Hubo una etapa, no muy lejana, en la que se aseguraba, dentro del plan propagandístico nacionalista, que en una Cataluña independiente todos comeríamos helado de postre. Pero qué helado ni helado si los que ocupan los puestos de responsabilidad no son capaces ni de gestionar lo más básico. Los recortes han llegado a los pañales para mayores y dependientes. ¿Se puede ser más sinvergüenza? ¿Se puede atentar más contra la dignidad de las personas? Y no personas cualesquiera, sino aquellas que, aun sin capacidad de controlar sus esfínteres, siguen manteniendo a gobernantes y asesores con unos sueldos que difícilmente tendrían si no estuvieran chupando de la Administración.
Nuestros mayores, los que de verdad lucharon por dejar un país mejor, sufren en sus carnes las pataletas secesionistas de un grupo de privilegiados que, en muchos casos, descienden de familias que ya lo eran, lo que indica que siempre se han arrimado al sol que más calienta. Pero la culpa, como siempre, es de Madrid, del déficit fiscal. Eso es lo que defiende el Govern cuando se le pregunta cómo es posible que los residentes puedan pasar “horas y horas con los excrementos pegados” porque hay que racionalizar los pañales. Lo de los recortes, añaden, no es una obligación, sino una recomendación. El simple hecho de sugerir este ataque a la dignidad y a la ética de las personas debería ser suficiente como para que los responsables se marcharan a casa. Pero no.
Recomendación u obligación, lo cierto es que el tijeretazo a los pañales ya se está notando en la salud de los afectados, que presentan un notable aumento de infecciones de orina y llagas, entre otros. ¿Cómo es posible que la comunidad autónoma que más recauda no tenga dinero ni para lo más básico? ¿Cómo nos podemos permitir tener la televisión más cara de España y que un conseller cobre más que el presidente de la nación? ¿Para qué quieren tantos asesores? ¿Para qué riegan a los medios de comunicación con tanto dinero?, ¿y a infinidad de entidades y asociaciones? ¿Y por qué permitimos que sigan pactando sus privilegios –amnistía– cuando hay tanto por hacer? Son muy buenos magos. Desvían la atención de todos los problemas (que son muchos) con el asunto independentista, las lenguas oficiales y los acuerdos inasumibles, pero que se cerrarán si convienen a las personas implicadas. El sistema no tiene ningún sentido, pero algún día tiene que cambiar.