Ayuso y Aragonès, même combat. La Comunidad de Madrid es tan díscola como la catalana y, aunque no se salta la ley, sí que se mofa de su espíritu. Para ambas, el enemigo a batir es el ministro de Sanidad, Salvador Illa, el candidato del PSC que ya va por delante de ERC. Don Salvador es una patada en la espinilla de sus contrincantes; una efigie ignaciana que predica trabajo y esfuerzo, y que le dice en el oído a Junqueras: hazme caso, el teu mal no vol soroll. Para detener su ímpetu ganador, el Govern de Aragonés le encargó a su leguleyo, Francesc Esteve, la elaboración del decreto que desconvocaba los comicios. Días después, tras la anulación del decreto por parte del TSJC, Aragonès reunió a la Diputación Permanente --el Parlament está disuelto-- para pedir a los partidos que imploraran al tribunal mantener el aplazamiento por el temor a la abstención del 14F. Las carcajadas de dentro de la Ciutadella se oyeron en los Porxos d’en Xifré, intercalándose con el argumento vocinglero de que el asesor jurídico del Govern, Esteve, había hecho un pan como unas hostias, vulgata de chapuza.
Eva Granados (PSC) habló de pucherazo, Jéssica Albiach (Comuns) de ausencia de garantías, y Alejandro Fernández (PPC) propuso recurrir a la Junta Electoral. Los indepes echaron mano al kaláshnikov de cartón piedra que tienen en el sobretecho: Sergi Sabrià remarcó que “el PSC ha apuntado, Moncloa ha maniobrado y los jueces han ejecutado”; su jefe de filas, Oriol Junqueras, esgrimió el “155 encubierto” y el montaraz Albert Batet (JxCat) dijo que Cataluña tiene "un problema de soberanía y democracia". ¿Lo qué?
El abogado Francesc Esteve nos ha acostumbrado al despiste sonoro de sus papeles jurídicos, que presentan, por cierto, una extraña concomitancia con los de aquel Joseph K, de Kafka, difamado por abrir la caja secreta de la burocracia de las togas. Francesc es el hijo de Salvador Esteve, exalcalde de Martorell con CDC, expresidente de la Diputación de Barcelona y de la Asociación Catalana de Municipios. Este último resultó detenido --y puesto en libertad con cargos-- por la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF), a causa de su presunta pertenencia a una red de fundaciones de cooperación que desvió fondos a CDC. Lo supimos cuando en una redada de la misma unidad --"¿Qué coño es esto de la UDEF?", preguntó Jordi Pujol con la ciénaga rodeándole el cuello-- cayeron 29 excargos del partido nacionalista. No fue posible entonces acordarse del Martorell contemporáneo con la factoría de Seat-Volkswagen a pleno rendimiento, símbolo del Baix Llobregat metalúrgico. Después de la mala noticia sobre el uso injustificado de dinero público, regresó apenas el enigma, la afición de uno de los hijos dilectos de la misma ciudad, Francesc Pujols, el pensador ágrafo al que recordamos en una foto en blanco y negro junto a Josep Maria de Sagarra y a Josep Pla, los tres con el cuello subido y sombrero de ala, bajo el mítico Pont del Diable. Un pasado emotivo y ebúrneo que contrasta con un presente que solo promete desaliento.
Esteve fue secretario de los ayuntamientos de Monistrol, de Sallent y Les Franqueses del Vallès; en 2009, sustituyó en la gerencia del Ayuntamiento de Premià a Francesc Sánchez, detenido entonces por el 3%. Siempre rozando el abismo, el letrado del Govern pasó por los ayuntamientos de Premià y Mataró y de ahí a la Secretaría General del Departamento de Gobernación, Administraciones Públicas y Vivienda, un desempeño que le costó una acusación de la fiscalía por la compra de urnas para el referéndum del 1-O. Finalmente, encontró acomodo: el traje hecho a medida en la dirección del Gabinete Jurídico de la Generalitat. Fue en 2017, cuando el mismo Puigdemont le nombró y le ascendió el sueldo un 30%; y así hasta ahora, cuando, por puro entreguismo a las ubres indepes, el letrado al dictado ha salido con el decreto mameluco de aplazamiento.
Mientras el TSJC sostiene la legitimidad del 14F, el gusanillo de Illa avanza como una tenia en el intestino irritado del soberanismo; pero desde muy adentro, algunos replican que Laura Borràs no ha dicho la última y que la geganta nos dará un buen susto en el momento de la verdad. Al fin y al cabo, delante de las urnas, está comprobado que Puigdemont es capaz de nublar muchas mentes; y hasta puede ofrecerse como alternativa al fármaco Satisfyer, un remedio que estimula el clítoris a través de las ondas hertzianas de CatRàdio, la emisora del Movimiento.