Los malos resultados de España en el informe educativo PISA de 2022, donde se evidencia con datos que los resultados de los alumnos del país se sitúan entre los peores de Europa, han encendido todas las alarmas. Las causas que se apuntan sobre este problema son diversas, y algunos docentes sospechan que entre ellas figura también el método de aprendizaje basado en proyectos (ABP). Un sistema que, en los últimos años, se ha ido implantando a gran escala y que consiste en sustituir el modelo tradicional, con el profesor en el centro impartiendo sus clases, por otro en el cual se da a los niños y jóvenes la autonomía para aprender las materias.
Entre quienes denuncian las carencias y deficiencias de dicho modelo tal y como se concibe en la actualidad se encuentran Olga García y Enrique Galindo, dos profesores de Filosofía de Secundaria en cuyo nuevo libro ‘Aprendizaje Basado en Proyectos. Un aprendizaje basura para el proletariado’ se ponen en cuestión los argumentos que hasta ahora se han esgrimido para justificar el ABP. Entre ellos, el de una supuesta democratización de las aulas en detrimento del “autoritarismo” del profesor, en aras de la felicidad y el bienestar de los niños.
Sin embargo, según denuncian ambos autores, no existen pruebas “suficientes, fehacientes ni definitivas ” de que los proyectos mejoren el aprendizaje. Y, en cambio, sí aprecian evidencias de que lo puede haber empeorado.
Más riesgo en edades tempranas
“Nosotros pensamos que detrás de esto hay un proyecto político y de ingeniería social, podríamos decir, y que los efectos que está teniendo es un rebaje brutal del aprendizaje de los alumnos en cuanto a su autonomía intelectual, su alfabetización y capacidad de pensar por sí mismos. Justo lo contrario de lo que se publicita”, denunciaba Galindo esta misma semana en un webinar organizado por Fundació Episteme, una entidad educativa de la cual forman parte el sindicato Professors de Secundària (ASPEPC-SPS) y la Associació de Catedràtics (ACESC-ANCABA).
Estos dos profesores alertan sobre los riesgos que supone la actual implantación de la metodología de proyectos, de forma muy especial para los niños, pues en España se aplica desde infantil y primaria, etapa en la cual los pequeños aún no tienen una formación previa o suficiente; un hecho que supone devaluar su aprendizaje inicial.
Y es que, en opinión de los autores del libro, “el único contexto donde podría tener algún sentido” el ABP es en la Educación Superior, cuando los alumnos son ya maduros y han adquirido antes “un conocimiento asentado y sólido de las materias y disciplinas” mediante otras formas de enseñanza más tradicionales, como la instrucción directa y más guiada por el profesor.
Peor para los más vulnerables
“Lo que está logrando esta implantación masiva es que los alumnos no estén preparados, no tengan un nivel básico y suficiente de conocimientos e incluso que tengan deficiencias severas”, destacaba Galindo en el webinar.
Ambos profesores se sorprenden, además, de que este estilo de enseñanza, tal como se concibe en la actualidad, haya tenido tanta aceptación y sido impulsado desde la izquierda parlamentaria y gubernamental, pues a su entender ésta “no ha investigado el origen del método de proyectos y simplemente se ha quedado con el lenguaje biensonante de que aquí de lo que se trata es de que los niños estén bien y sean felices”, según García. La profesora advierte de que este sistema puede acabar repercutiendo de forma negativa en su formación y acceso al conocimiento, de forma muy especial entre los que proceden de la clase trabajadora y las capas sociales más vulnerables.
Y es que, a su modo de ver, la efectividad del ABP también puede acabar dependiendo del contexto socioeconómico en el cual se desenvuelven los menores. Así lo señala Josep Otón, catedrático y secretario de la Fundació Episteme, según el cual el aprendizaje por proyectos ofrece peores resultados entre los alumnos más desprotegidos, en cuyos hogares no se pueden afrontar o cubrir las carencias del actual ABP, con el consiguiente freno al llamado “ascensor social”. De manera que “lo que parecía una solución acaba siendo un problema, porque al final no se adquieren los conocimientos ni las competencias”, resume.
Influencia del mercado
El libro, asimismo, denuncia que esta teórica “revolución educativa” es, en realidad, una forma de someter la enseñanza y al alumno a los fines del neoliberalismo económico, con un enfoque muy centrado en el emprendimiento y convirtiendo la escuela “en un mero mecanismo de inserción laboral donde el ‘saber’ como fin en sí mismo carece de sentido”. O, según se señala en su sinopsis, en una suerte de “fábrica de formación basura”.
Según Galindo, con el ABP “ha penetrado una ideología de origen empresarial” para que la escuela se convierta en un apéndice del sistema económico que aporta mano de obra. “Pero tarde o temprano verán que también es ineficaz para sus fines”, vaticina.
El peso de fundaciones privadas en la Generalitat
Preguntados por este medio sobre las causas de la pérdida de calidad educativa en el caso de Cataluña -una de las regiones con peores resultados según el informe PISA de 2022-, ambos profesores apuntan que, desde la distancia -viven en Madrid-, y por la información que les llega, intuyen que una de ellas ha sido la influencia en la administración educativa de entidades como la Fundació Bofill o Escola Nova 21, que según Galindo “son el estandarte del discurso que denunciamos”. Y también, como en el resto de España, los recortes de los últimos años en Educación.
Al mismo tiempo, Galindo apunta que en Cataluña ya se han dado casos de padres que se han movilizado para quejarse por el bajo nivel formativo de sus hijos, como ha ocurrido recientemente en una escuela de Sabadell, donde las protestas de familiares en contra de la dirección del colegio han conseguido que ésta haya sido intervenida por la Generalitat.
Leyes educativas como parte del problema
“Por ahora reina la confusión en los docentes y las familias”, lamenta Galindo. A su juicio, los padres “lo tienen más difícil, porque no tienen por qué saber investigación educativa” y el ABP “tiene una propaganda muy grande”.
“Las familias empiezan a darse cuenta de que las leyes educativas actuales limitan a los docentes, y eso es esencial. Y están viendo que se necesita luchar frente a eso”, añade García, quien denuncia además el “desmantelamiento” de las facultades de Magisterio y la degradación de la enseñanza universitaria. “No se puede culpabilizar sólo al profesorado”, señala, apuntando a la LOMLOE como una de las fuentes del problema.
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