Parece que con el inicio de la recuperación económica la sociedad empieza a hervir y a reclamar tanto los derechos perdidos en la crisis como nuevos derechos. En estos últimos días las reivindicaciones de igualdad de las mujeres o la reclamación de los pensionistas son un síntoma. Y todo hace prever que esto no acabará aquí.
Esta es una situación que no es nueva. En todo ciclo económico los momentos de crisis son momentos de debilidad en la reivindicación social, parece natural puesto que la crisis comporta miedo entre la ciudadanía. Lo contrario pasa en el momento de recuperación económica donde las ansias reivindicativas se desatan.
En España todo indica que hace falta un cambio en profundidad. La derecha política y económica en nuestro país es profundamente reaccionaria y antisocial. Despotrica contra la intervención económica del Estado pero a la vez se aprovecha precisamente de los presupuestos del Estado.
En todo ciclo económico los momentos de crisis son momentos de debilidad en la reivindicación social
La característica de los grandes poderes económicos a los cuales se subordina la derecha política es el capitalismo concesional. Las grandes compañeras del Ibex viven de las concesiones del Estado. Desde las compañías de servicios hasta las grandes constructoras y las financieras. El estado y especialmente la derecha política están a su servicio. Esta es una de las razones en gran medida del cáncer de la corrupción en el país. Los corruptos son políticos pero los corruptores son empresarios. Y en el sistema de concesión fraudulento está en gran parte la base de la corrupción.
Tenemos una patronal rapaz incapaz de adaptarse al cambio de los tiempos y de la economía. Es una clase empresarial, que con honrosas excepciones, se basa en la explotación intensiva del trabajo y en la privatización de servicios públicos y parece incapaz de avanzar en todo el que represente inversión en la modernización, en la innovación y en el conocimiento de los sistemas productivos.
La crisis se ha hecho a expensas del conjunto de la sociedad, especialmente en la rebaja de las condiciones laborales y sociales, en un recorte brutal del Estado del bienestar y en beneficio único del gran capital empresarial especialmente el especulativo y financiero.
Ahora el malestar social acumulado empieza a romper las costuras de la resignación y sale a la calle con las reivindicaciones sociales aplazadas. El sindicalismo confederal considera que es la hora de la ofensiva para la reconquista de los derechos perdidos durante la crisis y la conquista de nuevo derechos.
Las reivindicaciones tienen no sólo una base de justicia sino de racionalidad económica. Para consolidar la recuperación económica hace falta más y mejor trabajo, con trabajos más dignos y estables e incrementos salariales que favorecerán tanto el consumo como la recaudación fiscal. Es necesario revertir una contrarreforma laboral injusta que es la responsable de la aberrante situación laboral. Más y mejor trabajo es la base para conseguir a largo plazo el mantenimiento de unas pensiones dignas para las personas jubiladas, y a corto plazo habrá que establecer las reformas necesarias que mejoren las fuentes de financiación de la Seguridad Social eliminando la regresiva contrarreforma unilateral del PP, especialmente el absurdo factor de sostenibilidad y devolviendo el derecho al mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones.
Ahora el malestar social acumulado empieza a romper las costuras de la resignación y sale a la calle con las reivindicaciones sociales aplazadas
A la vez hay que hacer frente a los sectores más afectados por la crisis, desde los jóvenes sometidos a una precariedad insostenible que impide su derecho a la propia independencia personal, a los parados de larga duración estableciendo medidas como la renta garantizada de ciudadanía, y acabando con la discriminación de las mujeres en el ámbito laboral y social que parecen abocadas a ser tratadas como fuerza de trabajo subsidiaria, de trabajo de segundo nivel y trabajos a tiempo parcial no deseados.
Pero también hace falta un cambio estructural en el sistema de redistribución. Hace falta una reforma fiscal progresiva que haga que no siempre sean las rentas del trabajo las más castigadas mientras las rentas del capital salen beneficiadas. Hace falta un mayor nivel de recaudación fiscal para permitir estimular la inversión pública para mejorar el estado del bienestar lo que a la vez comportará un filón de ocupación estable al servicio de la sociedad. Pero también habrá que replantearse la necesidad de volver al sector público el control de servicios básicos de la sociedad, como son la energía, el agua o la creación de vivienda social pública. Y la necesaria inversión para cambiar el sistema productivo que precisa de más inversión en innovación, y ciencia, así como actualizar infraestructuras y equipamientos.
La movilización sindical y social es imprescindible y necesaria para conseguir un cambio político en profundidad. Hoy en día la capacidad de generar alternativas parece que está en manos de la sociedad y de las clases trabajadoras y sus organizaciones, a la vista de la incapacidad de la clase política. Será la movilización sindical y social para conquistar derechos aquello que pueda impulsar la necesidad de una alternativa política, especialmente ante la evidencia de la decadencia del partido en el poder lastrado por sus políticas y su corrupción, e impidiendo que sea reemplazado por una nueva derecha que sólo se diferencia en las apariencias pero no en las políticas económicas y sociales.
Esta movilización social en estos momentos vinculada a sectores concretos de la sociedad, mujeres, pensionistas, reivindicaciones salariales, hará falta posiblemente dirigirla por parte del sindicalismo confederal hacia una acción del conjunto de la sociedad para derribar unas políticas erróneas y agresivas contra la mayoría social.
Hay que impulsar la ofensiva para conseguir la conquista nuevos derechos y reconquistar otros perdidos por las políticas austericidas hegemónicas durante la crisis. Ahora parece ser el momento objetivo para hacer avanzar la sociedad en igualdad y libertades políticas y sociales.