Salvador Illa, secretario de organización del PSC, en la entrevista con 'Crónica Global' / LENA PRIETO

Salvador Illa, secretario de organización del PSC, en la entrevista con 'Crónica Global' / LENA PRIETO

Política

Illa: “En la Diada nos silban desde los 80, pero el PSC no se va a ningún lado”

El secretario de organización del PSC advierte de que el procés ha dejado “una sociedad catalana más dividida, más empobrecida y con un desprestigio internacional enorme”

10 septiembre, 2018 00:00

Salvador Illa (La Roca del Vallès, 1966) considera “una metafora de lo mal que están las cosas en Cataluña” que el presidente Quim Torra prefiera ir a un teatro a pronunciar una conferencia en lugar de acudir al Parlament a discutir y confrontar sus ideas con los representantes de la ciudadanía catalana. El secretario de organización del PSC precisa en una entrevista con ‘Crónica Global’ que la predisposición del presidente Pedro Sánchez al diálogo no debe confundirse con debilidad a la hora de hacer incumplir el marco legal.

-Por primera vez, el Govern y el Parlament no han consensuado con la oposición el acto institucional de la Diada. ¿Es una vuelta de tuerca en el procés?

-Es un gran error. La Diada debería representar al conjunto de los catalanes y todos deberíamos sentirnos cómodos. Esto no viene siendo así desde hace varios años y hemos anunciado que no participaremos.

-¿Irán a la ofrenda floral al monumento a Rafael Casanova?

-Siempre hemos ido.

-¿A pesar de los silbidos que previsiblemente recibirán?

-Nosotros no nos vamos a ir de aquí, no nos vamos a ningún lado. Quien quiera silbar, que silbe. Somos un partido catalanista, pero no independentista. Nos silban desde los años ochenta, no es ninguna novedad.

-Se ha cumplido un año de las sesiones parlamentarias del 6-7 de septiembre en las que se aprobaron las leyes de ruptura. ¿Cómo recuerda esos días?

-Fueron días muy tristes porque se cometieron atropellos muy graves a la legalidad catalana y a una mayoría de catalanes y catalanas que no creemos en la independencia. Respetamos esa ideología, pero vimos pisoteados nuestros derechos. Fueron una jornadas negras de la autonomía catalana

-Algunos dirigentes independentistas les acusan de filibusterismo, pero otros admiten que todo fue una farsa.

-Tienen razón los segundos. Lo han dicho ellos mismos. Hay que recordar las declaraciones de la exconsejera Posantí, que dijo que “jugábamos al poker e íbamos de farol”. Luego hemos conocido las dudas de los diputados independentistas, entre ellos el propio Puigdemont, respecto a la ley de transitoriedad, una auténtica aberración jurídica. Fue un gran error, una mancha negra en la democracia en Cataluña y en el Parlament. El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, advirtió de lo que pasaría después. Ahora tenemos una sociedad catalana más dividida, mucho más empobrecida y con un desprestigio internacional enorme. Me sorprende que algunos quieran repetir.

-¿Cree que el mensaje actual de los independentistas es puro postureo o les ve capaces de desobedecer?

-Veo una cierta dificultad de los líderes independentistas en explicar que todo fue una farsa. No aceptan el principio de realidad, se resisten a aceptar cómo son las cosas. Nadie les pide que renuncien a sus planteamientos políticos, se les pide que acepten el marco de convivencia que nos hemos dado y si quieren cambiarlo, debemos hacerlo entre todos. Una minoría social, importante, no puede imponer la independencia a una mayoría social que no la quiere. Hay un tono declarativo muy subido y provocativo que, al menos en este inicio de la legislatura, no se ha visto acompañado de hechos que vulneren la realidad.

salvador illa 05

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Salvador Illa, en un momento de la entrevista

-El presidente Torra propone más movilización, una marcha social. ¿Es peligroso, puede provocar más confrontación?

-Yo preferiría que, más que llamamientos a la movilización, hubiera una acción de gobierno efectiva. Por supuesto que estas personas tienen derecho a pensar distinto y salir a la calle, siempre por cauces pacíficos, faltaría más. Dicho esto, podemos decir que en estos primeros meses no ha ejercido su función como presidente de la Generalitat.

-El Parlament está cerrado, la oposición no puede ejercer su función de control ¿qué se puede hacer para romper esa épica independentista?

-El Parlament no está cerrado, aunque si es cierto que está poco operativo, no tendremos plenos hasta septiembre y eso es una metáfora de lo que está ocurriendo. Que el presidente de la Generalitat prefiera ir a un teatro a pronunciar una conferencia en lugar de ir al Parlament a discutir y confrontar sus ideas con todos los  portavoces, elegidos por el conjunto de los ciudadanos, es una metáfora de cómo están las cosas de mal en Cataluña. Nosotros debemos hacer lo que ya estamos haciendo. El Gobierno de Pedro Sánchez ha abierto una oportunidad, una ventana de esperanza. Hay que tender la mano a un diálogo dentro del marco estatutario y constitucional vigente, y ver qué posibilidades de dar fruto y se recuperen las relaciones entre Cataluña y el Gobierno de España. Esta predisposición de los socialistas al diálogo no debe confundirse con una predisposición a incumplir el marco legal.

