Cuentan muchas cosas, y no todas buenas, del nuevo presidente argentino, Javier Milei. Sin embargo, su discurso a la nación tras ser investido presidente fue clarísimo: “No hay plata”. Si Milei es populista se trata de un populista sincero que alerta de lo que está por venir, un ajuste duro que provocará estanflación, paro y sufrimiento a sus ciudadanos.

De momento ya ha cerrado ministerios, quitado anuncios públicos, parado obras, reducido el número de funcionarios, deflacionado el peso… no está mal para llevar menos de una semana en el cargo.

La elección de Milei solo se entiende desde la desesperación de un país sumido desde hace años en la miseria. Con una inflación del 140%, una caída histórica del peso respecto del dólar, el 40% de la población sumida en la pobreza y el 52% recibiendo algún tipo de subsidio, los votantes han dicho basta a la caída a los infiernos, si bien no saben si Milei será capaz de mejorar la situación económica del país o incluso acelerará su derrumbe.

No lo tiene nada fácil, pues al escaso apoyo del actual Parlamento se une la más que previsible oposición de los sindicatos peronistas, pero contar con un 56% de votos cuando el 52% de los ciudadanos tienen una paguita que seguro va a peligrar, habla del nivel de desesperación popular.

De entrada, ya ha metido la motosierra al 50% de los ministerios, de 18 a 9. Excelente medida porque un ministerio implica gente, asesores, viajes y gasto. Solo el ya cerrado Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad empleaba a más de 1.000 personas. Ojalá se siguiese el ejemplo en España donde, por ejemplo, muchos de los 22 ministerios se dedican a asuntos que son competencia exclusiva de las Comunidades Autónomas.

España estuvo representada en la toma de posesión, como siempre, por S. M. el Rey, quien acude a todas las tomas de posesión de presidentes latinoamericanos desde 1996. Más de 70 representaciones en actos similares convirtiéndole en nuestro mejor embajador. Ha llevado el nombre de España con líderes de derecha y de izquierda, centrados o populistas, le es igual, España debe llevarse bien con los territorios que hace un tiempo también formaron parte de nuestro país, lo mismo que hacen, magistralmente bien, Reino Unido con los países de la Commonwealth o Francia con medio continente africano. No solo se trata de honrar nuestra historia, sino de, también, aprovechar oportunidades comerciales. Nuestras escasas multinacionales lo son, en gran medida, por haber comenzado a crecer en el continente americano.

La ausencia de ministros del Gobierno de España es, de nuevo, un error diplomático que no se puede entender. Nuestra diplomacia no puede dar la espalda a Argentina porque al presidente de nuestro Gobierno no le caiga bien el presidente electo. Es un sinsentido moverse por este tipo de filias y fobias, lo mismo que es un sinsentido ir a Israel a enmendarles la plana en un momento tan complicado como el actual o ignorar el triunfo de Riad como sede de la Expo 2030. La diplomacia no puede moverse así. Y menos dejar al Rey sin ministro de jornada, acompañándole solo un secretario de Estado.

Dentro de las “curiosidades” de la asunción del presidente de Argentina está la presencia del presidente de Ucrania, quien entra y sale de su país en guerra cómo y cuándo quiere. Ahora que ha quedado en un segundo plano la guerra de Ucrania, no deja de ser un poco surrealista todo lo que envuelve a una guerra que nadie sabe cómo y cuándo terminará, si es que termina algún día, y el foco mediático que permanentemente logra el presidente Zelenski, quien, por cierto, debería convocar elecciones, algo también surrealista.

Ojalá Milei encuentre la manera de sacar del profundo agujero a un país estructuralmente rico, pero destrozado por sus dirigentes. Argentina es el vivo ejemplo de dónde puede acabar un país rico pésimamente gobernado durante décadas.