Adelante, que la fiesta la pagan otros
“Rebaja histórica” de 334 millones de euros. Este es el anuncio que realizó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con bombo y boato como se espera de la cheerleader de la política española. Por un lado, la animadora de animadoras sitúa a Madrid con el IRPF más bajo, solo equiparable al de Canarias que aplica el corrector de la insularidad, y por otro, mantiene un pulso nada disimulado con Pablo Casado. Dicen que para liderar el PP de Madrid, pero lo cierto es, y Casado lo sabe, que Ayuso está preparando el asalto del PP nacional y que piensa disputar al actual líder la cabeza de lista del partido para las próximas generales.
Como aval, Ayuso presentará sin lugar a dudas la rebaja de impuestos que afectan directamente a las clases medias con una reducción de 0,5 puntos en cada tramo autonómico y suprimirá todos los impuestos propios. Está claro que Ayuso está levantando la bandera electoral aprovechando el viento de cola que la empuja desde las elecciones del pasado 4 de mayo. Enfrente, la oposición desdibujada. La socialista, evidentemente, la de Podemos, aún más, y sólo con Mónica García dispuesta a dar la batalla pero sabiendo que la victoria es casi un imposible, porque Ayuso contará con la colaboración más o menos desinteresada de Vox, que agazapado esperará su oportunidad. Ahora sabe que no la tiene.
Isabel Díaz Ayuso llevará así adelante su dumping territorial sin merma a su prestigio y sin alguien osa afearle su actitud levantará --otra vez-- la bandera de la libertad y sin prejuicios se atrincherará tras la bandera del Partido Independentista de Madrid. Es más, la líder del PP desenterrará el hacha de guerra si en la negociación de la financiación autonómica se ataca su actitud fiscal. Argumentará, sin tapujos, que Madrid contribuye más que nadie y reivindicará la parte del pastel. Adelante, que la fiesta la pagan otros, se convertirá en su grito de guerra.
El problema es que si hasta ahora las empresas se domiciliaban en la Comunidad de Madrid y si las grandes fortunas buscaban cobijo en la almendra de la M-30, ahora las empresas pueden empezar a contratar en Madrid para beneficiarse de la fiscalidad y contarán con la complicidad militante de los trabajadores a los que no les importará porque también se verán beneficiados. Mientras, Catalunya seguirá mendigando y mendigando en el Consejo de Política Fiscal y Financiera mientras aumenta la presión fiscal a sus ciudadanos. ¿Qué se está haciendo mal? Nos dijeron por activa y por pasiva que la marcha de empresas de Catalunya era una anécdota, que no afectaba a la potencia económica de Catalunya. Ahora vemos que no. Madrid fue la receptora de centenares de empresas que ahora pagan sus impuestos en Madrid, aumentando su músculo y ahora lo compensan con una rebaja fiscal porque dinero, emulando a las meigas, haberlo hay lo.
Mientras, el resto de comunidades, las del PP incluidas, miran de reojo a Madrid. Se juegan mucho en esta negociación. Primer aviso: los barones socialistas avisan que no se puede prescindir del PP en la nueva financiación autonómica. Primero, porque contar con Andalucía, Galicia y Murcia al lado del resto de comunidades, es la única manera de hacer frente a Ayuso. Segundo, porque en el PSOE las diferencias entre Valencia y Baleares, por ejemplo, frente a Aragón, Castilla La Mancha y Extremadura, son más que evidentes. En definitiva, los barones socialistas reconocen su debilidad, los del PP aunque por lo bajini también, ante una Díaz Ayuso que tiene claro que va a romper el sistema. El de los otros, evidentemente, el suyo lo va consolidando a golpe de talonario. Lo dicho, adelante, que la fiesta la pagan --la pagarán si no se unen-- los otros. Por si acaso, Ayuso ya va agitando su remake de Viva Madrid, un sucedáneo de su reciente grito de guerra: libertad.