-Se ha echado en cara al presidente Sá En lugar de alimentar esta disputa, que ha provocado algunos incidentes, que no hay que magnificar ni ignorarficios pcen que spnchez de que hable de nuevo de aplicar el 155.

-El presidente Sánchez no ha hablado del 155, ha normalizado las relaciones con el gobierno de la Generalitat, ha hecho una propuesta y ha dejado claro que el Gobierno de España también gobierna para todos los catalanes. Y una cosa obvia: que hay unos límites fijados por la Constitución, que este diciembre cumple 40 años, que no pueden saltarse. Y también se ha referido a las consecuencias de saltarse este marco de convivencia. Quien decida hacerlo tendrá que hacer frente a las mismas.

-La propuesta de Sánchez de elaborar un nuevo Estatut y someterlo a un referéndum lleva el copyright del PSC. ¿Cómo se puede empezar a trabajar en esta línea? ¿Se han empezado a establecer contactos?

-Hace muchos años que decimos que la salida al conflicto pasa por un nuevo acuerdo entre catalanes. Los independentistas quieren situar el problema entre Cataluña y España y nosotros pensamos que el principal problema es entre catalanes. Cataluña es una sociedad plural y hay una mayoría social que no está a favor de la independencia. Creemos que hay que mejorar el autogobierno, pues Cataluña es una única comunidad autónoma que cuyo Estatuto vigente no fue votado por los catalanes, ya que lo que se votó fue una versión anterior cambiada por la sentencia del Tribunal Constitucional. Proponemos un nuevo marco de convivencia a través de un nuevo Estatut y que la Constitución se adapte a ese nuevo marco. En 2013, la Declaración de Granada que aprobamos marca la hoja de ruta de los socialistas que pone en el horizonte la reforma constitucional.

-Pero ¿qué calendario prevén?

-Es cierto que hacer esto deprisa es muy difícil, la situación es la que es, no nos vamos a engañar, pero este es nuestro horizonte. ¿Qué estamos haciendo ahora? Pues normalizar las relaciones a través de la Comisión Bilateral Estado-Generalitat que no se reunía desde hace tiempo, recuperar la interlocución entre ambos gobiernos.

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El secretario de organización del PSC, Salvador Illa

-Nos llegan mensajes confusos sobre esas comisiones. Los independentistas dicen que no se avanza en acuerdos concretos y los socialistas dicen que sí.

-No me corresponde a mí hablar de esas concreciones, pero sí decir que los acuerdos que se toman en esas comisiones se basan en objetivos. Que se reúnan ya es un avance. Y habrá más.

-Ha comentado que hay un problema entre catalanes. ¿Qué opina del conflicto de los símbolos políticos? ¿Es preocupante?

-Hay que respetar los símbolos que representan la ideología de muchos ciudadanos. Pero son los símbolos oficiales y constitucionales, los que nos representan a todos, los que deben estar presentes en los edificios públicos. Nosotros hemos hecho llamamientos al sentido común y a la prudencia. El espacio público es de todos, no tenemos inconveniente en que se exhiban símbolos de determinada ideología, pero no vemos bien que se intente colonizar o homogeneizar el espacio público y expulsar a quien piensa diferente. Rechazamos alimentar esta disputa, que ha provocado algunos incidentes que no hay que magnificar ni ignorar. El camino no es el emprendido por Pablo Casado, que se apuntó a la carrera iniciada por Inés Arrimadas y Albert Rivera, que hacen llamamientos a quitar lazos. Hay una competición entre PP y Ciudadanos en la que no vamos a entrar.

-¿Qué opina de la retirada del líder de los comunes Xavier Domènech?

-Mostramos respeto a su decisión y reconocemos su valía política y personal. Yo he tratado poco con él, pero sé que es un hombre dialogante. Respecto a opinar sobre las consecuencias, el PSC siempre es muy prudente en eso. Se ha dicho que es muy difícil organizar el espacio de los comunes, pero no quiero ir más allá por respeto a una formación con la que tenemos puntos de coincidencia y también de discrepancia.

-Lo digo porque ahora parece que esa confluencia está liderada absolutamente por Ada Colau, quien decidió romper con el PSC en el Ayuntamiento de Barcelona, bloqueando acuerdos de futuro, por ejemplo un tripartito con ERC.

-Nosotros no tenemos en mente ningún tripartito. Hemos dicho con absoluta claridad que no podemos tener una colaboración estable con quien defiende la independencia. Tenemos conversaciones con todo el mundo, porque eso es hacer política. No descartamos acuerdos puntuales, pero en el horizonte no tenemos ningún tripartito.

-¿No se fía del discurso moderado de algunos líderes de ERC como Joan Tardà o Pere Aragonès?

-Quiero poner en valor el esfuerzo de aceptación de la realidad que hacen algunos dirigentes independentistas. No es fácil de hacer, pero es un camino imprescindible. A partir de aquí, ERC no ha renunciado a la independencia, es verdad que sí han renunciado a la vía unilateral lo cual es positivo, sin duda, pero lo que no pueden hacer es repetir un error del que esta semana hemos cumplido un año.