Impasible. Así se ha mostrado Carles Puigdemont ante el cambio de postura de Vox que allana el camino a una hipotética investidura del candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo --en caso de que el Rey le designe como candidato a la presidencia-- al no exigir su entrada en el Gobierno a cambio del sí de su partido. Este enrocamiento por parte del fugado de la justicia ha hecho saltar todas las alarmas en el cuartel de los socialistas, teniendo en cuenta que se suma a su desdén hacia los cortejos de Yolanda Díaz --que propuso permitir el catalán en el Congreso de los Diputados-- y a una quita de la deuda catalana con el Estado por el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA).
Que el escenario político esté cambiando hasta el punto de que la extrema derecha esté dispuesta a dar sus votos gratis a Feijóo y que, sin embargo, Junts se mantenga en la misma posición, está haciendo crecer los malos augurios en el seno del PSOE, que teme que a Puigdemont no solo no le asusta ir a unos nuevos comicios, sino que puede interesarle en estos momentos en los que vuelve a ser un actor protagonista y ha recuperado parte de la influencia perdida en los últimos años.
Posible sorpaso en una repetición electoral
Hace un año y medio, cuando Pere Aragonès se hizo con la presidencia de la Generalitat y Junts estaba de capa caída, parecía imposible imaginar un sorpaso en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, en estas últimas elecciones generales, ERC se ha dejado seis diputados mientras que Junts, habiendo permanecido ajena a todo tipo de negociaciones con el Gobierno de Sánchez, solo ha perdido uno, sufriendo un desgaste mínimo respecto a sus exsocios de Govern, que sí pueden presumir de haber obtenido los indultos para los políticos del procés o la reforma de la sedición y la malversación.
El hecho de que los neoconvergentes mantengan los apoyos electorales en Madrid pese a haber sido insignificante en la última legislatura, invita a pensar que podrían dar el sorpaso en una repetición electoral.
El voto útil de los 'indepes'
Hoy por hoy, los de Puigdemont son decisivos. Sin embargo, no están aprovechando el foco mediático para influir en la gobernabilidad de España y obtener prebendas como había hecho ERC, sino para mostrarse como el auténtico voto útil entre el electorado independentista.
Mientras el fugado de la justicia y el alma más radical --formada también por Laura Borràs y Míriam Nogueras-- lo que quieren es aprovechar el protagonismo creciente que están teniendo para demostrarse como la formación que "no se deja engañar" por el Gobierno, tal y como reconocen fuentes cercanas, el alma pragmática --entre los que se encuentran Xavier Trias y Jaume Giró-- lo que quiere es aprovechar sus diputados para incidir en la gobernabilidad a cambio de algo.
Una estrategia similar a la que han tenido los republicanos, pero encareciendo el precio de sus apoyos.
ERC entra en pánico
Si bien de cara a la galería Puigdemont dice que las condiciones son la amnistía y el referéndum de autodeterminación, se empieza a sospechar que sabe que estas condiciones son muy difíciles. Y es que, a él, lo que le interesa es ir a una repetición electoral para consumar un sorpaso a ERC y estar en una mejor posición ante unas futuras elecciones autonómicas. Ello en un contexto en el que Aragonès se lo pone fácil al no estar capitalizando el gobierno en solitario.
Ante este panorama, ERC ha entrado en pánico en las últimas horas al ver que el cambio de posición de Vox y los cortejos que han realizado tanto socialistas como Yolanda Díaz no han surtido efecto en Junts. En caso de repetición electoral, los pronósticos vaticinan que los de Oriol Junqueras y Marta Rovira podrían seguir perdiendo apoyos, mientras que Junts volvería a ser hegemónico.
La Mesa del Congreso, primer termómetro
Este miedo de los republicanos lo explican las últimas declaraciones de la número dos al Congreso por Barcelona, Teresa Jordà, que ha dejado entreabierta la posibilidad de que una silla de la Mesa de la institución dependa del independentismo, como una forma de redoblar la presión sobre Junts en la que será la primera parada para la investidura. Y es que la constitución de la Mesa será un primer termómetro para medir los apoyos con los que cuenta Pedro Sánchez.
Sea como sea, Puigdemont será quien al final decante la balanza al valorar si enrocarse en esta postura puede tener premio en las urnas también en Cataluña, donde podría darse un cambio de ciclo.
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