Paloma Valdivia: “Con un libro sorprendente, los niños se quedan hechizados”
La ilustradora chilena formada en Barcelona acaba de dibujar la primera edición en inglés para niños del ‘Libro de las preguntas’ de Pablo Neruda
15 mayo, 2022 00:00Paloma Valdivia (Santiago de Chile, 1978) tuvo una infancia muy tranquila, en una casa grande con patio, con una abuela y una tía abuela que la cuidaban mientras su madre trabajaba. Y como a cualquier otra niña de su edad, le gustaban los libros, los animales, las muñecas, pero, por encima de todo, dibujar.
“Recuerdo el placer que esa actividad me daba. No me dejaban salir a jugar a la calle, pero creo que eso me hizo cultivar un gran mundo interior, me entretenía mucho sola”, explica Valdivia desde Chile en una entrevista por e-mail.
De Barcelona al mundo
Puede que al lector barcelonés el nombre de Paloma Valdivia no le resulte demasiado familiar. Sin embargo, esta reconocida diseñadora e ilustradora chilena formada en el Centro Universitario de Diseño y Arte de Barcelona (Eina) ha logrado captar la atención del mercado editorial internacional por ser la ilustradora de la primera edición bilingüe ilustrada para niños del Libro de las preguntas (Book of Questions, Echanted Lion Books, 2022), el enigmático poemario que escribió el poeta y nobel chileno Pablo Neruda pocos meses antes de morir.
¿Cómo logró su libertad la bicicleta abandonada? ¿Cómo le digo a la tortuga que yo le gano en lentitud? ¿Qué pájaros dictan el orden de la bandada cuando vuelan? ¿Dónde termina el arco iris, en tu alma o en el horizonte?
Preguntas sin respuesta
En este poemario póstumo, formado por 320 poemas que plantean preguntas sin respuesta, Neruda se cuestiona la vida, el mundo y la naturaleza como si fuera un niño e invita al lector a unirse en este ejercicio de observar con renovado asombro y curiosidad el universo en el que vivimos.
“Cuando Claudia, la editora de Enchanted Lion Books, me invitó a ilustrar este libro, me pareció una invitación encantadora pues conocía muy bien esas preguntas, eran parte de mi infancia, mi profesora me enseñó a leer con ellas y con poemas de Gabriela Mistral”, recuerda Valvidia por mensaje electrónico. En Chile, igual que en muchos otros países de Hispanoamérica, el Libro de las preguntas se enseña en las escuelas a muy temprana edad, así que Valdivia estaba familiarizada con algunos de los versos. Sin embargo, cuando le tocó ponerse a ilustrar “este increíble universo nerudiano, complejo y sencillo a la vez”, la tarea le pareció mucho más difícil de lo que pensaba.
Empapada de Neruda
“Me costó mucho entender que no tenía que ilustrar una respuesta... Mis ilustraciones tenían que ilustrar la pregunta y abrirla, para que las respuestas estuvieran en los lectores”, explica la ilustradora, que vivió siete años en Barcelona.
Para lograrlo, se leyó casi toda la obra de Neruda, incluida su biografía, Confieso que he vivido, pero lo que más le sirvió fue visitar sus tres casas, la de Santiago, la de Valparaíso y la de Isla Negra. “En ellas encontré señales, pistas. Observé sus libros, sus objetos, sus colecciones de todo. Busqué la manera de entrar en su cabeza de algún modo”, explica.
Darwin y Humboldt, su inspiración
Al final, se le ocurrió que podría plantearse el libro como el cuaderno de un naturalista que ve el mundo por primera vez —como lo hacen los niños— y desde ese lugar hacerse preguntas. “Pensé en los naturalistas que llegaban a lugares nuevos y extraños, como Darwin y Humboldt, me leí también sus biografías. Humboldt fue el primero en mencionar que todo está conectado, los bosques, las aguas, el aire. Las ilustraciones, todas, están de algún modo conectadas”, explica.
En sus ilustraciones, aparecen los elementos típicos del paisaje chileno — volcanes, cordillera, rocas, lagos, mucho mar—, pero que a la vez son universales. “El libro en sí habla de la naturaleza, si conocemos algo lo amamos, y si lo amamos lo cuidamos. Quizás es una invitación a mirar el mundo con otros ojos para encantarse”, explica Valdivia, agradecida de esos siete años en Barcelona que le sirvieron de trampolín para convertirse en una reconocida ilustradora a escala nacional e internacional.
Barcelona, trampolín editorial
“En ese momento, en Chile no existía espacio para ser ilustradora. Barcelona, en cambio, parecía un lugar bullente en términos de editoriales para niños y una ciudad muy atractiva culturalmente”, explica, repasando algunos de los motivos que la llevaron a la capital catalana, más allá de seguir los consejos de una de sus profesoras de la facultad, en Santiago de Chile.
“Crecí escuchando de Barcelona, pues el papá de mi mejor amiga vivía allá, ella se iba de muy pequeña a pasar el verano, llegaba hablando catalán y llena de historias. En cierto modo lo sentía familiar”, añade. Recién llegada a Barcelona, trabajó como asistenta para el gran ilustrador y amigo Miguel Gallardo, que le “enseñó muchísimo”. Luego colaboró como ilustradora para varios medios y revistas emblemáticas, como Descobrir Catalunya y Cavall Fort, así como las revistas de Caixa Forum y el Museo del Prado en Madrid. “Fue una experiencia alucinante”, concluye.
Primeros libros y maternidad
En Barcelona también fue donde publicó sus primeros libros como autora para la Editorial Kalandraka, a la que admiraba. “Todo fue fabuloso, Barcelona me abrió sus puertas y lo agradeceré siempre. A nivel personal, tengo un hijo chileno catalán, Guillem, él me mantendrá siempre unida a esta maravillosa ciudad”.
De regreso en Chile, Valdivia ha sido madre por segunda vez y en paralelo a su trabajo como ilustradora ha lanzado su propia editorial infantil, Liebre, convencida de que las pantallas no suponen una amenaza grave para los libros infantiles.
Las pantallas “no son una amenaza”
“He visto como los niños están acostumbrados a las pantallas, saben utilizarlas desde el primer momento, ya nada en ellas les sorprende mayormente. Sin embargo, he visto la cara de los niños cuando les enseñas un libro sorprendente, con algún formato novedoso, juguetón o simplemente con una buena historia. Se encantan, quedan hechizados, los libros son mágicos”, dice.
Y concluye, ilusionada: “Los libros representan las primeras imágenes impresas a las que ellos tienen acceso, son sus primeros museos portátiles, forman sus valores estéticos, son puertas y ventanas y objetos que pueden producir muchas emociones. Además pueden vincular al niño con el adulto en ese triángulo amoroso que se forma cuando un adulto lee un libro a un niño. Los libros son objetos perfectos”.