Samantha Gilabert fue una de las concursantes más queridas y a la vez más polémicas de la edición. "He hablado con mis padres en español. En la vida había hablado con ellos en ese idioma del demonio", espetó a sus compañeras dentro de la Academia de Operación Triunfo 2020.

Este comentario, el hecho de cantar una canción en catalán de Lluís Llach, adalid del independentismo, y un pasado relacionado con la CUP, molestaron a algunos espectadores. Aun así, su carácter y su voz la llevaron hasta la semifinal del talent show.

Cantante y poeta

Una vez finalizada la edición más complicada de OT por culpa del Covid, la cantante ya tenía asegurados dos trabajos. Uno de ellos fue Nada, su primer disco en solitario. El segundo fue la propuesta de escribir un libro de poesía. Su título, Mi refugio.

En el libro, editado por Bruguera, la joven dura, valiente y desenfadada desaparece para mostrar a una chica con dudas, debilidades y miedos, muchos miedos. De todo ello, habla en esta entrevista, en la que está rodeada de obras.

Samantha revisa su libro / JC - CRÓNICA DIRECTO

--Pregunta: ¿Es lectora habitual?

--Respuesta: Sí

--¿Cuáles son los libros que más le gustan?

--En la biblioteca de mi pueblo, que es superpequeña, donde apenas hay libros y el catálogo está superdesactualizado, descubrí Tu nombre escrito en el agua, que ganó el premio Sonrisa vertical. Es erótico, pero tiene una trama… Y La última confidencia de Hugo Mendoza, de Joaquín Camps, un escritor valenciano que es mi libro favorito. De poesía el primer libro que leí fue Alas de mar y prosa de Escandar Algeet y ahora estoy con la Antología poética de Benedetti con prólogo de Joan Manuel Serrat.

--¿Qué le animó a escribir?

--Mi padre tiene mucho arte escribiendo y él nunca ha publicado, pero para mí es muy bueno y en mi casa siempre ha habido libros. Yo escribí un diario cuando era preadolescente, pero a los 15 años con mi primer amor empecé a escribir y pensé: “Esto ya no es un diario”. Escribía sobre lo que sentía. Y me hacía sentir bien.

--¿Piensa continuar por este camino, el de la escritura?

--Yo nunca voy a parar de escribir. Igual estoy tres meses sin escribir nada o hay días que escribo tres poemas o textos.

 

 

Samantha, durante la entrevista con 'Crónica Directo'

--¿Qué se va a encontrar el lector en este libro?

--Es un libro que escribí desde las entrañas, porque intento escribir desde ahí. No sé hacerlo de otra manera. Hay desde mis dramas más personales al drama menos importante como miedos, incertidumbres, ansiedad, ataques de pánico. Mi experiencia, contando de desamores a ataques de pánico.

--También compone, lo vimos en la academia y ahora con su disco. ¿Son métodos distintos?

--Sí. Con la música yo primero hago melodía (tararea) y luego tengo que encontrar una frase que encaje y que quiera plasmar. No tiene que ser algo que me pase. A veces es una frase que me gusta y habla de un desamor que yo no estoy sintiendo ahora. A la hora de escribir, en cambio, es un fluir de todo lo que siento y es real. Es diferente y muy bonito. Ambas partes.

--Aquí deja ver la Samantha más frágil también. ¿Era su voluntad?

--Lo era y no. Yo escribo esto y es lo único que sé escribir, lo que siento realmente. Hay escritores que me fascinan que imaginan un amor y son capaces de escribirle a ese amor no tangible. Yo no puedo hacer eso, tengo que sentirlo, tiene que haberme pasado. Podría, pero no fluiría igual. Aun así, voy a probarlo.

--¿Y tiene miedo de mostrar esta parte de usted?

--No porque he normalizado mucho el miedo, la ansiedad, que la tengo, como también he tenido ataques de pánico en mi vida. Ahora estoy muy bien, la verdad. Soy hipocondriaca y somos así, pero estamos en manos de profesionales. Pero tenemos esos miedos. De repente, estás en tu casa haciendo la comida y te cagas de miedo. Le pasa a muchísimas personas.

--¿Cree que el libro puede ayudar a personas que tengan estos miedos y ataques de ansiedad?

--No lo sé. Pero les digo que a mí me gusta mucho hablar de ello. Haciéndolo descubres que no estás sola, que le pasa a más gente. A veces andaba por la calle y pensaba, “mira qué bien están y yo con un nudo en el estómago”. Pero seguramente ellos también lo tienen o lo están teniendo.

