El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, desataba su optimismo ante los suyos en la ejecutiva socialista de este lunes. Se mostró seguro de seguir en la Moncloa y aseguró que la “democracia encontrará la fórmula”. Una euforia casi análoga a la que se vivió en la sede del PSC de la calle Pallars, en la reunión encabezada por un Salvador Illa al que las urnas han convertido en el principal barón socialista del país. Aun así, ese entusiasmo choca con la realidad de las necesidades propias del independentismo catalán. La agenda secesionista que acerca España a la repetición electoral.
Junts es el principal escollo para que el PSOE reedite el pacto de investidura, incluso si consigue atar el voto afirmativo de PNV y EH Bildu a poco más de un año de las autonómicas en el País Vasco.
Revolcón del independentismo en las urnas
Aunque Junts es el partido con el que el PSC ha cerrado más pactos locales -los de Puigdemont incluso los prefieren frente a una ERC con la que se han distanciado en el posprocés-, en esta ocasión no se trata de negociar el poder territorial, sino de decidir el futuro de la formación y de convencer a la cúpula.
Tras dejarse casi 138.000 votos y convertirse en la cuarta fuerza catalana, desde las filas de los neoconvergentes recuerdan que tienen la llave de la investidura “por un golpe de suerte”. Reconocen que las elecciones “han ido mal” y que les arrojan a un nuevo choque entre los más pragmáticos, los mismos que apostaban por no salir del Govern, y las voces más radicales.
De momento, hay calma: ni siquiera fue bronca la ejecutiva que Junts celebró el lunes por la tarde. Sí que hubo un intercambio de impresiones entre las dos almas de la formación, sin que la sangre llegase al río.
Puigdemont marca el camino
Waterloo tiene la carta del desempate y el mensaje que se ha mandado desde allí es claro: no hay margen para el pacto si éste no pasa por un referéndum acordado y la amnistía para todos los independentistas con causas abiertas. Cuestiones que ni Sánchez ni el PSOE ni el PSC están dispuestos a abordar.
Carles Puigdemont tiene su propia agenda personal y Sumar ha sido el primero en apelar a ella al designar a Jaume Asens como negociador con Junts, un paso que se ve como un error desde las filas socialistas de Cataluña, ya que consideran que la iniciativa la debe emprender la formación que va a ser investida.
El reto del exdiputado de los comunes es mayúsculo, y tiene a su favor su proximidad ya no sólo del nacionalismo catalán, sino con el círculo de Waterloo. No se debe olvidar que Asens fue el hombre que acompañó a Toni Comín a lo que el exconsejero considera el exilio, y que colaboró con el abogado de los independentistas huidos, Gonzalo Boye, para diseñar su estrategia en Bruselas.
El PSC, al margen de la negociación
Los socialistas, por el momento, no han iniciado negociaciones formales. No está previsto que se involucren de form directa en la negociación de la investidura y recuerdan la diferencia entre las confianzas que han alcanzado con dirigentes territoriales de Junts y la dirección del partido secesionista, más radicalizada.
Tanto los neoconvergentes como ERC son conscientes de que ni Sánchez ni el resto del PSOE están en condiciones de facilitar el referéndum de autodeterminación para Cataluña -menos con un apoyo al independentismo en descenso-, ni tampoco la amnistía. Este será el escenario de máximos con el que se iniciará la negociación y sólo ERC ha mostrado en este momento que está dispuesta a avanzar hacia opciones más pragmáticas.
Las condiciones de ERC
Ha sido la portavoz del partido, Marta Vilalta, la que ha hablado de un traspaso de Rodalies con presupuesto asociado, abordar el "déficit fiscal" y "seguir negociando la resolución del conflicto político catalán". Es decir, mantener la mesa de diálogo sin fijar grandes objetivos ni calendarios.
Desde las filas socialistas se señala que el pacto con los republicanos es el más factible. Han sido sus socios parlamentarios en la última legislatura y han acordado los gobiernos de las diputaciones de Lleida y Tarragona.
En Barcelona el resultado es diferente, y a Pedro Sánchez y Yolanda Díaz les pesará el pacto que cerraron con el PP para facilitar que Jaume Collboni se convirtiera en alcalde. Tanto como el acuerdo con los dos alcaldes del PDECat que, junto a la plataforma de Jordi Ballart en Terrassa (exsocialista), se trasladó en la conformación del gobierno de esta diputación provincial. Fue la propia candidata de Junts en las generales, Míriam Nogueras, la que habló de estos pactos la misma noche electoral.
El tiempo juega a favor de Sánchez
El único elemento que juega a favor del PSOE es el tiempo, y ver cómo los independentistas aguantan la presión de elegir entre el bloqueo de la investidura y una posible victoria de PP y Vox en una repetición electoral. Junts y ERC ya han intentado marcar distancias y reivindicar, con más o menos pasión, que las encrucijadas políticas de España no les atañen por su independentismo.
En Junts, la supervivencia como partido está vinculada a la estrategia de radicalismo político. Es donde se han sentido más cómodos y han conseguido perder menos apoyos en las urnas. En unas generales en las que la abstención ha hecho mella en las filas secesionistas, se han dejado casi 138.000 sufragios frente a los 412.000 de ERC, y evitan de nuevo la desaparición que hace tiempo las voces más críticas con la estrategia neoconvergente les augura.
Avance de las elecciones catalanas
El avance de las elecciones catalanas se considera probable. Illa aseguró ayer que el PSC no presentará una moción de censura, pero presionó al presidente catalán, Pere Aragonès, a reflexionar si a su gobierno de los 33 diputados le queda mucho oxígeno para proseguir. La prórroga presupuestaria le permitiría quedarse otro año en el Palau de la Generalitat, pero su supervivencia como partido también está unida a la capacidad real de gestión.
Por su parte, Clara Ponsatí intentó ayer añadir más presión a este escenario de aguas revueltas. Regresó a Barcelona y forzó su detención por parte de Mossos d’Esquadra, esta vez lejos de las cámaras. Su épica duró poco. El juzgado de guardia que asumió su caso le tomó declaración y la dejó en libertad.
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