El pasado martes, el Bureau International des Expositions (BIE) designó a la ciudad de Riad como anfitriona para la Exposición Universal que se celebrará en 2030. Riad ganó sobradamente la votación (119 votos en primera vuelta, frente a 29 de la coreana ciudad de Busán y 17 de Roma) como colofón a un excelente trabajo de preparación que ha durado tres años.
Ganar la organización de un evento de estas características requiere determinación, unidad de actuación, calidad técnica, trabajo y recursos, y todo eso conforma la candidatura presentada por del Reino de Arabia Saudí.
A un muy buen proyecto técnico se le ha añadido una excelente campaña de difusión organizando, entre otros, un gran encuentro en París para los delegados del BIE en junio, aprovechando la asamblea anual, y tras el verano se han sucedido seminarios en París, Londres, Ginebra y Bruselas entre otras ciudades para explicar las virtudes de su candidatura, culminando con un simposio y un último encuentro en la capital francesa.
Y, por supuesto, la diplomacia saudí se puso a trabajar desde el primer día para asegurar el voto de cuantos más países mejor, pues las decisiones en el BIE se toman bajo el principio de un país, un voto, independientemente de su tamaño o PIB.
Ser Riad la ciudad elegida para este evento global tiene un significado especial para un país inmerso en una profunda transformación bautizada como Visión 2030. Arabia Saudí sabe que no puede ser eternamente dependiente del petróleo y por eso está invirtiendo en diversificación de ingresos, pero también en una apertura al mundo sin precedentes. Su objetivo es ser una gran potencia y constituirse en la referencia en la zona.
Su fondo soberano, PIF, actualmente con activos por valor de 700.000 millones de dólares, aspira a convertirse en el primero del mundo, llegando a los dos billones. Son conocidos sus proyectos estrella como la futurística ciudad Neom o The Red Sea Project, pero hay muchas más iniciativas, desde atraer a la élite del deporte a lanzar la moda saudí, pasando por una reinvención de la movilidad o del uso del agua.
Es triste, e incoherente, que casi no haya habido eco de la noticia en nuestro país. No son pocos los españoles trabajando en proyectos en Arabia Saudí, incluida la Expo, pero mientras franceses, americanos o ingleses cuentan con el soporte de sus Gobiernos para trabajar en el extranjero, aquí se les ignora hasta el punto de que ni se nos escuchó al equipo core de la candidatura para tratar de mejorar las posibilidades de Málaga para ser sede de la Expo temática de 2027. Y también es incoherente mantener ahora un bajo perfil con Arabia Saudí mientras nos estamos posicionando claramente contra Israel.
Arabia Saudí está inmersa en una gran transformación y muchas de las cosas que antes eran ciertas ya no lo son. Las mujeres pueden conducir, ir por la calle sin velo ni abaya, trabajar, viajar… Ya no hay policía religiosa, los no musulmanes pueden visitar las ciudades sagradas de la Meca y Medina y así muchísimos más cambios que hacen que el país esté cambiando día a día. Pero hay que entender que cambiar no implica tirar la tradición al suelo.
Muchas mujeres siguen llevando velo, hiyab o abaya porque se sienten más cómodas. Dentro de unos años, sobre todo las jóvenes, cambiarán sus hábitos, pero poco a poco. Juzgar a Arabia Saudí en la distancia es injusto a la vez que pretencioso. Su transformación está afectando a su sociedad, su economía y su estructura como Estado y en 2030 los objetivos son realmente ambiciosos.
Debemos olvidar nuestro eurocentrismo, no todo el mundo es, ni tiene que ser, como Europa, ni nuestros valores, si es que nos quedan, tienen que ser los mejores. Nos comportamos igual que las potencias colonizadoras, no somos diferentes en esto a la reina Victoria o a Isabel la Católica. En los países musulmanes la ley emana de Dios. Forzarles hacia una pseudodemocracia lleva al caos y a desastres como la principal consecuencia de las primaveras árabes, el Dáesh.
Arabia Saudí está determinada a ser un referente mundial, y lo va a lograr. No solo es un tema de recursos, es un tema de visión y determinación. A ellos no les falta ni recursos, ni visión, ni determinación. Su lema para la Expo 2030, La era del cambio: juntos por un mañana previsible, da buenas pistas de lo que se busca, un cambio profundo, armonioso y sin rupturas.