--Ha dicho que es hipocondriaca. ¿Cómo ha vivido el Covid?

--Es horrible. Horroroso. Y eso que ya lo pasé y cuando di positivo lo pasé fatal. No por la enfermedad, porque no tuve fiebre, solo estaba algo más cansada, un día tuve una migraña horrible, y a los dos días perdí el olfato y fui a hacerme las pruebas. Y sí, lo tenía. Y ya empezaba con dolor de pecho, pero no por neumonía o tos, que nunca tuve, sino por la ansiedad. Lo pasé realmente mal. Y hoy sigo pensando que lo tengo.

--Y cuando escucha declaraciones como las de Miguel Bosé y Victoria Abril, ¿qué siente?

--Me parece… Yo he tenido personas cercanas que han pasado Covid. Mi abuela estuvo en la uci por ello. Esto es serio, es un problema real. Mucha gente lo ha pasado fatal y es muy importante que nos tomemos las medidas en serio.

--¿Cómo le ha afectado la pandemia tras el lanzamiento del disco?

--Teníamos que empezar unos conciertos ya y no se puede. No pasa nada. Lo hemos aplazado. Nos encantaría que en verano se pudiera hacer gira por España, aunque sean cuatro conciertos y con aforo súper reducido.

 

 

Samantha Gilabert, durante la entrevista con 'Crónica Directo'

--¿Y el mundo de la música, en general, cómo la ha vivido?

--Los músicos vivimos de los directos y nos gusta estar en contacto con nuestros fans. Pero se ha demostrado que la cultura es segura y el público va a disfrutar con su artista, con la música en directo… Creo que deberíamos seguir haciendo más conciertos, mas teatro... más directo. Que nos notemos y olvidarnos de todo lo que está pasando.

--También ha hablado de ataques de pánico, ¿cómo los vive?

--En tu cabeza pasan mil pensamientos diciéndote lo peor que te puede pasar. He aprendido a detectar que son pensamientos y no la realidad: “Esto es intrusivo, Samantha, no te vas a morir”. Pero la primera vez, me fui a urgencias.

--¿Sufrió alguno en la academia?

--Una noche estuve muy al borde. Salí de la habitación, fui a por una tila y ya. Tampoco nunca en cámaras, ni en directo. Hace mucho que no tengo ninguno. También es cierto que estoy haciendo terapia y lo gestiono con profesionales.

--De vuelta al libro, ¿se lo propusieron o fue idea suya?

--Cuando salí de OT tenía la propuesta ya en la mesa: publicar un libro que no existía. Ellos sabían que escribía porque lo vieron en la academia, recité en un chat y vieron que ya tenía un poemario publicado en valenciano del 2015. Y acepté hacer uno, esta vez en castellano. Me hizo mucha ilusión. Les pasé lo que tenía y les gustó.

--¿Le costó más escribirlo en castellano? Recordemos que en el programa, cuando fueron sus padres, dijo que le costaba.

--Me costaba muchísimo, la verdad. Ahora mismo siempre escribo en castellano, porque como siempre hablo y pienso en castellano... ya me está dando rabia que estoy cambiando mucho el chip. Cuando vuelvo al pueblo me cuesta cambiar el chip y a la inversa. Pero supongo que es normal, es mi idioma materno.

--¿Ahora vive en Madrid?

--Sí. Y con la gente con la que me muevo, pues habla castellano, pero tengo una fluidez impresionante (bromea poniendo acento catalán). Pero cuando entré a OT había palabras y verbos que se me atragantaban como ladrillo o rodilla. Me cuesta incluso húmedo, me salía húmido.

--¿Cómo vivió entonces la polémica generada en torno a sus comentarios sobre el uso del catalán, las relaciones con el independentismo y la CUP…?

--No me enteré, cuando salí ya había pasado todo.

--¿Le dolió o molestó?

--No. Tampoco es un insulto que te llamen independentista. Pensaba que ya habíamos superado esa barrera de "hablo valenciano o catalán". ¿Por qué? Hay todavía una barrera lingüística. Yo hablo valenciano desde que era pequeña y soy igual de valenciana, igual de española y beñarrera. Yo siento mucho amor por la terreta y la he defendido muchísimo y he defendido el valenciano, que es mi idioma. Mucha gente no sabía que en Valencia hablábamos valencià y que era como el catalán… Ahora sí.

