“Las paredes tienen orejas. Vuestras orejas tienen paredes”. Así receba una pintada aparecida en la facultad de Ciencias Políticas de Paris en aquel año 1968 tan pródigo en imaginación e imágenes. La recuerdo tras el primer asalto del pleno de investidura de Pedro Sánchez porque parece el prolegómeno de una legislatura que se aventura de oídos sordos y de una dureza que ya quisieran para sí muchas paredes. Pero también porque ya nos gustaría a muchos ser oreja en pared del Palacio de Oriente, en donde hoy se celebra la Pascua Militar, como cada año, para poder percibir los comentarios de todo tipo que por sus salas puedan suscitarse.
Sería curioso saber cómo respiran en privado oposición, representantes de la judicatura o militares, cuyos jefes serán relevados previsiblemente en el primer Consejo de Ministros de esta semana. Si tenemos en cuenta que el artículo octavo de la Constitución establece que "Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional" y visto el enrabietamiento mostrado estos días por los portavoces de PP y Vox, los comentarios pueden resultar altamente enjundiosos.
Los Reyes Magos nos han traído, si la cosa no se tuerce mañana --cosa harto improbable--, un presidente y, con ello, un nuevo Gobierno. Bienvenido sea, a ver si zarpamos del puerto de la incertidumbre de una vez por todas, aunque tampoco sepamos con certeza a dónde y cuándo arribaremos. Lo único claro es que el nuevo Ejecutivo nace en un ambiente enrarecido, de recelo y desconfianza. Serán más interesantes las reacciones de los próximos días que la propia composición del Gobierno. Desde la izquierda por la brasa que sin duda dará la derecha; en la derecha por el sarpullido que le produce la simple idea de un gobierno apellidado progresista y parece improbable que le otorgue ni los cien días de cortesía tradicionales para ver por dónde se encamina. ¡Más vale que nos pertrechemos de una buena dosis de paciencia!
Es inevitable que exista cierta sensación de que está todo cogido con alfileres y en un equilibrio inestable de partidarios y detractores de la investidura del candidato socialista. Cosa que explica la extrema celeridad con que se convocó el Congreso, no sea que salgan más Revillas y se descoyunte todo otra vez dado el batiburrillo que representa la suma de votos favorables a Pedro Sánchez.
Sin embargo, a la vista del panorama, mejor dejemos un resquicio al optimismo y confiemos en que se cumpla aquello de “La imaginación al poder” y se haga realidad lo del “Decreto el estado de felicidad permanente” o “Cambiar la vida. Transformar la sociedad” que se leía en las paredes parisinas. Aunque aquel 1968 para nosotros, fue un año cuyo dato más significativo para el recuerdo presente, al margen del primer muerto por ETA, del asesinato del comisario Melitón Manzanas o de estados de excepción con oleadas de detenciones, fue el nacimiento del actual Rey Felipe VI que recientemente proclamaba “la defensa y el impulso de la solidaridad, la igualdad y la libertad como principios vertebradores de nuestra sociedad”. Palabras que podrían traer ecos republicanos, por aquello de la Liberté, egalité, fraternité nacido de la Revolución Francesa cuando declinaba el siglo XVIII.
Imaginación desde luego va a tener que poner y mucha el nuevo gabinete para sortear los arrecifes y obstáculos de todo tipo que puede encontrar. Y no será el menor la elaboración de unos nuevos Presupuestos Generales del Estado, que ya cumpliremos tres años con los que hizo Cristóbal Montoro, fiel imagen de la inestabilidad que arrastramos en el último lustro. Ardua tarea será aprobar unos nuevos ya entrado el 2020, que las actitudes ante las cuentas públicas son variadas y diversas, incluso o sobre todo en el bloque sanchista. En algún momento deberá empezarse a actuar sobre la realidad de la vida cotidiana de los ciudadanos y el cumplimiento de los objetivos de déficit establecido con la UE exigirá algunos ajustes, vía impuestos o reducción de gastos. La vicepresidenta económica in pectore Nadia Calviño, por más horrorizada que esté ante la que se le avecina, tendrá que aplicarse a fondo en un gabinete en el que convivirán además sensibilidades bien distintas.
Y por encima de todo seguirá planeando el “conflicto político con Cataluña”. Es generalmente asumido que resulta imprescindible abandonar la vía judicial para pasar a la política. Pero durante los últimos tiempos tal parece que todos nos hubiésemos vuelto juristas, incluso lingüistas, y se han forzado demasiado las costuras de los estamentos judiciales, que ni saben ni pueden ni deben gestionar políticamente. Habrá que esperar a ver cómo se concretan los acuerdos PSOE–ERC y que movimientos hace JxCAT en su guerra sin cuartel con los republicanos. Sólo faltaba en la fiesta la JEC y se descolgó con la inhabilitación de Quim Torra que se fue al Parlament el sábado por la tarde y ahí sigue, tan ricamente, de president. En su apoyo, se manifestaron unos cientos de personas ante la Jefatura Superior de Policía de Barcelona convocados por la ANC y ataviados con narices de payaso bajo el lema de “Estamos hasta las narices”. Menos mal que no se les ocurrió decir “Estamos hasta los huevos”, algo mucho más acorde con el sentimiento general.