El exjugador del FC Barcelona Dani Alves trató hasta ayer de zafarse de la acusación de presunta agresión sexual en la discoteca Sutton. El deportista, sabedor de que el juicio por violación se le ha puesto cuesta arriba, y que tanto los Mossos d'Esquadra como la fiscalía lo dejaron listo para sentencia condenatoria, trató de apuntalar los atenuantes.
Aseguró que había bebido una ingente cantidad de alcohol, y que la víctima dio su consentimiento a la relación sexual, llegando a "disfrutar con él" en el reservado de Sutton. Este último punto es el mollar. La joven presuntamente atacada ha manifestado en todo momento que no hubo consentimiento: en tres declaraciones distintas. Y según la nueva ley 10/22 de garantía de la libertad sexual --artículo 178--, el sí en un acto íntimo debe expresarse "libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona".
En el caso de Sutton, la víctima defiende que no dio su plácet al coito. Pese a los esfuerzos de la defensa, y del propio exjugador entre lágrimas ayer, nadie ha podido refutar esa versión. Ella dice que el contacto no fue consentido. Ha sido coherente y no fabula o exagera, según los peritos, ni tiene motivos espurios, ergo Dani Alves queda a los pies de una condena. La justicia decidirá, claro, pero el internacional brasileño lo tiene peliagudo.
Es lo que expresó la fiscalía ayer en su informe final, en el que sostuvo la versión de la víctima y cargó duramente contra Alves. Aseguró que este abusó de su posición y la relación terminó no siendo consentida, aunque al principio no quedara claro. El ministerio público, que antes había desmontado la tesis de la borrachera de la estrella, abona la tesis de la culpabilidad.
De cualquier modo, el juicio de Alves es la primera gran piedra de toque de la ley del sí es sí tras sus azarosos primeros dos años en vigor; cuando se aprobó (2022), provocó la liberación de centenares de delincuentes sexuales y terminó siendo modificada en 2023 para cerrar los agujeros legales.
Si acaba demostrándose, tal y como todo parece indicar, el castigo judicial a la violación de Sutton abrirá, ahora sí, la era del consentimiento en sede judicial en España. Es un cambio de paradigma y no, no vale sostener que "al principio dijo sí...". Lo deja claro la Rape Crisis Network Europe (RCNE): si no hay consentimiento, no importa si no hay heridas, o si se cambió de opinión. Es violencia sexual.