Cataluña, en este último lustro, ha sido invadida por una extraña unanimidad. Colegios profesionales, universidades, sociedades deportivas, la Santa Madre Iglesia catalana, organizaciones empresariales, el silencio cómplice de Foment del Treball, intelectuales que consideran fascinante poder participar activamente en la construcción de un Estado nuevo, colectivos de artistas y periodistas (mayoritariamente subvencionados), clubes deportivos liderados por el Barça de Bartomeu... Hasta el RCDE Espanyol, tradicionalmente arrojado al gueto del deporte catalán. Todos, sin fisura, alineados como un sol poble. Sorprende tanta unanimidad en un lugar tan plural y heterogéneo como Cataluña.
Sin embargo, algo ha sucedido en Cataluña en estos últimos meses. Frente a una comunidad (Volksgemeinschaft), que ha sido llamada a la construcción de un solo pueblo (Volkwerdung), surge con fuerza un sector muy significativo de la ciudadanía que se opone a este procés de uniformización de la sociedad catalana y jibarización de su pluralidad ideológica y cultural, asumiendo el riesgo de ser acusados de enemigos de la comunidad (Gemeinschaftsfremde).
Muchos ciudadanos relevantes en el mundo de la cultura, el deporte, la sociedad civil, empresarios, sindicalistas… comienzan a salir del armario. Utilizo esta expresión siendo consciente de que puede que no sea la más afortunada, pero entiendo que es clarificadora de una situación determinada. Ciudadanos cuyo leitmotiv es la defensa de la vigencia del marco constitucional, la solidaridad con todos los territorios de España y el firme compromiso de seguir juntos en la defensa de un proyecto compartido.
¿Hay algo más insolidario que la secesión de los territorios con mayor desarrollo económico?
Foment se atreve a salir de su mutismo y ambigüedad para manifestar con rotundidad que la ley del referéndum de autodeterminación "se sitúa completamente al margen del marco constitucional y de los principios de la democracia y del Estado de derecho". El Cercle d'Economia se posiciona inequívocamente en las jornadas de Sitges denunciando la deriva del Govern hacia la ilegalidad. Posicionamiento de escritores y artistas catalanes como Marsé, Mendoza, Serrat, Coixet o Amat, que rechazan el referéndum ilegal y se pronuncian sobre un procés secesionista caracterizado por la indigencia intelectual y la inanidad de sus líderes, su opacidad y carencias democráticas.
En el ámbito de la izquierda, es significativo que un sector de Catalunya en Comú, el más representativo de la lucha por las libertades durante el franquismo, se exprese de forma inequívoca por un rotundo no a la farsa del 1-O. Relevante, también, el posicionamiento hecho público a través de las redes digitales por un colectivo de sindicalistas catalanes, entre los que figuran exdirigentes como López Bulla, Isidor Boix, Zaguirre o Rañé, curtidos en la lucha por los derechos de los trabajadores durante la dictadura, que manifiestan con rotundidad su no a la independencia de Cataluña y su compromiso solidario con todos los trabajadores españoles.
¿Hay algo más insolidario que la secesión de los territorios con mayor desarrollo económico? El oponerse a la secesión no es solamente una expresión de solidaridad, sino también de pragmatismo e inteligencia, algo que ha caracterizado en muchas ocasiones a las organizaciones sindicales. La secesión tiene consecuencias muy negativas, genera incertidumbre económica, dificulta la unidad de acción para abordar de forma unitaria la solución a los gravísimos problemas que acucian a los trabajadores y debilita la posición de Cataluña y el resto de España en el escenario europeo e internacional.
España necesita reformular un nuevo proyecto de convivencia, superando el aventurismo independentista y el inmovilismo del PP, un proyecto compartido en el marco de la ciudadanía europea, centrado en la lucha contra la desigualdad y el cambio climático, en la modernización productiva, en la apuesta decidida por la sociedad del conocimiento y la innovación de nuestro tejido industrial y tecnológico. En ese proyecto, no sólo Cataluña tiene que estar, sino que debe liderarlo, como siempre fue y seguirá siendo.