Retrato de Manuel Cruz antes de la entrevista en Crónica Global / LENA PRIETO

Retrato de Manuel Cruz antes de la entrevista en Crónica Global / LENA PRIETO

Política

Manuel Cruz: "Iglesias no se ha ganado un sitio en el Gobierno"

El presidente del Senado en funciones dice que "el PP, históricamente, ha sido muy proclive a pedir en nombre de acuerdos de Estado ayudas al PSOE, pero luego es muy reticente a darlos a la inversa"

6 noviembre, 2019 00:00

Manuel Cruz (Barcelona, 1951) precisa sus palabras. El presidente del Senado en funciones, y candidato del PSC al Senado por Barcelona, no quiere hablar de soluciones ni de planes a largo plazo. Ha comprobado, y ya lo intuía, que en la política se improvisa continuamente, y que aparecen problemas que hay que abordar de forma inmediata. Filósofo, con una larga obra publicada a sus espaldas, Cruz piensa primero en la investidura. Pero tiene claras algunas cosas: “Iglesias no se ha ganado un sitio en el Gobierno”, señala en esta entrevista con Crónica Global.

--Pregunta: Llegamos al 10 de noviembre. ¿Qué ocurre si el mapa político resultante es similar al del 28 de abril? ¿Qué se debe hacer?

--Respuesta: Creo que no será exactamente igual. No todos los protagonistas van a tener el mismo peso, y uno de ellos puede crecer, en la derecha. Y también puede haber cambios en el flanco de la izquierda. Pero estoy convencido de que las fuerzas políticas no mantendrán, al margen de esos cambios, las mismas posiciones. Entre otras cosas, porque hay algunas lecciones, y es que el posible descenso de Ciudadanos estará conectado con la actitud que mantuvo tras los anteriores comicios, y ahora, cuando reacciona, tal vez sea demasiado tarde. Aunque alguien pensara que podemos estar en el mismo sitio, de cara al debate de investidura, no creo que estemos igual. Y si el PSOE aumenta sus votos, la posibilidad de esa investidura crece más.

--¿El deseo del PSOE es la abstención de PP y Ciudadanos en la investidura? Sin embargo, luego hay que gobernar. ¿Hay una estrategia de alianzas?

--Primero, la primera lección que hay que sacar, es no sacar lecciones de forma apresurada. Se decía que llegábamos al final del bipartidismo, que se iniciaba una etapa de cuatro partidos. Y vemos que, de momento, una de las cuatro fuerzas políticas parece que está a punto de hundirse. Una, Ciudadanos, que pudo superar a la derecha más clásica. Dicho esto, hay que distinguir entre investidura y un acuerdo de gobernabilidad. Y una cosa sí se puede decir, al margen de los planes que Pedro Sánchez pueda tener cuando gobierne. Y es que, aunque el PSOE ha dicho que tiene interés en que sea su socio prioritario, con los hechos de las últimas semanas, Pablo Iglesias no se ha ganado un sitio en el Gobierno, más bien al contrario. Por las cosas que han ocurrido, se hacen comprensible los recelos políticos. No digo deslealtad, digo recelos políticos. Y pongo un ejemplo, hace unas pocas semanas: Irene Montero, en televisión, aseguraba que Podemos debía estar en el Gobierno porque era la manera de controlar que el Ejecutivo cumpla sus promesas. Es como hacer oposición al Gobierno desde dentro. Si estás en el Gobierno, no puedes hacer oposición. Hay otras fórmulas para garantizar los acuerdos, como hemos visto en Portugal, donde nadie ha atacado al Ejecutivo al decir que aprovechaba su posición para no cumplir lo acordado.

--¿Entonces, ¿no será mejor decir qué se quiere y con qué socios se puede realizar lo que se desea?

--Desde el punto de vista de higiene política, lo deseable es que sea una legislatura normal, que dure cuatro años, y para eso lo mejor es mostrar cuáles son los planes, qué se quiere hacer y qué prioridades hay, y quién se suma para cumplirlas. Lo primero son unos presupuestos. Es el primer paso. Un Gobierno que no pudiera presentar sus presupuestos es como nacer muerto. Habrá que ver en qué dimensiones sociales, políticas y territoriales nos movemos. Qué se quiere hacer y qué salida se le ofrece al Gobierno catalán.

--¿Esa definición de nación de naciones, que salió en el debate? ¿Eso es lo que hay que hacer?

--Creo en primer lugar que los debates terminológicos son estériles. ¿Qué es realmente importante y grave, que se distinga entre una nación de naciones o una nación de nacionalidades? He escuchado a Cayetana Álvarez de Toledo, que ha dicho que las nacionalidades se introdujeron en la Constitución como eufemismo de regiones. ¿Y cómo lo sabe?, ¿se lo dijeron a ella los padres de la Constitución?, ¿y por qué fijar regiones más un eufemismo? Sabemos que con el término nacionalidades se hacía referencia a un plus, que en ese momento no se podía concretar. Es lo mismo que ocurrió con el Estatut, que no se quería hablar de nación, y se puso en el prólogo. Y todos sabíamos que la intención era que si se reconocía el concepto de nación, era para decir que se tenía derecho a un Estado. Ese era el debate de fondo. Ahora vamos a intentar ser lo más claro posibles.

