Milei se topa con la realidad y pierde las elecciones municipales por más de 13 puntos. Trump es abucheado en la final del US Open de forma muy sonora. Francia está sumida en su propio tsunami que pone en riesgo a la V República. Ucrania, lejos de acercarse a la paz, se adentra en la guerra.
Las encuestas en España muestran el apogeo de Vox, a pesar de que Abascal sigue sin dar un palo al agua, en detrimento de un PP que está vendiendo la piel del oso antes de cazarlo. Feijóo, atrapado en sus propios errores, desvela algo que nunca se debe desvelar: una conversación con el rey sobre su fallida cruzada por el inicio del año judicial.
Sánchez rompe con Israel por el genocidio de Gaza y el cinismo sionista dice que España es antisemita. Un cinismo que asesina y elimina a una población por el mero hecho de ser gazatíes, mientras el mundo se pone de perfil. Confunden cgurras con merinas, y confunden el asesinato masivo con la legítima defensa.
Este es el mundo que nos ha tocado vivir. Un mundo que va a velocidad de vértigo y es víctima de unas insaciables, intolerantes y maniqueas redes sociales que vejan y denigran a aquel que se atreve a opinar libremente. Esas propias redes dicen cómo debes pensar, a quién insultar, a quién apoyar y a quién elevar a los altares o al patíbulo.
Los que estamos expuestos en los medios de comunicación bien sabemos lo que decimos. No hay semana que no seas vilipendiado por salirte del corsé del pensamiento único.
Esto contrasta con la piel de papel de fumar que tienen los periodistas que están al servicio de este pensamiento único. Son los que se rasgan las vestiduras cuando se les acusa de comprar material averiado. Y, hay que decirlo, lo hacen. Compran material averiado, jalean actuaciones judiciales, y callan cuando la información no les interesa.
La señora Leire Díez no es santo de mi devoción. Sin duda. Sin embargo, es noticia que el que fuera número dos de interior le dijera que habían acelerado, y exagerado, la información contra los independentistas. “Hubo actuaciones policiales encaminadas a generar causas o aflorar casos de corrupción de independentistas catalanes (...) se forzó la máquina para conseguir información de los Pujol”, dijo en una conversación con Díez el número dos de esa cartera.
Vamos, lo que se conoce popularmente como guerra sucia. Nos deberíamos preguntar por qué desde 2016 ningún juez lo ha investigado. García Castellón, hoy jubilado y preparando sus memorias, abrió 30 causas contra el comisario Villarejo. Ninguna sobre la guerra sucia contra los independentistas catalanes. Es, simplemente, curioso. O bien sospechoso, diría yo, que soy alguien poco sospechoso, valga la redundancia, de comulgar con los postulados secesionistas.
No se preocupen. Todo esto que les cuento pasará sin pena ni gloria. En pocos días, otras informaciones suplantarán a las de esta semana, porque la información es efímera, la opinión en las redes sociales está bien apalancada para formatear la mente de los ciudadanos, como decía Cristhian Salmon en su Storytelling. Y de esto va. La información pasa, pero el relato sobre esta información queda para formar la opinión. Y de paso, para formar mayorías.
Volvamos a las encuestas. Vox sube como la espuma. Las encuestas de El País y La Razón de esta semana nos lo cuentan. La derecha gana, pero la extrema derecha se desmelena con su antifeminismo, su islamofobia, y sus soluciones sin sustancia que la gente se cree y que las recibe como el maná en el desierto.
Así, no extraña que tras la muerte del Papa Francisco, el Opus Dei recupere la gestión de Torreciudad. Mientras, el obispo de Barbastro amenaza con dimitir si eso sucede. No quiero ser agorero, pero este dimitirá o le cesarán, porque, en los tiempos que corren, el Opus tiene el cielo abierto. Tienen el Storytelling, el maldito relato a favor.