Nada más levantarse el 155, ¿qué es lo primero que ha hecho el Gobierno del señor Torra? Pues lo que todos esperábamos: soltarle más de veinte millones de euros a TV3 y Catalunya Ràdio para que la locomotora del prusés no se detenga por falta de combustible. Puede que haya quien piense, entre los malos catalanes, que tal vez había asuntos más urgentes que abordar, pero, como diría Agustí Colomines, que se joda. Una cosa es lo que le corre prisa al pueblo catalán y otra lo que le conviene a su Gobierno, y es evidente que en su lista de prioridades ocupa la primera posición la propaganda. Ya habrá tiempo de ocuparse de los abueletes, de los que languidecen en las listas de espera para alguna intervención médica y de los desgraciaditos en general. Ahora, lo que toca es pagar a las voces de su amo y a la infladísima plantilla de la televisión supuestamente pública. Y es que las voces de su amo son fieles y eficaces, pero no salen baratas. El otro día, Saül Gordillo, director de Catalunya Ràdio, se congratulaba del aguinaldo diciendo que ahora ya podía renovarle el contrato a Mònica Terribas, una mujer que ama a la patria, sí, pero también los monises que ésta le reporta.
Gracias a esos veinte kilitos, las yayas de Tractoria podrán seguir disfrutando de El foraster --las imagino, en compañía del tonto del pueblo, que siempre es presentado como un Séneca catalán, esperando con ansia la aparición del merluzo de Quim Masferrer por su infecto villorrio para decirles que son todos muy buena gente y que, habiendo nacido en semejante paraíso terrenal, ¿para qué trasladarse a ninguna otra parte?--, del Polònia, de Preguntes freqüents y, sobre todo, de las jeremiadas de Pilar Rahola. Y a ese contingente de malos catalanes que se ven obligados a financiar medios que les repatean, pues ya saben, se les aplica la doctrina Colomines y aquí paz y después gloria.
Con la pasta que ha caído, no solo podrán seguir sufragándose programas que irritan a más de la mitad de los catalanes, sino que hasta habrá dinero para nuevos espacios que vayan de lo de siempre: búsqueda de catalanes perdidos por el universo o de extranjeros que hablen catalán, el maravilloso mundo de los boletaires --que últimamente está un poco descuidado--,nuevas exaltaciones de la vida rural o del tomate catalán, que no es ni mejor ni peor que el español, pero sí diferente, y así sucesivamente. Aquí lo fundamental es que Toni Soler, Pilar Rahola y demás patriotas a sueldo sigan sintiéndose motivados para defender a la patria de cualquier peligro. Con un poco de suerte, igual les cae un programa a Ramón Cotarelo y Bea Talegón que podría titularse, por ejemplo, Espanya caca.