Jorge Lasheras: “El Gobierno y la Generalitat deben mimar a las empresas exportadoras"
El exdirectivo de Yamaha, presidente de CEJE, señala que "hay mercado y mucho capital en el mundo para invertir" que no se puede desaprovechar
11 julio, 2021 00:00Jorge Lasheras defiende el sector de la exportación como algo familiar, consustancial a su persona. Fue presidente y consejero delegado de Yamaha Motor España durante 35 años. Los japoneses alaban su enorme capacidad de trabajo y su facilidad para entender qué puede funcionar en los distintos mercados internacionales. Ahora preside el Círculo Empresarial Japón España (CEJE) que acaba de conceder los V Premios Keicho de Innovación y Tecnología. Los ha entregado a dos compañías, la española Satlantis, reconocida por el desarrollo de la primera cámara óptica miniaturizada para observar la Tierra, --instalada en el módulo espacial japonés de la Estación Espacial Internacional— y a la japonesa AGC Pharma Chemicals Europe, gracias a la instalación de un centro de I+D, y a la ampliación de su base de fabricación de principios farmacéuticos en su fábrica de Malgrat de Mar. Lasheras los concedió, junto al cónsul japonés en Barcelona, en el Círculo Ecuestre esta pasada semana. En esta entrevista con Crónica Global, el directivo, inquieto y con enormes proyectos en la cabeza, asegura que el mundo se acelera y que el capital invertirá en las compañías que sepan innovar y vender en todo el planeta. Y tiene claro que las empresas “deben estar en el centro de todo”, con un mensaje claro al Gobierno central y al gobierno de Pere Aragonès: “El Gobierno y la Generalitat deben mimar a las empresas exportadoras”.
--Pregunta: Los dirigentes políticos hablan ahora de la necesidad de la reindustrialización, de que, tras la pandemia, se admite que el conjunto de la Unión Europea dejó de lado un sector en el que se ha concentrado China, y que mantiene Japón y otros países asiáticos. ¿Es posible recuperar el terreno perdido?
--Respuesta: La óptica que yo tengo fundamentalmente es la japonesa. Mi experiencia con Japón condiciona mi apreciación sobre ello. Y creo que recuperar la industria, como la hemos entendido, ya no será posible. El desarrollo económico lleva a otros sectores, que son distintos. La automoción, por ejemplo, no se recuperará. Pero sí se puede invertir en sectores industriales nuevos. Y viendo las exportaciones a Japón lo que comprobamos es que se exporta producto agrícola: cárnica, vinos, aceite…Y se está haciendo muy bien, con empresas catalanas exportadoras como Costa Brava Mediterranean Foods, por ejemplo. Es una empresa de transformación del porcino, con productos elaborados. Hay una industria agroalimentaria que se puede desarrollar en nuestro país, e industrias nuevas que van a requerir de inversión. Empresas españolas que inviertan en Japón y de japonesas que inviertan en España.
--¿Qué otros sectores se pueden y se deben potenciar, a su juicio?
--De forma clara el sector químico y el farmacéutico. Ya hay muchas empresas japonesas en Cataluña, como AGC Pharma Chemicals Europe. Sus responsables me decían que el potencial de Cataluña en el sector es muy conocido. Es decir, cuando se habla de reindustrialización hay que ver qué sectores se pueden potenciar y aparecen grandes posibilidades en el sector químico, en ciencias de la vida, o en energías alternativas. Muchas de esas empresas que decía no han hecho inversiones nuevas, sino que han comprado empresas que ya existían. Entran en compañías, las mantienen y las expanden. No hablaría tanto de recuperación como de sectores industriales que nacen o que ya han nacido y que se están transformando y que tienen futuro.
--Por tanto, lo que usted propone es una mayor apertura de capitales, de facilidades para que esas inversiones lleguen.
--Absolutamente. Apertura para facilitar esas inversiones en diferentes direcciones. Hay datos y mensajes muy claro. Las inversiones japonesas han alcanzado los 520 millones de dólares por año, en los últimos seis años. Pero eso supone sólo un 1% de lo que Japón invierte en Europa. El campo, por tanto, que se puede recorrer es enorme. Y la inversión española y catalana en Japón ha habido años que ha sido cero. Sí es cierto que ha habido inversiones importantes como la de Gestamp, pero todas sumadas, en perspectiva en los últimos años, han alcanzado los 763 millones de euros, que representa un 0,27% del stock de capital extranjero. Lo repetimos de nuevo, el recorrido en las dos direcciones es muy grande.
--Entonces, ¿qué es lo que ocurre?
--Todo lo que se ha hecho hasta ahora, bien hecho está. Pero tenemos que correr más. Y con una mayor contribución por parte de todos. El conjunto de España es un buen país para invertir, en sectores de primer nivel. E invertir en países asiáticos, como Japón, es de suma importancia. Es lo que conozco de primera mano. Con Japón se puede abordar terceros mercados. Y se debe tener en cuenta el propio país, que tiene 127 millones de habitantes, con una renta media de 40.000 dólares, un 40% más alta que la renta española. Si te puedes aliar con empresas japonesas, entras en un mercado desde el que puedes llegar a todo el sudeste asiático. El acuerdo RCEP (Asociación Económica Integral Regional), que agrupa el 30% del PIB mundial, --Japón, China, diez países de la Asean, Australia y Nueva Zelanda—es una muy buena opción para el capital español.