Las notas de Manuel Cruz / LENA PRIETO

Las notas de Manuel Cruz / LENA PRIETO

--Es un debate nominal pero, ¿qué se puede hacer, una reforma constitucional, o un reconocimiento de un mayor autogobierno?

--Hablamos sobre cómo habría que proceder. En primer lugar, dibujar el terreno de juego, los márgenes que ninguno quiere desbordar. Las reglas del juego son la legalidad vigente, la Constitución y el Estatut. Y lo primero que se debe hacer es aparcar los agravios. Y no poner sobre la mesa los programas de máximos. Al contrario. Debemos poner aquello en lo que puede haber acuerdos: identidad, elementos culturales, la lengua o el llamado blindaje de esas cuestiones. Deberíamos poner una relación de cosas en las que nos podemos poner de acuerdo, como la profundización del autogobierno, o cuestiones de financiación. Creo que encontraríamos bastantes acuerdos. Y a partir de ahí ver los problemas, los que se creen realmente que son graves y que podrían justificar la independencia. Supongamos aquello que se decía de "España nos roba", o si el autogobierno es insuficiente, y luego las cuestiones graves para la otra parte, y veríamos que a partir del marco que tenemos se podrían corregir. Yo recuerdo, con la sentencia del Estatut, un artículo de Felipe González y Carme Chacón en el que se defendía que algunas cosas por una determinada vía no se podían plantear, pero sí por otra. Si se hace así, la posibilidad de un acuerdo no me parece disparatado.

--¿Es responsabilidad de Pedro Sánchez, con la repetición de las elecciones, la posible subida de Vox?

--Lo primero que quiero decir es que la responsabilidad del PSOE en la repetición de las elecciones no me parece una obviedad ni mucho menos. Pero se dice que Sánchez aspiraba a esa repetición. Sin embargo, se dejan de lado las cosas que han pasado. Y es que Albert Rivera se negaba a ir a la Moncloa, es que ni se acercaba. Por tanto, no se puede retorcer el argumento. Pablo Iglesias tuvo una oferta con una vicepresidencia y tres ministerios y no la aceptó. Eso también supone forzar el argumento. Laura Borràs habló de 155 razones para decir no a la investidura. Descargar la responsabilidad en Pedro Sánchez me parece excesivo. Pero a Vox, quien le ha dado carta de naturaleza positiva ha sido PP y Ciudadanos, porque se han formado gobiernos que los han legitimado. Y luego hay otro argumento. Cuando comenzó el procés, se decía que Madrid era una fábrica de independentistas. Que era el responsable. Por eso mismo, siguiendo esa lógica, Vox ha subido por el procés independentista. Si admites una cosa, debes admitir la contraria. Me parece que la responsabilidad de Sánchez no es ni mucho menos la principal.

--Cuando se ve que estos posibles socios de la moción de censura no son muy creíbles ¿Es creíble entonces algún tipo de acuerdo entre PSOE y el PP?

--¿Qué tipo de acuerdo?

--Un apoyo desde fuera. O que uno de los dos, quien gane, pueda apoyar en determinadas cuestiones al Gobierno.

-El único ámbito en el que sería deseable un acuerdo, hipotéticamente, ojalá no se dé, en el que hiciera falta un acuerdo entre todas las fuerzas constitucionales que definen un Estado de Derecho. En abstracto, hay situaciones que son de Estado en el que los políticos aparcan sus diferencias porque hay un bien mayor. Esto, que es una premisa, sin duda es difícil de gestionar. El PP, históricamente, ha sido muy proclive a pedir en nombre de acuerdos de Estado, ayudas al PSOE, pero luego es muy reticente a darlas a la inversa. Eso se puede plantear, pero es de muy difícil gestión. Hasta aquí puedo leer.

--Se ha dicho que la propuesta de Pedro Sánchez de penalizar los referendos ilegales es una de las condiciones puestas por el PP para allanar el terreno de la investidura. ¿Es cierto?

-Sobre las lecturas de acuerdos secretos, algunos deberían hacer autocrítica. Se dijo que lo que quería el PSOE era pactar con Ciudadanos tras las elecciones de abril, mientras que este partido hablaba de la banda de Sánchez y de la habitación del miedo, lo cual fue un ridículo considerable. Ahora ocurre lo mismo con el PP. Pero ellos mismos dicen que les interesa estar en la oposición para no desdibujarse. Me atrevo a decir que, en este momento, tal como está Vox, algo que sonara a pacto entre PP y PSOE provocaría que muchos votantes se fueran a Vox.