Cataluña celebra el 12 de mayo unas elecciones que pueden suponer un antes y un después en su historia reciente. El resultado de las urnas no sólo implicará un posible cambio en el gobierno de la Generalitat, sino también un cambio de políticas para hacer frente a los principales desafíos que tiene el territorio. Los más urgentes y que han copado la agenda parlamentaria durante los últimos meses son la sequía, los malos resultados en educación y los déficits del sistema sanitario.
Hasta ahora, el president Pere Aragonès ha tratado de ahuyentar el fantasma del adelanto electoral, pero el fracaso para obtener los 68 votos necesarios para sacar adelante sus presupuestos ha precipitado ese escenario. Un escenario poco favorable para los republicanos, pero menos aún para el resto de formaciones, a las que la convocatoria les ha sorprendido con la maquinaria electoral a medio gas.
Especialmente a su principal rival, Junts, partido inmerso en una batalla interna por el poder entre los partidarios del secretario general Jordi Turull y el círculo cada vez más menguante de la presidenta del partido Laura Borràs. Además, está por ver si los plazos de la amnistía permiten que Carles Puigdemont sea el candidato o si deben apostar por otro nombre.
Sánchez depende de Illa
Por su parte, ERC mantiene una posición más o menos estable en las encuestas y, además, posee los resortes del Govern de la Generalitat: una maquinaria institucional que puede suplir las carencias del partido frente a otros adversarios potentes. En este sentido, la viceconsejería de Estrategia y Comunicación capitaneada por Sergi Sabrià, se convertirá a todas luces en el epicentro de la campaña electoral de Aragonès de manera más o menos disimulada.
El PSC vive un momento dulce en las encuestas, sin apearse de la primera posición y controlando la gran mayoría de ayuntamientos y diputaciones de Cataluña. Además, cuenta con el aliento del gobierno de Pedro Sánchez, que sabe lo mucho que se juega en estas elecciones y por seguro pondrá toda la carne en el asador para convertir a Salvador Illa en el próximo president de la Generalitat, intentando aumentar el margen sobre sus competidores y minimizar los daños provocados por el caso Koldo o la Ley de Amnistía que previsiblemente prosperará este jueves en el Congreso de los Diputados.
El futuro político del líder del PSOE depende en gran medida de lo que ocurra en Cataluña el próximo 12 de mayo. Además, su precario equilibrio en el hemiciclo catalán también está sujeto a lo que ocurra en abril en País Vasco.
El problema es que esta batalla electoral, que lleva gestándose con intensidad desde las municipales y generales del año pasado, se ha convertido en un obstáculo para hacer frente a la gestión de los desafíos económicos y sociales pendientes. Y ello pese a que Aragonès ha protagonizado un mandato técnico y de menos carga independentista y simbólica que el expresidente Quim Torra.
Cataluña no tiene agua
El primero de estos retos será la sequía, que no podrá contar con los recursos previstos en los presupuestos pactados por Aragonès y el PSC en las últimas semanas. De hecho, el escenario aún más adverso por la falta de lluvias encontrará a las instituciones catalanas en situación de interinidad, ya que los partidos políticos estarán en plena negociación para conformar un nuevo gobierno de la Generalitat.
Será ese gobierno el que tenga que afrontar soluciones como un posible trasvase del Ebro, descartado hasta ahora por Aragonès por cuestiones partidistas.
Recortes en Educación
De igual forma, el acuerdo alcanzado entre sindicatos educativos y Govern para revertir los recortes queda en papel mojado. Y los problemas en educación estarán esperando en septiembre con la vuelta al cole, que coincidirá con las primeras semanas de andadura del nuevo gobierno o, incluso, con las últimas negociaciones de los partidos en el caso de que no se hayan cerrado antes del mes de agosto.
Cabe recordar que el pacto, alcanzado el pasado 25 de enero, reconocía el complemento salarial de antigüedad a los seis años sin que sea necesario el complemento de formación para cobrarlo y la reducción de dos horas lectivas a los docentes mayores de 55 años. También la equiparación salarial para todo el personal docente de Formación Profesional. Todas estas mejoras dependían de los presupuestos.
Los problemas de la sanidad
En materia de sanidad, las elecciones anticipadas caen como un jarro de agua fría. No en vano, la conselleria de Salud estaba preparada para comenzar a pagar las mejoras de los convenios del Instituto Catalán de Salud (ICS) -la mayor empresa pública de la región, con 55.000 trabajadores- y el del Siscat, la red concertada, con otros 50.000 empleados. No será posible. El no de los comunes impedirá desplegar esos incrementos retributivos. Además, arroja a los proveedores sanitarios, a casi todos, a ajustar presupuesto, como explicó este medio.
También quedan en el cajón proyectos de gran envergadura que se estaban trabajando. La cita electoral exprés irrumpe en la redacción del Plan Nacional de Sanidad, cuyos trabajos pilota Yolanda Lejardi, exgerente del ICS; la redacción del mapa sanitario de Cataluña; la mesa de armonización entre Siscat e ICS; la mesa de enfermería; la mesa de médicos o la mesa bilateral de Enfermeras de Catalunya.
En el mismo sentido, el mazazo en las cuentas y la posterior convocatoria electoral dejan en el aire una cadena de aportaciones extrapresupuestarias. La más preocupante de todas es la que atañe al apoyo financiero a la reducción de las listas de espera. Pero también hay otras relevantes, como la financiación adicional para la atención primaria, o los dispositivos situados en la llamada Cataluña vaciada.
En materia organizativa, el CatSalut tenía pendiente sustituir a algunos gerentes y altos cargos más, tal y como ha venido haciendo ERC desde hace meses. La nueva coyuntura lo impide, y deja el sistema asistencial sin capacidad de planificación y crecimiento y de directivos comprometidos que lo piloten y bajen los cambios a pie de gerencia territorial.
La mayoría secesionista, en juego
Con todo, y pese al declive del procés, Cataluña no termina de librarse de sus secuelas, y la competición encarnizada entre dirigentes políticos sigue siendo una losa a la hora de resolver los problemas de los catalanes.
Habrá que ver si esto cambia tras las elecciones de mayo, donde los catalanes también se juegan tener un gobierno en el que no haya una mayoría independentista. Si se llega a este escenario, sería el primer Ejecutivo en el Palau de la Generalitat sin nacionalistas desde el inicio de la democracia.
Todas las opciones están abiertas y así lo indican las encuestas y proyecciones electorales que se han publicado en las últimas semanas. Los resultados de mayo serán claves para toda España pero, por ahora, las formaciones catalanas se muestran prudentes. "Vamos a ir partido a partido", han repetido este miércoles.