Las elecciones municipales del domingo en Cataluña centran la atención en la batalla de Barcelona. Por su importancia capital y por su influencia en la política catalana —y española—, y por la incertidumbre con que se presenta, con tres candidatos —Jaume Collboni, Ada Colau y Xavier Trias— prácticamente empatados, según las encuestas.
Si se confirman los pronósticos, queda claro que ningún candidato podrá gobernar solo, por lo que las elecciones tendrán una segunda vuelta con los pactos poselectorales. A la vista de la situación de empate técnico, sin embargo, será probablemente determinante quién llega primero a la meta. En los ayuntamientos, si no hay acuerdo entre los partidos para gobernar, se impone por ley la lista más votada.
Pero la batalla de Barcelona no es la única de las que se libran en Cataluña el domingo. Hay, al menos, otras dos que tendrán gran influencia en el futuro. La primera es la que enfrenta a los dos grandes partidos independentistas, ERC y Junts, para ver cuál de ellos se impone en el conjunto de Cataluña.
En las elecciones de 2019, ERC ganó por primera vez unas municipales, con 819.845 votos (23,48%) y 3.107 concejales, imponiéndose a Junts (537.463 votos, 15,39% y 2.798 concejales) y al PSC (765.236 votos, 21,92% y 1.315 concejales). Una de las incógnitas de estas elecciones es si ERC logrará repetir el triunfo en votos y concejales sobre Junts, una victoria posible, aunque los sondeos no son tan favorables. Aunque la independencia ha dejado de ser un leitmotiv de la campaña, el resultado de esta batalla dirimirá la primacía en el independentismo en el ámbito local.
La otra batalla significativa es la que libran los socialistas y ERC en el área metropolitana de Barcelona. Los republicanos están obsesionados con crecer en las ciudades más importantes que rodean Barcelona y esa es su máxima aspiración porque desbancar al PSC es un sueño imposible. En L’Hospitalet, Núria Marín gobierna con mayoría absoluta (14 concejales) y la única duda es si puede perderla. ERC tiene 5 regidores y quedó hace cuatro años a 27 puntos de distancia del PSC.
Lo mismo ocurre en Santa Coloma de Gramenet, con mayor ventaja aún del PSC. Núria Parlon tiene 17 concejales, tres más que la mayoría absoluta, y ERC solo 3, a 41 puntos de distancia. Gabriel Rufián, candidato de ERC, puede conformarse si repela algún concejal a los socialistas. Otro caso similar es Cornellà, donde Antonio Balmón (PSC) gobierna con 14 concejales (uno más que la mayoría absoluta) mientras que ERC tiene 4 y la distancia en porcentaje de votos fue de 33 puntos. En Viladecans o Sant Adrià de Besòs tampoco peligra el dominio del PSC, que tiene en el primer caso mayoría absoluta con 13 concejales (ERC se quedó en 5). La distancia es menor en Sant Adrià, donde el PSC tiene 8 regidores frente a 5 de ERC.
Sabadell y Terrassa son dos situaciones distintas. En el primer caso, el PSC ganó en 2019 con el 30% de los votos, obteniendo 10 actas, pero lejos de la mayoría absoluta de 14. ERC obtuvo un 20% de los sufragios y 7 concejales. En Terrassa gobierna Jordi Ballart, disidente del PSC, con 10 concejales, seguido por los socialistas, con 7, y por ERC, con 5. Todo indica que Ballart seguirá en la alcaldía.
Finalmente, Badalona es el ejemplo más atípico del área metropolitana. Se da por supuesta una nueva victoria de Xavier García Albiol, del PP, como ocurrió en las últimas elecciones. Pero la alianza de varios partidos contra Albiol le ha impedido gobernar, salvo algunos intervalos. El PP obtuvo hace cuatro años el 37,58% de los votos y 11 concejales, a tres de la mayoría absoluta, pero el alcalde actual es el socialista Rubén Guijarro (19,94% y 6 regidores). ERC es la segunda fuerza con el 24,52% y 7 concejales. Si Albiol podrá gobernar es otra de las incógnitas de estas elecciones.
La batalla del área metropolitana ha reavivado el antisocialismo de Oriol Junqueras, que no solo ha atacado a los socialistas por no ser independentistas, sino también por no ser socialistas. “¡Somos los verdaderos rojos!”, gritó Junqueras hace unos días en Santa Coloma. Veremos si los electores se lo creen.