lugar de quedarse con el negocio familiar o arruinarse la vida fumando petas.
Me gusta también que sea del Maresme, como yo. Los habitantes de esta comarca somos gente curtida: los retrasos de la Renfe, los atascos en la ronda para entrar en Barcelona, los chiringuitos con reguetón a toda castaña, los plásticos flotando en el mar... Nada puede sorprendernos.
Me gusta que, a principios de 2020, cuando aún no era presidente, me enviase una solicitud para ser amigos en Linkedin. Me hizo mucha ilusión pensar que yo podía resultar un contacto profesional interesante para un político de mi edad. Espero que no se le escapara la risa al ver un currículum tan desaprovechado como el mío.
Me gusta que Aragonès estudiara una temporada en la Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard, en EEUU. Ojalá en Cataluña haya más ayudas económicas para que los jóvenes estudien en el extranjero y se den cuenta de que las fronteras son un fastidio.
Por último, me gusta que en un vídeo promocional reciente, el president declare que su plato favorito son las croquetas. “Bien hechas, ¿eh? Y Si son artesanas, mejor”, dice. Si hubiese añadido “de jamón ibérico” me hubiera gustado aún más, pero supongo que las de rostit -como las que aparece cocinando con la ayuda de su hija Claudia en una publicación anterior- se ajustan más a la filosofía de su partido.
En el mismo vídeo promocional, también asegura que uno de los últimos libros que ha leído es Hotel Savoy, de Joseph Roth, un autor de origen judío que vivió el derrumbe del Imperio austrohúngaro y el auge del nazismo en su Galitzia natal, convirtiéndose en un cosmopolita sin patria. La historia de Hotel Savoy está ambientada en un hotel de Lodz, en la actual Polonia, donde solitarios veteranos de guerra, bailarinas de variedades y otros sueñan con lugares mejores. Buena elección, president.
'Lo que no me gusta de Pere Aragonès', por Joaquín Romero
Hay que admitirlo, hay que ser honesto con uno mismo: no todo el mundo sirve para todo. Y hay quien no está llamado para el mitin y el liderazgo, como le ocurre a Pere Aragonès, a quien los derroteros de la vida le han impuesto un protagonismo que probablemente él mismo rechazaba cuando era el segundo en la sombra de su jefe, un Oriol Junqueras bien dotado para el púlpito.
Pues, ahora, Aragonès le ha cogido el gusto al papel me dirán ustedes con toda la razón del mundo. El president en funciones no quiere apearse y en sus intentonas pone más de manifiesto si cabe que está mejor armado para otras tareas que para enardecer a las masas.
Estas líneas son una opinión de quien las firma, pero en realidad constituyen una descripción de los hechos: solo el 53% de los votantes de ERC preferirían un Govern de coalición liderado por los propios republicanos, o sea, por el presidente saliente. Un ejercicio de baja autoestima muy decepcionante -y revelador- si tenemos en cuenta que el 76% de los electores socialistas están por un Gobierno liderado por el PSC, y el 80% de los neoconvergentes por el equivalente encabezado por Carles Puigdemont.
Puede que todo ello tenga que ver no solo con la falta de liderazgo del actual presidente de la Generalitat, sino con la calidad de su gestión; o, como poco, de la visibilidad de esa gestión que parece muy escasa.