Acabada la campaña de las elecciones municipales, la Ada Colau bilingüe que vimos entonces ha vuelto a su monolingüismo habitual. Su reciente discurso de investidura como alcaldesa fue exclusivamente en catalán excepto cuando se dirigió a los ciudadanos y ciudadanas de izquierdas de Madrid, a los que quiso mandar un mensaje de aliento frente a la pérdida de la alcaldía por parte de Manuela Carmena. Antes de dirigirse a ellos, Colau aclaró que iba a hablar en español porque se dirigía a los madrileños.

En Twitter se inició un debate respecto al idioma. ¿Por qué tiene que avisar, casi disculparse, Ada Colau por hablar en español?, se preguntaban algunos tuiteros. Recibieron varias respuestas, la mayoría de fanáticos, pero en el debate emergió una que me pareció relevante. Una tuitera dijo que era normal que Colau se dirigiera en español a los madrileños y madrileñas y que, por otra parte, no usara esta lengua en el resto del discurso porque el catalán mayoritariamente se entiende en Cataluña. Si casi todos lo entienden, ¿qué problema hay? Además, parecía una pregunta sincera.  

Es esta una cuestión de calado en el tema de las lenguas, el grado de comprensibilidad de una lengua y sus efectos en la práctica. Es un hecho que el catalán es entendido mayoritariamente por aquellos que viven en Cataluña, aproximadamente un 80% lo comprende, según la última encuesta de usos lingüísticos de la población. Si uno es hispanohablante, en un año viviendo aquí puede llegar a comprenderlo bastante bien. A las personas provenientes de otros países les lleva más tiempo, pero con los años de residencia, no muchos lo hablan, pero la mayoría acaban comprendiéndolo. Otra cosa es hablarlo con fluidez o escribirlo con comodidad. Esto ya implica más dificultad.

Hay que decir que la amplia comprensión del catalán por parte de la ciudadanía posibilita ciertas cosas, pero no las posibilita todas. Ada Colau puede hacer sus discursos exclusivamente en catalán cuando se dirige a la ciudadanía barcelonesa y será comprendida por la mayoría. Sin embargo, esta comprensión no oculta el déficit democrático que implica el no usar también la otra lengua mayoritaria de los barceloneses y lengua oficial. Si un representante público en sus intervenciones solo usa una lengua cuando hay dos en su comunidad, los ciudadanos hablantes de la lengua excluida no pueden sentirse plenamente reflejados en las instituciones de todos. La comprensión de lo dicho es poco consuelo cuando la identidad lingüística de uno es absolutamente obviada por aquellos que deberían representarnos a todos.

Aplicado a otros campos, como los documentos administrativos, los informes sanitarios, las informaciones culturales o las instrucciones de seguridad, la comprensión tampoco es el  argumento más relevante. Los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a usar su lengua materna oficial en todas estas áreas. Es una cuestión de derechos lingüísticos, no de comprensión.

Así, no deben confundirse los planos, la amplia comprensión de una lengua facilita las cosas, hace que esta lengua pueda ser usada mayoritariamente en los discursos públicos, en la escuela y en los medios, pero están también las demás cuestiones: los derechos lingüísticos, en primer lugar, y la igualdad entre todos, lo que conlleva la no discriminación. Para ello, todos debemos vernos reflejados lingüísticamente en las instituciones comunes.

La comprensión es una cuestión fundamental que, a la inversa, determina toda la política lingüística del País Vasco. El euskera es tan poco comprensible que el bilingüismo es la norma en el País Vasco. Los carteles bilingües y los discursos mayoritariamente en español no son del agrado de los sectores nacionalistas que deben soñar por la noche en un euskera más transparente para los hispanohablantes. En los hospitales, por ejemplo, si los carteles informativos estuvieran solo escritos en euskera, la recepción se colapsaría de personas preguntando dónde deben ir, cosa que el Gobierno vasco, lógicamente, no se puede permitir. Por ejemplo, Urgencias es Larrialdi en vasco. No se parece en nada. Mientras que Urgències o, en gallego, Urxencias, se entiende.

Hay que ser claros en este tema. La comprensión no debe ser el único criterio para la comunicación institucional. La comprensión es una dimensión, muy importante y que tiene efectos en la práctica. Pero no puede anular las otras dos dimensiones: los derechos lingüísticos y la representatividad.