El objetivo de Puigdemont en su gobierno paralelo: desactivar a la ANC y a los afines a su lista cívica
- Lo que empezó siendo un escaparate para sus tesis rupturistas en tiempos de sequía mediática y política se le ha acabado volviendo en contra, tras abrirse a negociar la investidura de Pedro Sánchez
- Desde entonces, las propias bases del 'chiringuito' se rebelaron contra una estrategia que consideraban “un acto de botiflerismo” y “una traición”
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El Consell de la República fue una de las primeras iniciativas que el expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, emprendió tras fugarse a Bruselas por la organización del referéndum ilegal. Prófugo de la justicia y desamparado a nivel político tras no ser investido telemáticamente por la mayoría independentista del Parlament, deseaba que este organismo le permitiera influir y condicionar en la política catalana. Nada más lejos de la realidad, pues a efectos prácticos el expresidente ha permanecido en un rincón renunciando a toda estrategia posibilista, siendo insignificante hasta que los siete diputados de Junts fueron necesarios para la investidura del socialista Pedro Sánchez.
En su travesía del desierto, Puigdemont no ha parado de reivindicar el Consell de la República, una suerte de seudoparlamento paralelo fundado por él mismo y otros dirigentes de Junts que, si bien no tiene ningún tipo de representatividad ni legitimidad democrática, sí que podía funcionar como lobi dentro del espacio independentista. Algo que ha hecho atribuyéndose un rol de guardián de las esencias nacionalistas, de manera muy similar a organizaciones como Òmnium o la Assemblea Nacional Catalana (ANC).
Un punto de inflexión
Pero lo que empezó siendo un escaparate para las tesis rupturistas de Puigdemont en tiempos de sequía mediática y política se le acabó volviendo en contra al abrirse a negociar la investidura de Pedro Sánchez para obtener su ansiada amnistía. A partir de entonces, las propias bases del Consell de la República se rebelaron contra una estrategia que consideraban “un acto de botiflerismo” y “una traición” en detrimento de “internacionalizar” el procés.
Así, el invento de Puigdemont dejó de ser monolítico y crecieron los afines a la ANC. Según explican fuentes cercanas a Crónica Global, gran parte de sus miembros ya compra la lista cívica que la entidad presidida por Dolors Feliu pretende impulsar para las próximas elecciones autonómicas. Una candidatura que podría hacer mucho daño a los partidos independentistas que ya cuentan con representación en el Parlament.
Puigdemont, "impredecible"
Las mismas voces ponen la mano en el fuego al asegurar que la intención de Puigdemont era “dejar morir un juguete que él mismo creó cuando estaba en Bruselas” y que, hoy por hoy, no le aporta “nada” teniendo en cuenta su intención de volver a presentarse como candidato a las elecciones europeas, así como la consecución de la amnistía. Sin embargo, ha vuelto a demostrar que “es impredecible” al presentarse de nuevo como candidato. Esta vez, compitiendo con el abogado y concejal de Canet de Mar, Jordi Castellà, y el periodista de Palma Lluís Felipe Lorenzo.
Si bien existen “dos almas” dentro del Consell de la República -los acólitos de Puigdemont y los de la ANC-, pocos dudan de que una candidatura con el nombre del expresident encima de la mesa ganará. Y es que si algo ha conseguido el fugado es visualizarse como la cara más reconocida del independentismo. No obstante, ¿qué gana atornillándose al frente de una entidad que no tiene legitimidad y que poco tiene que reportarle si controla los resortes de su partido y negocia directamente con el Gobierno de Sánchez?
La lista cívica: los radicales y enfadados
Las fuentes que le conocen aseguran que se trata de una estrategia a medio plazo para frenar el afán de visibilidad a la ANC, que maniobra para arrebatarle su propio seudoparlamento y que, además, planea disputarle el voto a Junts con su lista cívica en las autonómicas. No tendrían dificultades para armar una candidatura, pues tirarían de aquellos independentistas más radicales y enfadados por el cambio de rumbo de los neoconvergentes hacia el diálogo con el Gobierno.
En cualquier caso, serán las bases las que decidan quién liderará el Consell de la República en las elecciones que se celebran del 5 al 14 de febrero. El nombre del ganador se sabrá el 24 de ese mes. Hasta entonces, veremos cómo Puigdemont sigue moviéndose entre bambalinas para asegurarse el poder dentro y fuera de Junts, sin dejar cabos sueltos. Y es que, de igual forma que boicotea un acuerdo de su partido con Jaume Collboni en Barcelona para no poner en riesgo su estrategia de apretar a Sánchez en el Congreso, hará lo imposible por doblarle el brazo a la ANC en un ente tan simbólico como el Consell de la República.
Siempre con la vista puesta en no ceder posiciones en el relato independentista y en la carrera hacia las elecciones autonómicas.