No lo volverán a hacer, y lo saben, pero todo sea para mantener la tensión y la cohesión de su grupo de adeptos. Solo con ver sus hechos, y razonar sobre ellos, sabemos a ciencia cierta que no lo volverán a hacer, y que su reiterado eslogan de este verano está encaminado precisamente a los que no razonan, a los seguidores inquebrantables, a los que creen ciegamente en el líder carismático. Hay que mantener la tensión, si no puede caerse el castillo de naipes que han construido; si algunos deciden razonar, pueden perderse los altos sueldos y las subvenciones que alimentan el procés.

No lo volverán a hacer, y el propio presidente de la Generalitat, el señor Torra, lo sabe, a pesar de lucir en las redes sociales el hashtag #HoTornaremAFer. Él es el primero en ser incapaz de volverlo a hacer. Y la prueba del algodón resulta fácil: si lo quiere volver a hacer, ¿a qué espera para abrir las celdas de los políticos catalanes en prisión? Debemos recordar que él es el carcelero en estos momentos, las prisiones catalanas dependen de la Generalitat de Cataluña. Pero no lo ha hecho, ni lo hará. Como tampoco ordenará la publicación en el Boletín Oficial de la Generalitat de la declaración de independencia aprobada el 27 de octubre, a pesar de que, desde que tomó posesión, él es el dueño y señor del Boletín, y no hay 155 que le impida publicarla. Pero hay que mantener el teatro para mantener la nómina.

Y no lo volverán a hacer porque, a pesar del dinero gastado, Europa no les cree, y el mundo tampoco. Ni tan solo una minúscula república insular, perdida en algún mar recóndito, ha salido en defensa de la acción unilateral de los secesionistas catalanes. Nadie ha reconocido esa independencia. Creían que, después del referéndum del 1 de octubre, Europa y el mundo entero caerían rendidos a su voluntad. Pero Europa y el mundo les dieron la espalda, consideraron el referéndum como un acto ilegal, antidemocrático, que excluía a la mayoría de la población catalana, y que ni siquiera cumplía mínimamente el Código de Buenas Prácticas de la Comisión de Venecia. La democracia es el antagonismo a la unilateralidad y a la imposición

Después creyeron que la justicia Europea les daría la razón. Y de repente el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), precisamente el Tribunal que debería solucionar según ellos todos sus problemas, dicta una sentencia en la que los califica de autoritarios, les dice que han abusado de la mayoría infringiendo los derechos de la minoría, y que el Tribunal Constitucional Español tenía, no solo el derecho, sino el deber de suspender el pleno del Parlament para asegurar el mantenimiento de la seguridad pública, la defensa del orden y la protección de los derechos y libertades de los demás. Pero aún tenían otra carta a jugar, otra jugada maestra: el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE). Y si repasan las declaraciones de los diferentes líderes del movimiento, los días previos a su resolución, se darán cuenta que todos creían, con convencimiento absoluto, al oráculo del letrado señor Boye, que vaticinaba que el Tribunal les daría la razón, y el prófugo Puigdemont podría asistir, en loor de multitudes, a la constitución del Parlamento Europeo. Y el TJUE dijo que no. Puigdemont se quedó mirando, desde la frontera, al Parlamento Europeo y a sus seguidores incondicionales, que habían acudido para acompañarlo en el que esperaban fuera un paseo triunfal, como habían vaticinado. Finalmente, la constitución del Parlamento se celebró sin más alusión a los políticos presos que la de un diputado del Sinn Féin, sí, ese partido que durante años fue el brazo político del IRA.

Y no lo volverán a hacer porque, si para algo ha servido la retransmisión en directo del juicio del procés en el Tribunal Supremo, ha sido para que el mundo conozca nuestra Justicia. Y nadie, absolutamente nadie de prestigio e independiente en el ámbito jurídico internacional ha cuestionado que han tenido un juicio justo. Solo la supuesta organización de observadores Internacional Trial Watch (ITW), habitual en los medios del régimen, ha mantenido la falta de garantías del juicio. Pero curiosamente, dicha organización está domiciliada en Barcelona, y tiene de internacional únicamente su nombre en inglés, con evidente intención de ocultar su parcialidad, y la componen varias asociaciones, todas ellas de Barcelona, que apoyan la independencia. Por lo que ni internacional ni independiente, y menos aún de prestigio internacional.

Y, definitivamente, no lo volverán a hacer, porque finalmente han descubierto que España es un Estado de Derecho, con su maquinaria judicial, lenta y con muchos defectos, pero no más que los que existen en las justicias de los países de nuestro entorno. Y que los jueces no responden a órdenes políticas, que más sorprendidos que ellos mismos por las órdenes de prisión preventiva, lo fueron los propios miembros del gobierno de Rajoy. Por ello, han descubierto que los jueces son imprevisibles, que no son, como aquellos que ellos habían diseñado para su la imaginaria república catalana en su ley de transitoriedad jurídica, sometidos al poder político. Han descubierto que puedes desobedecer las leyes, romper las citaciones y requerimientos de la justicia, pero ahora saben que más tarde o más temprano debes responder por ello, han confirmado que todos somos iguales ante la ley. En definitiva, no lo volverán a hacer, porque han descubierto que el Estado Español, con sus tres poderes, existe.