Desde que el gran Georgie Dann hizo mutis por el foro, la tradición supuestamente musical conocida como la canción del verano ya no es lo que era. Hoy día la sostiene, prácticamente en solitario, la inefable Leticia Sabater, que cada año por estas fechas se descuelga con una cancioncilla picante y cargada de dobles sentidos de índole sexual con la que pretende…Bueno, la verdad es que nadie sabe qué pretende, pero ella no deja de acudir a la cita (¿con quién?) auto programada de cada año con la que aspira a mantenerse en el candelabro, como diría la injustamente olvidada Sofía Mazagatos. Si hace un tiempo nos aporreó las meninges con La salchipapa, ahora toca El bananakiki, cuyo videoclip supera en pobreza y cutrerío a los anteriores, que ya parecían contar con un presupuesto de entre 100 y 200 de las antiguas pesetas. Dicho videoclip está rodado en un aeródromo cutre y salen zombis (a los que no admitirían ni en el desfile de los de su especie en el festival de Sitges, que ya es decir), un avioncito chiquitín, un supuesto piloto y unos extras con caretas de cartón de Pedro Sánchez o Freddie Mercury (del mismo estilo que aquella de Puigdemont que Canadell lucía orgulloso en el asiento del copiloto de su coche). Leticia va de enfermera en bikini y da inyecciones como del coronavirus mientras re refiere a ellas con la imperiosa orden “¡Métemela!”, expresión de doble sentido, como la utilizada hace años por Los Amaya en su hit La inyección, pero a lo bestia y sin la menor concesión a la sutileza elegante.

En una época en la que nadie compite con Leticia Sabater por imponer la canción del verano, resulta curioso que la única apuesta en ese sentido (equivocado) proceda de Cataluña; concretamente, de TV3. Hace años que la nostra se saca de la manga una cancioncilla ratonera y pegajosa que nos cuela a todas horas como supuesta canción del verano para catalanes de pro. Si su intención es aportar un toque de distinción al subgénero sub musical, la verdad es que siempre les sale el tiro por la culata, pero a ellos les da igual y estoy seguro de que, en su mente patrióticamente enferma, creen estarle dando sopas con onda a la ex amiga de los niños del pelo rubio y las cejas negras. El año pasado nos atormentaron con una tal Suu, muchacha lánguida y no binaria, que tocaba el ukelele (quisiera creer que en homenaje a Tiny Tim, célebre majareta neoyorquino de los años 60, pero lo dudo) y decía papará, papará y otras cosas que ya no recuerdo. Este año, la cosa se ha vuelto (supuestamente) bailable y bullanguera, pero sigue siendo la misma birria trasnochada de siempre. Los encargados de (es un decir) alegrar el verano de los buenos catalanes son Els Amics de les Arts, un grupo de una banalidad desoladora, pero con pretensiones (aún recuerdo que le dedicaron una canción a Jean Luc Godard, acompañada de un videoclip que pretendía rendir irónico homenaje al cine de la nouvelle vague y que daba una grima tremenda), que salieron al mismo tiempo que Manel, grupo muchísimo más interesante y que quiero creer que nunca se prestará a la charlotada veraniega de TV3.

Lo de Els Amics de les Arts atiende por No sé com t´ho fas y el videoclip, aunque cuenta con un presupuesto ligeramente superior al de El bananakiki, tiene efectos igualmente deprimentes. Como en los anuncios de cerveza, no hay más que gente joven y sonriente que muestra una alegría tontiloca y promete una felicidad más falsa que un billete de tres euros. La canción es la típica jarana impostada del grupo y, pese a su aparente ánimo optimista, a mí me deprime cada vez que la oigo y no puedo cambiar de canal porque no sé dónde he metido el mando a distancia de la tele.

Reconozcámoslo: la canción del verano fue siempre un coñazo descomunal que acabó muriendo de aburrimiento. La jubilación de Georgie Dann debería habernos llevado a enterrarla definitivamente. Que Leticia Sabater se empecine en mantener vivo al fiambre es algo que compete principalmente a la psiquiatría. Pero que TV3 se empeñe en sacralizar una versión nostrada de lo que siempre fue (y sigue siendo) una memez me lo tomo como un insulto más del principal elemento del agit prop del régimen a los desafectos que, zapeando, van a recalar en esa covacha de nacionalistas monotemáticos. Y lo peor es que en esa santa casa deben estar convencidos de que están dignificando la canción del verano, ese lamentable invento español