Una de las misiones de TV3 es (o era) la promoción, el conocimiento y la difusión de la lengua y la cultura catalanas. Pero esas buenas intenciones iniciales se han pervertido hasta el punto de que el “único producto audiovisual” del que dispone la cadena en la actualidad “con capacidad de atraer a los jóvenes en catalán” es el espacio humorístico en el que dos personajes de lo más tirado repiten cosas como “puta España” y fantasean con una felación de la reina Letizia. Lo de que es el “único producto” con tal capacidad no lo digo yo, lo dice uno de los protagonistas de este gag sobre la realeza, Peyu. Mal vamos si la pervivencia del catalán pasa por lo soez, por el desprecio y por el insulto.
Ahora, además, los profesionales del doblaje en catalán también se rebelan contra TV3, a la que acusan de promover la desafección hacia la lengua, en cuanto la cadena pública contrata a los estudios más baratos, de peor calidad y con menos recursos, generando así una especie de rechazo en el espectador por el pobre resultado final. Afirman estos profesionales que los consumidores, ante tal panorama, buscan alternativas en otros lugares y en otros idiomas. Òmnium Cultural y Plataforma per la Llengua, la autodenominada ONG del catalán, apadrinan esta queja, como no podía ser de otro modo.
Es de suponer que los profesionales del doblaje necesitan un altavoz para anunciar sus quejas, pero tal vez Òmnium y la Plataforma per la Llengua no sean la mejor opción. Deben estar ahí, sin duda, es su función y las subvenciones dependen de ello, pero aparecer en primera fila es arriesgado para el sector del doblaje. Recordemos que el presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, fue condenado por sedición en el marco del procés, por lo que no es un personaje de consenso en Cataluña. Y la ONG del catalán es la encargada de espiar a los niños en el patio del colegio a ver en qué hablan. Dicho de otro modo: estos radicalismos son los que, en buena medida, generan rechazo al catalán; le hacen un flaco favor al idioma. Es lo que pasa cuando no solo se quiere imponer algo a la fuerza, sino que se señala al disidente.
Sin embargo, hay algo que no cuadra. Por un lado, nos dicen que el catalán está en peligro, aunque cuenta con 10 millones de hablantes (raro, raro, raro, que diría Papuchi). Por el otro, también presumen de que TV3 es (o era hasta hace poco) líder en Cataluña mes tras mes, algo por delante de Telecinco (salvo cuando hay Eurocopa, que gana la cadena de Mediaset). Pero resulta que el castellano se impone entre los jóvenes. O el canal público solo cuenta los espectadores que miran sus programas, o solo consumen sus productos los catalanes maduros... o es que todo es mentira, lo bueno y lo malo, y la dramática situación de la lengua solo sirve para crear un discurso y seguir viviendo del cuento. Sea como sea, ya sea por el tipo de contenido o por los padrinos de la causa, curiosa manera tienen de proteger el catalán.