'Lo que me gusta de Lluís Mijoler', por Andrea Rodés
Para empezar, me gusta que Lluís Mijoler lleve el brazo izquierdo tatuado. No lo enseña siempre, ya que en las fotos suele ir vestido con americana, pero cuando de pronto asoma, como en la foto reciente de Manolo García, del Ara, le da un aire de publicista o creativo moderno. Las gafas de montura de pasta color negro y su querida bicicleta, con matrícula de El Prat de Llobregat, también colaboran.
Me gusta que defina El Prat, la ciudad donde nació, como "ese sitio común que compartimos gente con historias y orígenes muy diversos". Hijo de inmigrantes de clase trabajadora de Almería, Huesca y Guipúzcoa, Mijoler se siente un pratense más y le preocupa la justicia social.
Me gusta que sea abogado especializado en derechos humanos y que, gracias a su trabajo, que ha desarrollado principalmente en El Prat, haya tratado temas preocupantes como la violencia machista, "una lacra que hemos de combatir con todas las fuerzas y recursos", asegura en la web del ayuntamiento. El pasado 10 de abril, Mijoler decretó tres días de luto en el municipio tras el asesinato machista de una mujer y sus dos hijos a manos de su padre, que luego se suicidó. "El Prat será siempre una ciudad antimachista y seguiremos trabajando para que no se produzcan actos de este tipo".
Me gusta que, como alcalde de El Prat, haya propuesto el cambio de nombre de cuatro calles de su ciudad por su origen franquista. Se trata de las calles Rector Farrés i Poch, un cura del período; Josep Guilera y Molas, falangista; Víctor Casanovas, y Rector Martí i Piñol, ambos "mártires" y "caídos por Dios y por España", según los antiguos consistorios franquistas. La decisión final la tiene la Comisión de Nomenclátor.
Me gusta que Mijoler lamente que el actual Govern integrado por ERC haya comunicado su propuesta de ampliación del aeropuerto de El Prat justo antes de los comicios, sin dar tiempo a un debate de rigor. "No se trata de contraponer patos y vecinos. [El debate] va de qué modelo de futuro queremos para el aeropuerto, pero sobre todo para el país". Mijoler defiende un modelo sostenible para Cataluña, "emancipado de la especulación, el ladrillo y la congestión turística". Espero que lo diga de verdad.
'Lo que no me gusta de Lluís Mijoler', por Joaquín Romero
Recogió el testigo de otro militante de la izquierda del PSC, Lluís Tejedor; en 2019 llegó a la alcaldía de El Prat de Llobregat y cuatro años después revalidó en las urnas. Sostiene que el espacio político en el que se ubica -del PSUC a los comunes, pasando por ICV- gobierna la ciudad desde 1982 porque "El Prat es de izquierdas", una afirmación discutible. Tanto la gestión de Tejedor como la suya pueden considerarse más sensatas que rojas, más eficaces que militantes.
En el caso de Mijoler, su conocimiento del mundo de la empresa como abogado antes de incorporarse a la política -en 2015 empezó como concejal sin retribución- se transparenta en su actuación como alcalde.
No me gusta que traslade iniciativas que pueden tener posibilidades en el mundo local a otros ámbitos, donde el fracaso es más que un riesgo. Me refiero a su apoyo a L'Energètica, la empresa pública que ERC se comprometió a crear en la investidura de Pere Aragonès tras la salida de JxCat del Govern a propuesta de la CUP.
Si la Generalitat es la Administración autonómica más ineficaz en materia de energías renovables, si mantiene un cuello de botella en la puesta en marcha de todo tipo de proyectos, qué sentido tiene obligarle a destinar millones y millones del presupuesto a crear una empresa que haga la competencia a las compañías del sector.
La idea nació en momentos de encarecimiento de la energía tras la invasión de Ucrania, pero el descenso de la demanda y el incremento de la aportación de las renovables han bajado las tarifas a cotas de récord.
Esas iniciativas se han quedado sin margen para competir con las ofertas ya existentes en el mercado. Es un buen momento para preguntarse qué ha sido de la energética pública -comercializadora- que crearon los comunes a cargo del Ayuntamiento de Barcelona.