Trapero vuelve al ojo del huracán: de desligarse de Puigdemont a figura clave del procés
Los nuevos testimonios de guardias civiles ante el Tribunal Supremo insisten en conceder al jefe de los Mossos d'Esquadra un papel fundamental en los hechos del 1-O
15 abril, 2019 20:32Hace prácticamente un mes el exresponsable de los Mossos Josep Lluís Trapero se desligaba del procés impulsado por Carles Puigdemont y hacía valer su predisposición al cumplimiento de la legalidad. Sin embargo, el major ha vuelto al ojo del huracán en el juicio del 1-O y nada menos que como “figura imprescindible en la estrategia independentista”, como le ha definido el comandante de la Guardia Civil encargado de los 31 atestados que elaboró el instituto armado en el marco de sus diligencias en torno a la celebración del referéndum de autodeterminación del 1 de octubre de 2017. La tesis de Trapero, cimentada en la desaprobación de la consulta, se tambalea nuevamente.
El rostro contrariado de los abogados de los 12 procesados en el Tribunal Supremo era revelador, máxime cuando el testigo ha elaborado un relato criminal en el que han salido nombres a diestro y siniestro y ha dibujado un esquema en el que los roles por parte de cada uno de los acusados estaban bien definidos. Entre ellos no se encuentra el exmando de la policía autonómica, quien será juzgado en los próximos meses en la Audiencia Nacional, lo que no es óbice para que su nombre salga a relucir cada cierto tiempo --pero con su imagen sempiterna siempre presente-- desde que arrancase la vista oral el pasado 12 de febrero.
Salir del letargo
El juicio, adormecido en las últimas semanas a tenor de la uniformidad de las declaraciones, prácticamente idénticas, vertidas por parte de decenas de agentes de la Policía Nacional que tuvieron que hacer frente a la supuesta hostilidad desplegada durante el 1-O, parecía este lunes reavivarse, dejando atrás el letargo en el que se hallaba sumido. En los recesos, los pasillos del Supremo recobran el barullo incesante y el intercambio de opiniones, sobre todo entre las defensas, esparcidas en varias camarillas cuya nota común son casi siempre las conversaciones en catalán.
En el interior de la sala donde se desarrolla el juicio las charlas cesan y los interrogatorios se reanudan. El comandante, que ha dado inicio a su comparecencia haciendo saber al tribunal que fue condenado en su día en primera instancia por un delito de torturas pero posteriormente absuelto por el Tribunal Supremo, otorga un cometido relacionado con el procés a la mayor parte de los inculpados que se sientan en el banquillo y va situando en escena a cada uno de ellos: Jordi Sànchez y Jordi Cuixart aparecen, ya a principios de 2016, en una reunión clave con otros acusados como Oriol Junqueras, Raül Romeva o Jordi Turull, Carme Forcadell figura en encuentros estratégicos como el “canal” que permitiría tramitar en el Parlament las leyes de desconexión, Marta Rovira y Artur Mas salen a relucir en otra reunión de mediados de aquel año dirigida a adoptar la vía de la unilateralidad.
Los guantes amarillos de Forcadell
Forcadell, quien ha tomado asiento detrás de su letrada, Olga Arderiu, permanece durante todo el interrogatorio ataviada con guantes amarillos pero procede a quitárselos en el instante en el que a la abogada le llega el turno de interpelar al número dos de Daniel Baena, teniente coronel que encabezó las pesquisas en torno a los preparativos del referéndum del 1-O. Arderiu quiere minimizar el papel de su patrocinada, principalmente en lo que se refiere a su presencia en la manifestación llevada a cabo el 21 de septiembre de 2017 a las puertas del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), e incluso llega a desafiar al testigo: “¿Tiene algún tipo de interés al mencionarla?”, le inquiere, a lo que el mando responde: “He dicho que no recuerdo al resto de personas concentradas”.
Uno de los puntos que incomodan a las defensas son las referencias del testigo a la agenda Moleskine y al documento Enfocats hallados en la vivienda del que fuese número dos de Junqueras, Josep María Jové. De hecho, el asistente legal del exvicepresidente, Andreu van den Eynde, no tarda en intervenir para solicitar que el testigo no haga mención expresa del contenido de los documentos como si de una prueba pericial se tratara, lo que, a tenor de las defensas, debería llevarse a cabo tras la fase de testificales. No obstante, el presidente del tribunal, Manuel Marchena, le ha replicado: "se trata simplemente de escuchar al mando de la Guardia Civil que dirigió la investigación sobre una fuente de prueba sometida a contradicción y contraste con el resto de las pruebas que han aportado las partes”.
Acción, reacción
Así que el comandante se explaya, para enojo de los abogados. Y con más razón aún cuando el efectivo de la Benemérita explica que la agenda contempla que el conflicto se modularía “en función de la respuesta del Estado”, permitiendo el documento “una trazabilidad completa" de las negociaciones.
La mención a Trapero se ha extrapolado a la actuación de los Mossos. Seguimientos específicos a las fuerzas de seguridad estatales, avisos de la policía autonómica en los colegios donde se estaba votando, advertencias de la llegada de la Guardia Civil a Sant Julià de Ramis, “al colegio donde iba a votar Platino, el nombre en clave de Puigdemont”, ha precisado el teniente. Las defensas han intentado echar por tierra cualquier referencia a episodios de hostilidad y a buscar eventuales irregularidades en los atestados del Instituto Armado de cara a una posible nulidad de prueba.
Más que una mujer, una tigresa
Tras su comparecencia, varios agentes de la Policía Nacional han recogido el testigo de quienes durante las anteriores semanas relataron duros enfrentamientos y episodios de violencia en los centros de votación durante su actuación en el 1-O. Varios de los efectivos que han comparecido en la jornada de este lunes resultaron lesionados en su intervención.
Uno de ellos, quien actuó en el colegio Estel y en la Fundació TriniJove de Barcelona, ha asegurado que únicamente había visto tal situación “cuando Grande Marlaska nos enviaba al País Vasco a cazar terroristas”. Durante la jornada vieron, además, cómo una mujer “bien peinada, a quien se le veía que la vida le había tratado bien, se nos acercó con la nariz tapada y nos dijo ‘qué mal huelen los policías nacionales, menos mal que con la República ya no vais a venir más aquí’”, así como a otra manifestante “de unos 40 kilos, pero que era una tigresa”, lo que ha provocado comentarios jocosos entre las partes.
Con sorna, ha aseverado que los cánticos que proferían los ciudadanos “no eran rumbas catalanas: estaban cargados de odio”. “Mi madre vive en Gandía y esa tarde se tuvo que duchar 200 veces: se cagaron en ella”, ha llegado a ironizar. Su declaración ha causado tal revuelo en la sala que, en varias ocasiones, Marchena le ha pedido que ahorrara detalles y acotara sus explicaciones.