En el capitalismo, la aplicación de las ideas económicas tiene un carácter pendular. La mayoría de las que triunfan durante una larga etapa son consideradas por el pensamiento dominante un error en la siguiente. La sustitución de una ideología por otra generalmente necesita de dos condiciones: una crisis previa mal resuelta y un político de un gran país dispuesto a arriesgarse y cambiar las prioridades existentes.

Las ideologías económicas nunca son neutras, pues normalmente están impulsadas por importantes grupos de presión. Principalmente buscan favorecer a unos más que a otros y a veces incluso necesitan empobrecer a los segundos para que los primeros obtengan un mayor provecho. Pueden agruparse en dos grandes bloques: liberales y keynesianas, representadas tradicionalmente en política por los partidos de derecha e izquierda moderada.

Las primeras, especialmente las conocidas como neoliberales, pretende favorecer principalmente a los empresarios, directivos y las familias con más renta y riqueza. Las segundas prioritariamente a los trabajadores. No obstante, las formaciones más cercanas al centro político tienen una gran capacidad de adaptación a la ideología dominante y a veces las medidas propuestas estás más basadas en ésta que en la propia.

Entre 1945 y 1980, las ideas keynesianas fueron las que más influyeron en la política económica desarrollada en Europa Occidental. Los logros obtenidos en EEUU en la década de los 30, unido al peligro que supondría la llegada al poder del partido comunista en algunos países, descartaron las actuaciones escasamente sociales y favorecieron su primacía.

En dicho período, la socialdemocracia obtuvo un gran éxito. Por los resultados logrados y la adopción de sus medidas por partidos moderados de derecha e izquierda. Entre otras, los primeros aceptaron una gran intervención del Estado en la economía, la creación de un Estado del Bienestar, una elevada presión fiscal, el predominio de los impuestos directos sobre los indirectos y la necesidad de reducir la desigualdad en la distribución de la renta.

En las década de los 50 y 60, las anteriores políticas fueron realizadas en Alemania por la Unión Democrática de Adenauer y Edhard, en Italia por los sucesivos gobiernos de la Democracia Cristina y en Francia en el último período por la formación de De Gaulle.

A partir de 1981, el neoliberalismo sustituyó al keynesianismo como ideología dominante y muchos partidos socialistas adoptaron algunas de sus medidas estrella. Entre ellas, la privatización de las empresas públicas, la disminución de los tipos impositivos sobre la renta y las sociedades, la desregulación de numerosos mercados y la creación de leyes laborales destinadas a favorecer los intereses de los empresarios y perjudicar los de los trabajadores.

En algunos países, cuando gobernaban los socialdemócratas, el ministro de Economía era un tecnócrata muy influido por las ideas neoliberales o alguno de los miembros actuales o antiguos del partido más cercano a dicho pensamiento (por ejemplo, Macron con Hollande). En España, las anteriores características las han tenido todos los que han ocupado el anterior puesto con el PSOE. El ejemplo más reciente es Nadia Calviño.

Incluso Tony Blair creó una marca para desligarse de los principios históricos del laborismo: la tercera vía. Una alternativa que suponía realizar una política híbrida, conocida popularmente como socioliberalismo. Proporciona más protección social que el modelo neoliberal, pero defiende en gran medida las mismas políticas macroeconómicas liberales.

La anterior constituyó una alternativa acogida con entusiasmo por muchos líderes socialistas, entre ellos Zapatero y Schröder. El resultado fue un agudo declive electoral de sus partidos durante la primera década de la actual centuria. En 2002 dichas formaciones gobernaban en 15 países de la Unión Europea (UE), en cambio, en 2010 solo en tres. Entre el original y la copia, los votantes prefirieron al primero.

Las ideas socialdemócratas han sido las grandes beneficiadas de las desastrosas soluciones aportadas por el neoliberalismo a la crisis inmobiliaria y financiera iniciada en el segundo semestre de 2007. La escasa flexibilidad, la sobredosis de ideología y la falta de pragmatismo por parte de los políticos de la derecha europea, encabezados por Schäuble (ministro de Finanzas alemán), pusieron la semilla de su renacimiento.

Las políticas neoliberales alargaron la crisis, crearon más desigualdad social y estimularon la aparición y crecimiento en votos de los partidos populistas. Un resultado tan decepcionante que nadie en la UE sugirió volver a aplicarlas cuando llegó la pandemia. Las medidas socialdemócratas han acortado la duración de la crisis y muy probablemente generarán una expansión económica que permitirá recuperar el PIB español de 2019 a finales de 2022. En la anterior crisis, el PIB de 2008 lo volvimos a obtener en 2016.

Por tanto, estamos en el inicio de un proceso de transición ideológica, donde el neoliberalismo será progresivamente sustituido por el keynesianismo. No obstante, como la economía ha cambiado notablemente en los últimos 50 años, algunas de las medidas anteriormente adoptadas serán reemplazadas por otras con objetivos similares.

Hasta el momento, los grandes cambios habían tenido lugar en las décadas de los 30 y los 80 del pasado siglo. En la primera etapa, el liberalismo no supo solucionar en EEUU la crisis de 1929 debido a su incapacidad para generar un gran aumento de la demanda de bienes. En 1933, un nuevo presidente (Roosevelt) cambió completamente la orientación de la política económica y consiguió el anterior objetivo mediante una gran intervención del sector público (el programa New Deal).

En la segunda, una gran subida del precio del petróleo provocó una crisis de oferta en los países desarrollados. Ante ella, los políticos aplicaron medidas keynesianas que aumentaron notoriamente la inflación, pero no mejoraron el crecimiento económico. En 1979 Thatcher y en 1981 Reagan adoptaron medidas neoliberales para reducirla drásticamente, consiguieron su propósito y provocaron la sustitución del capitalismo industrial por el financiero.

En la actualidad, el papel de los anteriores líderes creo que lo realizará Biden. Una función que podía haber efectuado Obama, pero no tuvo ningún interés en llevarla a cabo. Fue más un símbolo que un gran presidente, aunque no lo hizo mal. La batalla contra los paraísos fiscales (tipo impositivo mínimo del 15% a las grandes compañías) y el elevadísimo gasto público en EEUU son claras señales del triunfante regreso de la socialdemocracia.

En la presente década, espero el inicio de una etapa donde los ricos lo sean menos de lo que ahora lo son, la mayoría de las familias pobres se conviertan en clase media y ésta aumente significativamente su poder adquisitivo. No obstante, el principal reto de las nuevas políticas socialdemócratas es permitir que los hijos vivan mejor que sus padres, una meta que el neoliberalismo ha puesto seriamente en duda.