Junts no tiene nada que perder. Por eso, no sorprenden las declaraciones de distintos dirigentes de la formación neoconvergente en las que ponen exigencias ciertamente inasumibles como la amnistía y el referéndum de autodeterminación. Unas declaraciones dictadas desde Waterloo por un expresident de la Generalitat fugado, Carles Puigdemont, que marca las líneas del discurso con un único objetivo: el de desgastar a Esquerra Republicana para llegar fuertes a unas próximas elecciones catalanas y pasarles por delante.
Por el momento, no cabe duda de que los neoconvergentes han logrado alejar del foco político y mediático a su rival republicano, que ya no tiene la llave de la gobernabilidad de España. Atrás quedan los tiempos en los que ERC condicionaba la agenda política y mediática con sus exigencias de los indultos o la reforma de la sedición.
Dos hitos indepes de la legislatura anterior que, ahora, vistos en perspectiva, parecen peccata minuta a ojos de la base independentista. Lo que en su momento fueron grandes concesiones por parte del Gobierno socialista, ahora son retratadas como migajas por quienes hoy tienen en su mano investir a Pedro Sánchez y dar un golpe de timón en la política catalana y española.
Volver a la polarización
Junts ha perdido influencia en la vida política al haber salido del Govern, dejado escapar el gobierno de la Diputación de Barcelona y haber sido apeada de la alcaldía de la capital catalana cuando tenía todo a su favor para conseguirla. Todo ello ha sido fruto de errores políticos y contradicciones propias, pero también de sus resultados electorales, que han dejado mucho que desear en los últimos años. De hecho, en las elecciones generales del pasado domingo se dejaron por el camino cerca de 200.000 votos y un diputado respecto a las de noviembre de 2019. Un batacazo que ha quedado disimulado por el desplome aún mayor que ha sufrido ERC, pero que les ha puesto frente al espejo teniendo en cuenta los pobres resultados que también obtuvieron en los comicios de mayo.
No obstante, ni siquiera esa pérdida de poder en organismos que mueven millones de euros ni la alarmante pérdida de votos han servido para que los principales dirigentes de la formación se planteen un cambio de estrategia que tapone la fuga de votos ante un electorado que, si bien quiere la independencia, a priori también querría que su voto sea útil y evite un gobierno condicionado por Vox. Esta preocupación que aqueja a los electores no parece quitarle el sueño a los líderes de Junts, que podrían obtener rédito si la sociedad catalana volviera a polarizarse como en los años del procés.
Puigdemont, único impedimento para Sánchez
Las mayoría de declaraciones públicas de los dirigentes de la formación evidencian que siguen enquistados en esa estrategia de la confrontación, a excepción de los políticos que defienden la vía pragmática. Esta facción la forman aquellos que, en su día, estaban en contra de abandonar el Govern, de mantener el gobierno de la diputación con el PSC o de no autoexcluirse de la negociación con Sánchez a cambio de prebendas.
Pero esa ala del partido, de la que forma parte Xavier Trias, no es todavía lo suficientemente fuerte como para contradecir al que, hoy por hoy, lleva la voz cantante. Ese sigue siendo el expresidente fugado Carles Puigdemont, a quien las fuentes consultadas por este medio consideran el único impedimento para que haya una opción real de investir a Pedro Sánchez presidente del Gobierno de España.
Y es que ni el líder del PSOE puede darle algo que le convenza, ni él está por la labor. La única intención de Junts en estos días es darse visibilidad y mostrarse como los únicos capaces de imponer un alto precio al Gobierno de España con la mirada puesta en unas futuras elecciones catalanas que, de momento, no tienen fecha. Hay muchas dudas en el aire: ¿se impondrán los pragmáticos o los radicales? ¿Es preferible repetir las elecciones o investir a Sánchez? Hasta que los dirigentes de Junts obtengan respuesta, solo hay una cosa clara: el objetivo antes, durante y después siempre será desgastar a Esquerra Republicana, antaño socios y ahora enemigos íntimos.