Tres cuestiones se cruzan en las próximas horas de importancia capital: la juez encargada de redactar la sentencia del llamado caso Palau comunicará a las partes cuál es su veredicto sobre los acontecimientos políticos que tuvieron la entidad musical como referencia; en Andorra se inicia el macrojuicio del llamado caso BPA, una de las actuaciones que ha centrado la última legislatura del país andorrano y que permitirá aclarar algunas cuestiones sobre cómo actuaron los propietarios, los gestores y qué relaciones guarda el asunto con el dinero escondido de la familia Pujol; y, no menos importante, la Cámara catalana intentará constituirse y escoger a un nuevo presidente emanado de los resultados electorales del pasado 21D.

Saber si CDC era una máquina política corrupta y quiénes eran sus principales protagonistas será interesante para fijar una historia de la política catalana que en los años recientes aún acumula demasiadas lagunas. Conocer qué tuvo que ver el dinero de la familia del expresidente en una operación financiera en la que participaron tres Estados y acabó con la intervención de dos entidades bancarias saneadas (una andorrana, BPA, y otra española, Banco Madrid) nos hará más fácil entender por qué razón todo Estado grande acostumbra a permitir a su vera actitudes de paraíso fiscal para proteger fortunas y actitudes nada solidarias en materia tributaria. Por último, quién será el nuevo presidente del Parlament, en lo que se supone una elección compleja, facilitará conocer cuán difícil será la legislatura que comienza y si la presidencia de la Generalitat será un sucedáneo de videojuego o recuperará la dignidad institucional que se le supone.

Esta semana Cataluña acogerá teatro del esperpento en su máxima expresión, con la sentencia del caso Palau y la constitución del Parlament

Esas tres cuestiones serán la droga dura de la semana, pero permítanme que me quede con lo menos trascendente de todo lo que viene. Esta misma semana se presentará en sociedad Tabarnia, el divertimento político que se ha propuesto combatir el independentismo argumental con sus mismos elementos de razonamiento. Albert Boadella, el cómico harto del nacionalismo que vive su tierra, el mismo hombre que luchó por la libertad de expresión desde Els Joglars, el primero que entendió la vis cómica de Jordi Pujol con aquel memorable Ubú President, hará desde Madrid el discurso de presidente en el exilio para ridiculizar el triste papel de Carles Puigdemont en Bruselas.

Tabarnia no tiene mayor enjundia como movimiento político, pero ha venido para quedarse como respuesta permanente al relato soberanista. Es difícil hoy que en Cataluña alguien no apele a Tabarnia (o a Tractoria, el territorio secesionista) en las conversaciones más convencionales y menos trascendentes. Después de unos años de pócima independentista, hasta los guerreros de las aldeas galas están desfondados y su mejunje empieza a no causar efectos, ni siquiera secundarios. Así que un poco de pomada tabarnesa actúa como un antídoto popular contra el independentismo, como un espejo en el que reflejar peregrinas tesis y sorprendentes argumentos.

De acuerdo, el movimiento de Tabarnia es un absurdo, pero en esta comedia, ¿qué piensan que es todo lo demás que relacionaba previamente y lo que asistiremos en las próximas horas? Pues eso, teatro del esperpento en su máxima expresión. Y todo bien agrupado en apenas siete días. Disfrútenlo, no tendremos tiempo para aburrirnos.