Lo dijo y lo repitió, muy alto y muy claro, el presidente de la Generalitat Josep Tarradellas en los primeros años de los gobiernos nacionalistas presididos por Jordi Pujol: “no hay que “hacer país”: el país ya existe, gestiónenlo, adminístrenlo”. Sus palabras adquieren ahora particular relevancia, porque está claro que el actual Gobierno de la Generalitat presidido por Quim Torra no ha sabido ni sabe gestionar ni administrar Cataluña en esta grave situación de crisis sanitaria, económica y social. Y no ha sabido ni sabe hacerlo porque sigue empeñado en “hacer país”, sin asumir que el país ya existe y que cuenta con competencias plenas y exclusivas para hacerlo.

Es muy distinto tener competencias que ser competente. Siempre queda el ya clásico recurso de cargar responsabilidades y culpas en un enemigo exterior --el mismo siempre: “Madrit”, “el Reino de España”...--, pero las incompetencias, las malas gestiones de las competencias propias, acaban saliendo a la luz. Todos los gobiernos cometen equivocaciones y errores; su obligación es asumirlos. En una crisis tan extraordinaria y devastadora como la provocada por esta primera gran pandemia global, ningún gobierno ha dejado de cometer errores. Entre otras razones, porque nada ni nadie había previsto una crisis tan importante como esta. Lo que no es de recibo es intentar escurrir el bulto y cargar culpas y responsabilidades en otras administraciones, en otros gobiernos.

Hasta la declaración del estado de alarma, el Gobierno de la Generalitat, como los de las restantes comunidades autónomas, tenía competencia plena tanto en sanidad como en residencias geriátricas. De hecho sigue teniéndolas, ya que el estado de alarma no suprimió ni invadió estas competencias, solo las coordinó para lograr una mejor acción común. ¿Qué se hizo como previsión? Es irresponsable, cuando no simplemente indecente, acusar de falta de previsión al Gobierno de España, cuando ninguna comunidad autónoma --tampoco el Gobierno de la Generalitat-- supo prepararse con anterioridad. Nadie duda que también ha habido equivocaciones y errores por parte del Gobierno presidido por Pedro Sánchez en la gestión de esta crisis, pero la la falta de previsión ha sido generalizada, sin excepción en el mundo mundial.

Más allá de esta común y global falta de previsión están las incompetencias en la gestión de las competencias propias. En concreto, en la sanidad pública y en las residencias geriátricas. Los drásticos recortes presupuestarios realizados en estos dos servicios públicos esenciales no son ni pueden ser atribuidos a nadie más que a quienes llevaron a cabo aquellas brutales políticas austericidas. ¿Es tal vez una casualidad que las dos comunidades autónomas españolas con mayor porcentaje de víctimas mortales causadas por el Covid-19 sean Madrid y Cataluña, donde los recortes en sanidad y servicios sociales fueron más duros y no han sido aún corregidos? No, evidentemente no es ninguna casualidad; es causalidad: la sanidad pública y las residencias geriátricas habían sido y siguen siendo, en ambas comunidades, víctimas principales y directas de aquellos recortes presupuestarios.

Pero hay mucho más, en concreto en Cataluña. Aquí ha habido, por parte del Gobierno de la Generalitat presidido por Quim Torra, un burdo intento de sacar rédito político a esta grave crisis. Desde la absurda exigencia de llevar a cabo un confinamiento total de Cataluña --es decir, aprovechar esta oportunidad para aplicar una suerte de DUI o declaración unilateral de independencia, por ahora sanitaria y temporal-- hasta el rechazo sistemático a las reiteradas ofertas de colaboración y ayuda hechas por la Unidad Militar de Emergencias (UME), hasta en casos en los que las autoridades locales la habían solicitado, es obvio que los principales esfuerzos realizados por el Gobierno de la Generalitat en la gestión de esta crisis se han centrado en responsabilizar y culpabilizar de todos  los errores al Gobierno de España --esto es, a “Madrit”, o al “Reino de España”, como tanto le agrada decir al consejero de Interior, Miquel Buch.

Pero aún hay más. Porque esta crisis ha sido utilizada también, por parte del aún presidente Quim Torra y otros altos cargos y dirigentes independentistas, para ajustar cuentas con ERC. Los manifiestos errores de gestión cometidos por los departamentos de Sanidad y de Trabajo, Servicios Sociales y Familias --ambos con consejeros de ERC, respectivamente Alba Vergés y Chakir El Homrani-- han sido aprovechados por JxCat y sus altavoces mediáticos para desgastar a su socio de coalición, con finalidades obviamente partidistas. Nadie ha asumido la responsabilidad de que el control de las residencias de ancianos no dependiera de Sanidad, como ha acabado sucediendo tras el fallecimiento de centenares de residentes en estos centros, tanto públicos como privados.

Tener atribuidas competencias no implica ser competente. La incompetencia en la gestión de competencias propias es grave. Muy grave cuando hay ya tantas, demasiadas víctimas.