Domingo de buen tiempo. Una veintena de autobuses de toda Cataluña se desplaza a Puigcerdà por la mañana. Con los vehículos llenos, unas 1.200 personas más o menos. No son pensionistas en busca del menú gratuito y a los que atracan después con la venta de enciclopedias, de baterías de cocina o de artilugios que mejoran la salud de forma milagrosa. No, en absoluto. Son gente convocada por una plataforma de esas que aparecen y desaparecen sin avisar gracias a las redes sociales y que se autobautizó como Stop a los Juegos Olímpicos.

La Asamblea Nacional Catalana (ANC), ese ente que pulula por doquier y al que nos hemos acostumbrado como si pasara por las urnas, colaboró en la logística de la manifestación, a la que también convocaban dos conocidos de los fuegos artificiales: la CUP y Barcelona en Comú. Según los Mossos de Esquadra, los participantes fueron unos 1.500. Es decir, del territorio escogido para protestar contra la candidatura olímpica asistieron pocos, muy pocos parroquianos.

La Cataluña profesionalmente activista, muy próxima a la que quemaba contenedores en Barcelona hace muy poco tiempo, ha decidido que el proyecto olímpico entre Cataluña y Aragón es malo para el territorio. Mientras las dos autonomías mantienen un absurdo enfrentamiento sobre el proyecto mismo, los impulsores de la manifestación se arrogan la voz de los vecinos de las comarcas de montaña para sostener que los Pirineos catalanes han dicho basta. Basta, ¿a qué? Posiblemente, aunque sus propios voceros no lo sepan, al exceso de pijerío que puebla los fines de semana algunas de sus localidades, a que les coarten en su nombre cualquier posibilidad de desarrollo y de generación de riqueza.

El activismo de la protesta dominical coincide, en síntesis, con el mismo que la lio parda con la ampliación del aeropuerto de Barcelona. En el caso de la infraestructura aeronáutica han conseguido un triunfo parcial: el Ayuntamiento de Barcelona y la propia Generalitat se niegan a modernizar la instalación de cara al futuro.

Cataluña pronto será conocida por ser una tierra en la que las oportunidades colectivas se desvanecen como la niebla. El mismo territorio que logró que Barcelona fuera internacionalmente conocida en 1992, que años después edificó el Fòrum de les Cultures, que asombró con su urbanismo y su cultura hoy es un mal retrato de sí misma. Endogámica, pusilánime y aburrida son los calificativos que definen con precisión el presente de una comunidad que tardará décadas en recuperar el daño que el procés y la alcaldesa buñuelo de su capital le han infligido.

Ojalá pudiéramos saber cuántos de los que ayer fueron a berrear a Puigcerdà contra los juegos de invierno estuvieron horas antes en soirées burguesas con el festival de Eurovisión como coartada. Y seguro que todos ellos pasaron un fabuloso domingo, ágape posterior incluido, en defensa del Pirineo. Botifarra amb seques. Miedo dan. El día que decidan defender el Mediterráneo son capaces de que huyan hasta los peces cuando vean acercarse a los pijos activistas en legítima manifestación.

Codas:

1ª) Ada Colau ya tiene el aval de su formación política para intentar de nuevo mantenerse en la alcaldía. La alcaldesa buñuelo (lo explico: dulzura por fuera, aire dentro) ya tiene coartada para no regresar a defender a los hipotecados. Los comunes que venían a regenerar han descubierto el poder político y le han cogido apego. No lo soltarán ni cayendo en un caldero con agua hirviendo. Es tal la atracción que les produce y la fascinación que tienen por el revanchismo que tendremos un intento de perpetuarse otros cuatro años más. Códigos éticos y promesas caducadas se tiran y se olvidan, sin más. Basta con decir sin sonrojarse que hacía falta más tiempo para el proyecto...

2ª) Jaume Guardiola y Rosa Cañadas. Menudo culebrón burgués barcelonés a cuenta del Círculo de Economía. Guardiola y sus amistades peligrosas del entorno nacionalista y la recirculación de negocios con Pedro Fontana al frente no proponen más que continuidad, algo matizada, pero que es en síntesis un más de lo mismo. Al ex del Sabadell se la bufa no caerle bien a Isidro Fainé, está en posición de jubilado altivo y de este es mi momento. Cañadas tampoco se ha pronunciado en exceso, pero los arrestos que esta mujer le está poniendo al alambicado proceso electoral con mucha testosterona masculina de fondo hacen sospechar que bajo su presidencia la institución sería algo más dinámica y divertida. Si Javier Faus se aparta y de verdad les deja disputar las elecciones, cerrará con un notable alto su presidencia. Lo contrario emponzoñaría un mandato correcto que no gustaba al principio a algunos de los que hoy intentan pasar por ser sus amigos.