“No todos los partidos independentistas son igual de independentistas” y las elecciones del próximo 14 de febrero serán un “plebiscito sobre el independentismo”, declaró Laura Borràs en Rac1 al día siguiente de su arrolladora victoria en las primarias de JxCat frente a Damià Calvet. Fíjense que la candidata a la presidencia de la Generalitat ha dicho que serán un plebiscito no solo sobre la independencia, como pretendían serlo hasta ahora, si no “sobre el independentismo”, es decir, un plebiscito para medirse las fuerzas con ERC y reclamar su primacía bajo el argumento de que solo en JxCat son “auténticamente independentistas”. Pero es que Borràs va aún más lejos y no ha garantizado su apoyo al candidato republicano Pere Aragonès en caso de victoria si antes ERC no se compromete con un Govern “netamente independentista”, porque la secesión, ha dicho, “no hay que prometerla, sino hacerla”. Populismo descarnado, ruido instrumental, denuncia desde El Periódico Sergi Sol, la mano derecha de Oriol Junqueras. Cierto, pero de qué se quejan ahora en ERC.
La candidata de JxCat está utilizando contra los republicanos sus propias armas, las que usó Oriol Junqueras para aparecer como el independentista irredento frente al dudoso compromiso de los convergentes y de Artur Mas con el procés. La ventaja para Borràs es que, a diferencia de Calvet, ella nunca estuvo ni en la JNC, ni en CDC ni tampoco en el PDECat. Llegó a la política en 2017 como independiente de la mano de Carles Puigdemont en las listas para las elecciones que se convocaron tras la aplicación del artículo 155. Desde entonces su ascenso ha sido meteórico hasta convertirse en la madona del separatismo más genuino. Primero fue diputada, después consejera de Cultura con Quim Torra hasta que pasó a encabezar la lista de JxCat en las elecciones generales tanto en abril como en noviembre de 2019, en las que contra todo pronóstico logró mejorar resultados. Su nombre sonó como posible portavoz del Govern ante la anunciada inhabilitación del president, y ahora se ha impuesto de forma aplastante pese a que los presos de su partido, los que antes habían militado en CDC (Rull, Turull y Forn), preferían a Calvet porque Borràs no deja de ser una “outsider”. Es una buena oradora parlamentaria, con un lenguaje preciso de profesora universitaria, comunica en las entrevistas de forma eficaz, sin aristas ni malos tonos, y genera tanta adhesión en las redes sociales y entre la parroquia separatista como Puigdemont. Ambos son igual de impetuosos.
Para ERC su elección como candidata por JxCat es una mala noticia. A su lado, Aragonès es tremendamente aburrido y previsible, mientras Borràs es una personalidad más auténtica que va a practicar hasta las últimas consecuencias el discurso populista que inauguró Junqueras frente a Mas, particularmente con el argumento de los 16.000 millones de déficit fiscal, perfecto comodín para empequeñecer cualquier mejora en el autogobierno que ERC pretenda esgrimir, como ahora sucede con los Presupuestos. ¿Qué son 2.300 millones para 2021 frente a los 45.000 que dicen que el Estado ha dejado de invertir en Cataluña en los últimos diez años en infraestructuras? Los datos son de un estudio de la Cámara de Comercio que preside Joan Canadell, otro separatista hecho a sí mismo que puede acabar dando el salto a la política en la lista de JxCat con Borràs.
Como los republicanos fueron los primeros en utilizar las tesis económicas para justificar la necesidad y la urgencia de la secesión sin que nunca desde CDC corrigieran esas cifras fantasiosas, Borràs les va a aplicar ahora la misma receta populista. Cualquier desvío en el camino hacia la independencia, incluso para priorizar el drama social de la pandemia, supone dejar atrás lo único importante y, por tanto, una renuncia del mandato del 1-O con la que JxCat no va a transigir. “Ante la crisis de la Covid, la independencia no es solo una urgencia social sino nacional”, razona Borràs. Así de sencillo.
En ERC hay nervios y de ahí la agresividad de su portavoz en el Parlament Sergi Sabrià cuando tiene que negar en una entrevista en el digital ElNacional que hayan renunciado a la unilateralidad o se desgañita ante la periodista para desmentir un posible pacto con el PSC. “¡No lo haremos!, ¡no lo haremos!, ¡no lo haremos!” estalló casi violentamente Sabrià. Tampoco Aragonès se quedó cortó en La Vanguardia este domingo cuando afirmó sentirse más cerca del PSOE que del PSC porque aquel es “un partido de otro país”, mientras que con los socialistas catalanes “no comparten ningún proyecto”. A más presión por el lado irredento, más descalificaciones de ERC hacia los socialistas, a los que señalan como sus verdaderos rivales. Buena noticia para Miquel Iceta, que le sitúa mejor en el terreno de juego. El paseíllo electoral con el que en ERC soñaban para las elecciones autonómicas se les ha complicado de nuevo, y ahora no solo hay nervios, sino pánico. Van a probar otra vez su propia medicina.