La Barcelona de los comuneros quiere extrapolar a toda Cataluña el éxito de su pacto presupuestario en el consistorio. El eje Colau-Collboni se lleva de calle (con un 70%) las cuentas de 2021; ERC le da su apoyo a cambio de haberle sacado dos muelas y el club de Manuel Valls, que no quiere ser menos, se apunta a la foto de la gobernabilidad municipal. El éxito es tan atronador que prefigura el compromiso entre republicanos y socialistas por lo menos en la investidura que vendrá detrás del 14-D. Este último compromiso del consistorio está muy lejos de la segunda investidura de la alcaldesa con el voto favorable de Valls y el veto a ERC. El ex primer ministro socialista de Francia está muy hecho a la cogobernanza gala entre un Eliseo socialista y un Matignon republicano o viceversa. Pero lo que rige en París no funciona en Barcelona. Si Valls entra en el juego del hipotético compromiso entre Junqueras, Iceta y Colau, en el futuro Govern de la Generalitat, tendrá que aceptar como referencia al partido de la independencia. Y si Valls da este paso es porque tiene la garantía de que ERC no volverá a las andadas, de momento. Todos miran a Moncloa, el gran árbitro de los comicios autonómicos que, esta vez sí, marcarán la agenda política española.
Fortalecido por la izquierda a costa de UP (último CIS) y debilitado por el centro, el PSOE ha perdido en pocos días la cobertura que le ofrecían los Presupuestos Generales del Estado. Está exigido más que nunca a mantener el apoyo soberanista. Estamos a medio año de este dibujo: Sánchez presidiendo en Moncloa y aguantando carros y carretas de sus socios, el nacionalismo blando de PNV, el soberanismo duro de ERC y Bildu, los regionalismos canario y cántabro, y soportando también la leña al mono por parte de la oposición gangrenosa que luce la España de la raza; no de la idea. El CIS de diciembre avisa: fortalecimiento del PP a medio plazo y campaña de reunificación del espacio de centro derecha. Todos contra el PSOE, apoyado por los Señores de la Guerra en los territorios periféricos. División fea. Casado morirá enzarzado en contra de los indultos de los políticos del 1-O, si es que la medida de gracia se produce.
En seis meses, estaremos un poco peor que ahora; con un Podemos debilitado por la mala cabeza de Iglesias, el líder que mata moscas a cañonazos. Lleva meses hablando de la República como alternativa de la monarquía corrupta del emérito ¿Qué debió verle Luis María Ansón cuando dijo que “este muchacho es mucho mejor que Sánchez y se lo comerá vivo”? Algunos no se dan cuenta de que es la calidad democrática lo que nos importa y no la forma de Estado. Tendría razón, el primer Sánchez cuando le dijo a Iglesias: “Usted no puede estar en el Gobierno”. Y no puede; hoy está visto que el líder de Podemos es el eslabón débil de una gobernanza inicialmente enfocada hacia la UE y dispuesta a transmitir a la ciudadanía la fortaleza de sus instituciones. Podemos no cumple ninguna de estas dos reglas y sin embargo, ambas condiciones son un clamor en la calle. Iglesias siempre está, eso sí, en el flanco más difícil; ahora exige que se concedan cuanto antes los indultos a los políticos catalanes condenados.
Y su voz cae en medio del conflicto abierto entre la Fiscalía, contraria a los indultos y la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, cuando responde que “es el Gobierno quien decide”. Iglesias y buena parte del independentismo levantan a Riego como alternativa mitológica, pensando que, por definición, su forma de Estado es más democrática que la monarquía. ¿No se acuerdan de la Repúblicas populares del Este de Europa o de las repúblicas bálticas o de Libia y de Egipto? Además, la hipotética República de Rufián, Iglesias o Roldán no puede ser un quid pro quo. Si fuera fruto de este cambalache, nacería tocada, después de interrumpir lo que empezó en la Constitución del 78.
¡Desbaratemos de una vez la informalidad populista!: la República debe ser destruida (antes de nacer), como lo repetía Catón el Viejo en el Senado romano (Delenda est..) refiriéndose a Cartago, en el tiempo de las Guerras Púnicas. El resto de fuerzas en presencia muere de melancolía; Ciudadanos, el partido de Inés Arrimadas no encuentra el camino de retorno y se aproxima al abismo, la noche del 14-D. Vox se relame pensando en el sorpaso catalán que dejaría en la cuneta al PP, cuando es precisamente lo contrario: Casado ha comenzado su casa catalana desde los arrepentidos de Vox y algunos de los intransigentes que hoy presumen todavía de estelada. Las voces de mando autoritarias son concomitantes. Además, Génova teje un pacto con líderes regionales del PP para bloquear la influencia de Isabel Díaz Ayuso.
¿Nos encaminamos a una versión de investidura catalana ERC-PSC? Los jefes de ambos partidos lo han negado tantas veces, en público y en privado, que resulta imposible aventurar opiniones. Los hechos, en cambio, demuestran que la inercia de la política tiene un determinismo más fuerte aún que la economía o el equilibrio nuclear. No habrá guerra hasta que alguien apriete el botón rojo; ¿y si el botón va solo por razones ambientales que han dotado de inteligencia a las máquinas? Será un capricho de la historia, como lo fue la fusión entre los capiteles dóricos del Partenon y la construcción corintia de sus columnas.
Quedan muchos cabos por atar, pero hay uno de especial importancia: ¿se dejará En Comú Podem las llaves en el maletero del coche donde guardan las esteladas? En Comú es una rama de Podemos, una fuerza convergente a la que también le gusta poner a parir a los Borbón Dos Sicilias ¿Dejarán de lado la República, de una vez, los podemitas catalanes? No creo; ellos solo aman a Esculapio, el dios que curaba a los guerreros en las playas de Salamina.