Gas Natural anunció esta semana una remodelación de su cúpula dirigente. El ajuste supone, por un lado, las salidas del presidente del consejo Isidro Fainé y del consejero delegado Rafael Villaseca. Y por otro, la entrada de Francisco Reynés, quien de una tacada asume ambos puestos, previo abandono de su actual cargo de vicepresidente ejecutivo de Abertis.

Fainé pertenecía al máximo órgano de gobierno de la gasista desde 2015. En septiembre de 2016 ascendió a la presidencia.

Villaseca goza de más antigüedad, pues asumió el mando en 2005. Antes de su desembarco en el gigante, ejercía de director general de Donut-Panrico, cuando la empresa era propiedad de la acaudalada familia Costafreda. Villaseca cuenta 66 primaveras. Reynés es doce años más joven. Fainé acumula ya 75.

El cambio de primeros espadas no acarrea aparentemente demasiadas implicaciones organizativas. De entrada, eso sí, supone un fortísimo dispendio, tanto para las arcas de Gas Natural como para las de Abertis.

Reynés ha venido embalsando en Abertis un fondo de pensiones que durante el año pasado experimentó una escalada vertiginosa y dobló su grosor, pasando de golpe de 9 a 18 millones en números redondos. Además el caballero percibió 2,8 millones en concepto de sueldo. De ello se desprende, si Pitágoras no miente, que entre pensión y paga los haberes que el directivo se llevó a la faltriquera ascendieron a una suma cercana a los 12 millones de euros.

En cuanto a Rafael Villaseca, hasta ahora máximo ejecutivo de la firma gasista, su remoción de la poltrona le proporciona un finiquito equivalente a tres años de paga ordinaria. Además, tiene derecho a otro año complementario en virtud de un “pacto de no competencia post-contractual”.

El cambio de primeros espadas de Gas Natural y Abertis no acarrea aparentemente demasiadas implicaciones organizativas, pero sí un fortísimo dispendio para sus arcas

Ello significa que a partir de ahora le está vedado fichar por cualquier otra empresa del sector energético. En resumen, como Villaseca percibe un sueldo de 3,3 millones, con motivo de su cese va a ingresar 13,2 millones. Además, se embolsa su plan de previsión, cifrado en 3,2 millones. En total, 16,4 millones.

A título de premio de consolación, al experimentado ejecutivo se le mantiene de presidente de Fundación Gas Natural Fenosa. El puesto no es de rango comparable a la consejería delegada de la compañía ni remotamente. Pero ya se sabe que duelos con pan, son menos. Dieciséis millones largos constituyen sin duda alguna una sabrosa recompensa que hará más llevadera la humillación del despido.

El trueque de los comandantes en jefe de Gas Natural y Abertis representa sobre el papel una mutación totalmente inocua. Sin embargo, en el plano dinerario implica para las arcas de ambas entidades una sangría nada desdeñable de más de 37 millones entre sueldos, indemnizaciones y pensiones.

Lo tengo dicho en otras ocasiones. En materia de mamandurrias, los consejos de administración del Ibex patrio se asemejan bastante al reino de Jauja. Los accionistas de a pie, como siempre, asisten a este tipo de festines pecuniarios con una mezcla de perplejidad y despecho.