Ante un posible boicot españolista a sus productos, la firma Tous --equivalente joyero al universo de las estatuillas Lladró-- ha optado por echar de la fundación que preside la matriarca Rosa Oriol a Helena Rakòsnik, esposa del Astut, y Pilar Rahola, cheerleader en jefe del régimen, y todo parece indicar que la próxima en caer podría ser la promotora del asunto, Sor Lucía Caram, que ya se ha solidarizado con las cesantes (Rahola se ha propulsado a tuitear que se considera una víctima del fascismo). Ante una posible bajada de las ventas, la empresa del osito se ha deshecho en afirmaciones patrióticas y ha procedido a deshacerse de dos personas a las que colocó donde colocó, reconozcámoslo, para quedar bien con el establishment catalán. Tras poner en la balanza a los biempensantes españoles y a los catalanes, ha visto que los primeros le resultan más rentables, así que se ha quitado de encima a Rakòsnik y Rahola porque, como decía Hitchcock, lo que no suma, resta.

¿Dimitirá de su cargo la monja tucumana o esperará a que la cesen? En cualquier caso, creo que Puigdemont ya debería haberle ofrecido un lugar en su lista

A uno se le ocurren abundantes motivos extrapolíticos para no comprar los productos de Tous, pues siempre me han parecido de una fealdad extremadamente cursi, empezando por ese osito que constituye su principal seña de identidad y que tal vez sea sustituido en breve por un toro de lidia, no vaya a ser que el sector más obtuso del españolismo lo confunda con un homenaje al beato Junqueras, aunque ahora éste ejerza su apostolado pasivo agresivo entre rejas. La decisión de Tous demuestra la imposibilidad de quedar bien con todo el mundo, pero es curioso que el posible boicot obedeciera a motivos políticos y no estéticos, que los hay en abundancia o eso me parece a mí: si lo que preocupa a los españoles no es la cursilería contumaz de los productos Tous, sino las maniobras oportunistas en una determinada dirección, que acaba revelándose veneno para la taquilla, tenemos un problema.

¿Dimitirá de su cargo la monja tucumana o esperará a que la cesen? En cualquier caso, creo que Puigdemont ya debería haberle ofrecido un lugar en su lista --ella se declaraba enamorada del Astut, pero a falta de pan, buenas son tortas, ¿verdad, hermana?--, al igual que a Núria Feliu, injustamente ninguneada. Junto a Pilarín Bayés, estas dos figuras habrían compuesto un dream team ideal para los mítines, un acicate para los votantes procesistas de la tercera edad y una oportunidad de entretenimiento para los que no pensamos votar a Puchi ni que nos maten, pero sabemos apreciar un buen espectáculo.