--Ahora, se mete por eso en otra polémica. Se ha criticado por algunos sectores que son cantantes metidos a poetas…

--Yo a los 19 publiqué mi primer poemario y no era cantante aún. He sacado antes un poemario que un disco. Siempre me ha gustado escribir y siempre me ha gustado cantar y se pueden hacer las dos cosas. Pero no me considero poeta. Poeta es Benedetti, Serrat, Sabina. Samantha no es poeta, de momento.

--¿Y ya ha encontrado su sitio? En el libro habla de que en algún momento se ha sentido perdida al respecto de qué hacer con su vida.

--Yo siempre he querido ser cantante, dedicarme a lo que realmente me gusta: escribir, cantar, componer, interpretar… Pero a los 18 o 19 años todos mis amigos iban a estudiar una carrera y yo no quería hacer nada. Le dije a mi madre que estaría cuatro años sufriendo porque lo que quiero es cantar. Iba a clases de canto y música, pero mi madre insistió. Hice varias FP porque eran prácticas y cortas. Tenía muy claro que quería ser cantante, no había otras posibilidades. Y mi madre me dijo de estudiar Turismo. Lo hice y lo aprobé, porque si me pongo, me pongo. Y me gustó. Pero cuando empecé a trabajar en un hotel, en seguida me pusieron como cantante. Y a los dos meses entraba en Operación Triunfo.

Samantha Gilabert durante la entrevista / JC - CRÓNICA DIRECTO

--Revela en el libro que antes tenía una especie de adicción a las redes, pero ahora con la popularidad, ¿cómo lo lleva?

--Yo a los 16 o 17 años estaba mucho en Tuenti, porque además te decía cuántas visualizaciones tenías. Y era la que más lograba entre mis amigas. También porque estaba muy activa y por mi actitud y mi forma de ser. Además venía de la popularidad de mi hermana. Eso me gustaba, pero cuando es real… Es agotador. Miras redes sociales y ves que hablan de ti o que un amigo ha dicho… Ahora también son mi trabajo, por eso ahora cuando estoy en casa ya no me conecto. Desconectar significa no mirar redes.

--¿Qué le diría a los jóvenes que están allí enganchados?

--¡Que los entiendo perfectamente! Yo estuve allí, quería saber lo que la gente piensa de mí, yo también lo hago, me gusta ver los likes y comentarios, ahora... no todos. Cuando es por placer… Pero cuando es por trabajo…

--Hablemos también del ilustrador del libro, Ulyses Mendicuti. ¿Cómo ha sido trabajar con él?

--Es un tío majísimo, me gusta su estilo, porque tiene referencias muy old school, con ojos muy grandes, lágrimas muy grandes y además doradas, que me flipa. Supo reflejar en todo momento lo que decían mis textos: lágrimas, las flores con avispas y las cadenas.

--Refleja ese sentimiento de estar atada, en los textos. A veces al amor, a veces al miedo...

--Casi siempre me ata el miedo. Me arrastra como un fantasma que tiene una cadena con una bola que no te deja avanzar. Y las flores que son preciosas, pero cuando llegan las avispas…

--¿Y la fama cómo la vive? Además, su relación con Flavio se sigue…

--La llevo muy bien. Lo que menos bien es la prensa sensacionalista que dice que si voy a tal programa por ponerlo, cuando es mentira. Todo por tener cuatro visitas.

--Se expresa tal cual es, pero ahora que se habla de autocensura ¿teme un día escribir algo que le da rabia y que la tachen de cualquier cosa o se autocensure?

--No me lo he planteado.

--Pero igual que expresa el miedo también hay momentos de rabia.

--No suelo escribir en ese estado.

--¿Y ahora que ve la polémica con Pablo Hasél?

--El rap siempre ha sido muy crudo, muy underground. No me he posicionado, pero como artista creo que todos lo hemos visto como algo muy fuerte. Cierto es que luego se ha visto que hay más cosas detrás, no solo sus canciones.

--Cambiando de tema. Hemos hablado de música, de poesía, pero ahora está en la televisión valenciana con el programa 'Duel de veus'. ¿Cómo se siente en este terreno?

--Es muy divertido, además estoy con una dama de la canción que es Sole Giménez y Eugeni Alemany que es un monstruo de la tele, muy divertido.

--Lo quiere compaginar y ¿puede?

--Yo sí. No sé qué va a pasar.

--¿Teme que la fama se acabe?

--No, porque la fama no es mi felicidad. Sé que si se acaba tendré trabajo. Tampoco me da miedo volver al pasado y tocar en un hotel. Y si dentro de 10 años se acaba, no me importaría.