Estamos en pleno debate sobre la injusticia que genera el hecho de que cada Comunidad Autónoma haga su propia prueba de acceso a la Universidad, la llamada clásicamente “selectividad”, actualmente denominada PBAU o EBAU. La injusticia consiste en que al ser pruebas diferentes, no se puede garantizar que todas ellas tengan la misma dificultad, por lo que un alumno puede tener una nota más alta que otro, no porque sepa más, sino porque en su Comunidad Autónoma la prueba es más fácil que en la otra. Esto es muy importante, porque esta nota es la que se utiliza para establecer la prioridad de entrada en cada grado universitario de cada una de las universidades españolas.
El problema se ha reavivado este año 2019, porque la prueba de Matemáticas II de la Comunidad Autónoma Valenciana fue considerada por los alumnos como espectacularmente difícil, y que ello les provocaba tener una nota más baja que la de los alumnos del resto de las Comunidades Autónomas. Hicieron una petición para resolver este problema a través de la plataforma en internet Change.org, y ya han recogido 45.670 firmas. Por otro lado, el 17 de junio de 2019, cinco estudiantes de la Comunidad de Castilla y León entregaron al Ministerio de Educación 178.000 firmas pidiendo una selectividad única para toda España. Habían iniciado la recogida de firmas el año anterior, a través de la misma plataforma, y actualmente ya tienen 189.800.
El problema también explotó en las Islas Baleares, debido a que el examen de Matemáticas y el de Historia de España fueron considerados excesivamente difíciles. En Matemáticas sólo aprobó un 54% de los alumnos, y en Historia de España, un 60%. Desde el rectorado se criticó a los profesores universitarios responsables de dichos exámenes, y esto llegó a los medios de comunicación. Hay que recordar que el año pasado las notas de selectividad de Historia de España y de Lengua castellana en Baleares fueron las más bajas de España. Una solución que han propuesto los alumnos es hacer unos exámenes más fáciles y en los que entren menos temas que los establecidos a nivel de toda España, como ya se hace en otras Comunidades Autónomas. Pero esto no sería una buena solución, sino un agravamiento del problema, porque otras Comunidades, ante la falta de control externo, también podrían decidir hacerlos más fáciles para que sus alumnos no quedaran mal.
La única forma de solucionar este problema es establecer una única prueba de selectividad o EBAU para toda España. Esto implicaría que los exámenes de las diferentes materias deberían ser los mismos, salvo los de la segunda lengua cooficial en las Comunidades bilingües, y que los exámenes se deberían realizar el mismo día en todas ellas. Por otro lado, la corrección debería ser realizada por funcionarios docentes dependientes directamente del ministerio de Educación, para poder coordinar así los criterios de corrección.
Para la elaboración de las pruebas, el ministerio debería organizar equipos de docentes de cada una de las especialidades, en los que debería haber personas de distintas Comunidades Autónomas. Estos equipos dispondrían de todo un año para preparar la prueba, y se deberían ir renovando periódicamente, por ejemplo cada cuatro años. No hace falta que en todas las materias siempre haya un representante de cada Comunidad, sino que se programe que la renovación se haga teniendo en cuenta este criterio. Estos equipos deberían estar constituidos por profesores de bachillerato, que son los que realmente conocen los contenidos y los niveles que se imparten en las clases de bachillerato, y por profesores universitarios de dicha especialidad, para garantizar la corrección científica y la actualización de conocimientos de las preguntas. En cada Comunidad Autónoma debería establecerse una comisión de seguimiento, que estaría en contacto con los equipos de docentes responsables de elaborar las pruebas.
Sería conveniente que dos años antes de la primera selectividad única se publicaran ejemplos de los exámenes, para que el profesorado de bachillerato pudiera conocerlos antes del principio del curso y así poder programar cómo preparar mejor a sus alumnos. Igualmente, un año antes de la primera selectividad única, se debería hacer una prueba aplicándola a solo una pequeña parte del alumnado de cada Comunidad, para poder detectar posibles errores y evitar así que se repitieran al año siguiente, en el que ya participarían todos los alumnos.
Hacer la misma prueba de acceso a la Universidad en toda España evitaría los agravios comparativos entre los alumnos de las diferentes Comunidades, que éstas se vean obligadas a hacer unas pruebas cada vez más fáciles para no perjudicar a sus alumnos y, además, aumentaría la cultura del esfuerzo tanto en la enseñanza secundaria como en la universitaria.
Antonio Jimeno Fernández
Profesor