Prometo no volver a decir de qué irá mi siguiente artículo porque el sábado dije que me metería en la mente del Molt Honorable hijo del pastelero de Amer y hoy debo cambiar de guión. Que me pondría una escafandra y sumergirme en la mente de Puigdemont para averiguar si tiene cuajo de mártir o ínfulas de Napoleón. Hay días que me recuerda al amante de Josefina y otros al guardián de las llaves del cielo que nunca llegará con esas frases del "sí o sí" que las cuenta para conseguir el apoyo de la banda de Anna Gabriel, que me suenan al eco del "no es no" de otro Pedro. San Pedro cuando llegó la noche de la detención renegó de su Señor...
Debo cambiar de guión porque la actualidad me atropella y hablar del juez Santiago Vidal el sábado será como hablar de leche dejada al sol de enero a la intemperie de las Canarias, que se convierte en leche agria que te hace vomitar descomponiendo las entrañas más cuajadas.
Muchos años antes que empezará el procés conocía a este juez tarambana que hacía bolos por toda Cataluña para denunciar el funcionamiento de la Justicia. Era un juez guay que arrancaba el aplauso de los oyentes porque lo suyo era despotricar contra la autoridad. Es de ese tipo de hombres que te puede discutir que una montaña está mal hecha por la naturaleza simplemente porque hace mal día o le cae antipático ese paisaje. Mejor darle la perra gorda que discutir con un juez que llevaba coleta.
Los jueces son gente formada y honesta, pero una cosa es lo general y otra las excepciones. Un juez que se presente como senador de ERC es una excepción, como lo fue el manos largas del juez Luis Pascual Estevill colocado a dedo por el infalible ojo del ex Honorable Jordi Pujol en el Consejo Superior del Poder Judicial, en representación de CiU.
A todos los que el día anterior le reían las gracias se les hiela la boca en el frío enero y lo arrojan a la hoguera como un apestado
Sin pretenderlo, Vidal ha puesto frente al espejo a los separatas, que se han visto con el culo al aire con el grito sordo de ¡el rey está desnudo! Que nadie osa negar porque existen cinco grabaciones de los bolos de este juez en buena hora suspendido de sus funciones por haber redactado la Constitución de la ensoñación de la República independiente de su casa con capital en BCN.
Los indepes le reían sus gracias, tiene una veta para ingresar en el Club de la Comedia de La Sexta en el reino de Roures, cuando explicaba que el Govern está incumpliendo la ley porque así debe hacerlo para conseguir su ensoñación de convertirse en el presidente del Tribunal Supremo de la Ínsula Barataria, y su club de fans salivaba y le aplaudía con las orejas.
Y de repente, cuando sus palabras se publican, sus colegas hacen el papelón de rasgarse las vestiduras y abjuran a toque de corneta de este bocamoll impenitente. A todos los que el día anterior le reían las gracias se les hiela la boca en el frío enero y lo arrojan a la hoguera como un apestado. El cinismo retrata a los que sueñan despiertos con llegar un día a ser honorables ciudadanos de la república de la butifarra de pagés.
Hasta la histriónica Rahola, que aspira a ser la Juana de Arco del Empordà, enseña sus vergüenzas al reconocer que no entendió cómo un hombre solo redactó la Carta Magna en unos fines de semana cuando la odiosa Constitución del 78, hija de los herederos de Franco, necesitó a siete ponentes trabajando dos años a dedicación completa, entre ellos dos principiantes, nada que ver con el juez Vidal, los catalanes Miquel Roca y Jordi Solé Tura. No dijo nada, confesó, porque no quería dar munición al enemigo...
Lo mejor de la historia es que los ha retratado. Ver cómo la risa se les ha congelado. No es que el juez Vidal mienta. Es un pintor de brocha gorda
No voy de listo pero no me sorprende la pata de gallo de este juez narcisista porque hace doce años asistí a una de sus conferencias. He olvidado el tema de la conferencia de ese juez que dantes llevaba coleta, pero no la sensación que tuve al salir del acto en una noche que lloviznaba: que a ese juez sólo le faltaba la sábana y las cadenas para ser lo que parecía. No lo escribí entonces porque Jueces para la Democracia, asociación a la que pertenecía, tienen una piel muy sensible y una tendencia el gatillo fácil de desenfundar el teléfono y amenazarte con una demanda si no pides disculpas. Igual que digo que los jueces son gente formada y honesta, también son picajosos porque tienen la cancela de la prisión.
Lo mejor de la historia es que los ha retratado. Ver cómo la risa se les ha congelado. No es que el juez Vidal mienta. Es un pintor de brocha gorda. Dice lo que piensa y también la Santa Compaña, el arte está en el detalle. No es Miguel Ángel. Lo curioso del caso es que la banda de Oriol se jacta de que ha digerido el asunto en un tres i no res. Junqueras es un cínico que tiene una buena tripera.