--¿Qué papel tiene el Govern de la Generalitat, que en el pasado estuvo muy pendiente de esa relación con Japón y con las empresas exportadoras, pero muy ausente en los últimos años?
--El papel que debe tener es el mismo que ha realizado históricamente. La oficina de Acció fue la primera que se estableció como delegación económica, como promotora de capital. Y la experiencia me dice que en la inversión mundial no sobra nadie. Todo el mundo puede y debe aportar. La Generalitat, el Gobierno español, con la embajada española, sin olvidar que los protagonistas deben ser las empresas. Deben tener un mayor papel, para que se exploren todas las posibilidades de inversión. La idea que debemos promover es que la empresa catalana puede invertir en Japón y desde allí al resto de Asia.
--Pero, ¿Qué le pediría al Govern, que ha estado en los últimos diez años en otras cosas?
--En el caso de Cataluña y en su relación con Japón creo que debería trabajar en los flujos de inversión. El trabajo realizado ha estado bien, pero hay que potenciarlo. Hay un plan estratégico con Japón. No está muerto ni mucho menos. Pero hay que redoblar los esfuerzos en los dos sentidos. Y siempre con las empresas como protagonistas. Hagamos a las empresas la vida más fácil y intentemos acompañarlas en ese camino hacia la exportación.
--Habla de facilidades, ¿cómo?
--Se debe trabajar más con las empresas, y que sea una prioridad el objetivo de las exportaciones. Porque el mundo es multipolar. La Unión Europea insiste en los acuerdos comerciales. Y hay 75.000 empresas europeas que exportan, por ejemplo, a Japón. Es decir, si no se quiere ir allí, hay muchas otras que sí están interesadas. Lo que considero es que hay que correr más y mejor. El Gobierno y la Generalitat deben mimar a las empresas para que exporten. Todas las instituciones públicas.
--¿El futuro de Cataluña pasa por esas exportaciones?
--Me parece que es un factor clave. De todas las exportaciones de España a Japón, y lo volvemos a poner de ejemplo, Cataluña representó el 32,5% en 2019. Más de una tercera parte. Y respecto a las importaciones, del total de las españolas, Cataluña concentra el 45,7%, casi la mitad. Para la economía catalana, el sector de las exportaciones es fundamental.
--Usted propone entradas de capital en ambas direcciones, de empresas catalanas a empresas extranjeras y al revés, pero en Cataluña hay una reticencia a ese fenómeno. ¿Es un temor infundado?
--El mundo se abre a toda velocidad. Si las empresas catalanas o las francesas o las polacas perciben que un accionista japonés podría ser interesante, yo me lo plantearía. Si una empresa está en manos de una familia y no quiere saber nada, pues adelante. Cada una tiene sus características. Pero la inversión extranjera crea valor. No se trata de entrar en una compañía para venderla posteriormente y lograr un pelotazo. Se trata, y es lo que conozco, de empresas –en el caso de las japonesas—que se comprometen con el desarrollo de la firma que adquieren. Ese maridaje, en todo el mundo, se ha demostrado que es positivo.
--Usted conoce bien la economía catalana, ¿qué percibe tras diez años marcados por el procés independentista, por crisis económicas y ahora por la pandemia?
--Lo que percibo es que Cataluña participa por completo del clima económico mundial. Hay movimientos que apuntan a la salida del túnel, tras un año y medio de cierta parálisis –no para todos los sectores, porque a algunos les ha ido muy bien--, con la pandemia ya controlada, a pesar de algunos brotes. Todos los organismos apuestan por un crecimiento mundial en forma de V más o menos acelerada. Hay ganas, hay mercado y hay mucho capital en el mundo para invertir. Las empresas están menos apalancadas que hace unos años. Se han devuelto muchos créditos y la recuperación será un hecho, potenciada, además, en el caso de Europa, por los fondos europeos. Cataluña, en ese contexto, tiene todos los números para que no deje de ser el motor económico de España, teniendo en cuenta todo lo que tiene: universidades, centros de investigación… El clima mundial está cambiando y ni Cataluña ni el conjunto de España se puede desdecir ni rechazar el mundo actual. La competencia es feroz. Lo que se debe tener muy claro es que lo que ha funcionado hasta ahora no es ninguna garantía. Una empresa con buenas ventas en un determinado sector no debe confiarse, porque quizá no venda lo mismo el año que viene. Todo es cambiante, y de forma rápida. Y todos los poderes públicos deben estar detrás de la promoción de las exportaciones. Para Cataluña es de extrema trascendencia.
--¿Considera, entonces, que Cataluña no ha perdido, todavía, ningún tren?
--No, para nada. Lo que pasa es que no podemos estar quietos. Se debe hacer lo mismo que se hecho y diez cosas más. Lo digo con las cifras en la mano, desde la convicción de que nos podría ir mucho mejor. Lo que hay que hacer es trabajar.