Ni Milei ni Perón: Fábregas
Pablito Fábregas, humorista argentino, traslada esa sensación de estupor ante el mundo, de no entender todas las barbaridades que ocurren, y en su país de forma especial
28 noviembre, 2023 13:45El gran Ray Davies compuso en 1968 una canción llamada People take pictures of each other, que trataba, como indicaba su título, sobre la costumbre que tenemos los humanos de hacernos fotos mutuamente. La conclusión (optimista) del líder de los Kinks era que nos hacemos fotos “para mostrar que nos queremos”, pero otro resumen (fatalista) consistía en que lo de las fotos era “para probar que realmente existimos alguna vez”. Hoy día, esa función la cumplen las redes sociales, esa especie de terapia doméstica con la que nos gusta hacernos la ilusión de que no solo existimos, sino que, además, somos relevantes.
Como usuario de Facebook, me limito a colgar los artículos que escribo, a no ser que sean de pago, que no estoy para morder la mano que me alimenta, pero los que no se ganan la vida largando en la prensa online o de papel, como sí es mi caso, tienen que recurrir a otra clase de material. Mis favoritos son los que optan por el humor, o los que cuelgan fotos insólitas, o los que destacan determinadas canciones sacadas de YouTube, y los que más me irritan son los que publican imágenes familiares, los que se retratan en lugares exóticos (¿para darnos envidia?) y los que hablan solos porque tienen mucho que decir y nadie los escucha (antes se conformaban con enviar cartas al director). Pero, con todos los matices que queramos, todos estamos en Facebook para lo mismo que los personajes de la canción de Ray Davies: demostrar que realmente existimos.
En Instagram estoy de oyente y me sirve como entretenimiento. Sigo a algunos dibujantes de comics, a algunos amigos y a algunos personajes que me interpelan por diferentes motivos, así como a algunas mujeres a las que no conozco de nada, pero que tienen el detalle de retratarse medio desnudas (no es machismo, que conste, sino una tara genética de la que los hombres no somos responsables: salimos así de fábrica). Desde que murió Pee Wee Herman, cuya cuenta me divertía enormemente, me apaño con Charo (la ex novia murciana de Xavier Cugat), con el pintor/humorista Javier Mayoral, alias Pulp Brother (del que ya les daré la chapa en mi bonita serie El cine de los pobres) y, sobre todo, con Pablito Fábregas, un humorista argentino que me descubrió una amiga y sin cuyos breves e hilarantes videos ya no concibo la existencia.
Nacido en 1971, el señor Fábregas es una gloria de la stand up comedy argentina que lleva publicados más de 1.100 vídeos en Instagram, donde le sigue la friolera de 536.000 seres humanos. El hombre se dedica a reflexionar en voz alta sobre la vida en general y la vida en su país en particular, un lugar del que se pasa los días despotricando, pero que no tiene la menor intención de abandonar (un sentimiento que también resulta muy español y que yo experimento continuamente). A veces se le intuye más de lo que se le entiende, pues el uso de modismos locales es permanente (te crujen por gilipollas se convierte en te fajan por salame, por poner un ejemplo), pero hay algo en su manera de razonar y expresarse que te impide apartar la vista de la pantalla del móvil. Su gran tema es el sindiós en que consiste su país (otra obsesión que también es muy de aquí), el quilombo interminable en que vive el argentino medio, ese personaje que ve cómo la camisa que por la mañana costaba 30 euros puede costar 80 por la tarde y no entiende ni un precio ni otro. Pablito Fábregas, simplemente, o no entiende nada o lo entiende todo. Valga como ejemplo su descripción de Javier Milei, el nuevo presidente argentino, sin necesidad de citarlo por su nombre: “Un tipo que se mueve entre la superioridad moral y la estupidez”.
Estupor ante el mundo
El señor Fábregas graba sus videos en distintos formatos. El más habitual es el que nos lo muestra al volante de su coche, que no se mueve (no sabemos si se dispone a partir a alguna parte, si acaba de aparcar o si está atrapado en un atasco), hablando solo sobre algún tema que le interpela. En otras ocasiones, se limita a largar a pelo, mirando a la cámara. O a beberse un mate mientras conversa con un osito de peluche. Como posible spin off de sus monólogos, ofrece una serie de reflexiones sobre el comportamiento de los adolescentes en el hogar, que afronta como si se tratara de un acercamiento científico al tema, tocado con un gorrito de explorador. El humor de Pablito Fábregas se basa en la desesperación propia de alguien consciente de vivir en un país que no tiene arreglo y que no va a ninguna parte razonable, pero por el que siente un indudable cariño (una vez más, un sentimiento muy español). Es la suya la voz de la sensatez y el fatalismo amable, cualidades que imposibilitan el poder dedicarse a la política. Lo cual es una pena, pues yo creo que alguien como Fábregas podría ser una excelente alternativa a Milei y a los peronistas. Su estado habitual, como el de cualquier persona más o menos normal, es el estupor ante el mundo que le rodea. Y convertir ese estupor en causa de hilaridad me parece su mayor logro.
Debo decir que no todo el mundo le ve la gracia al señor Fábregas. Yo mismo he fracasado al recomendárselo a un viejo amigo que no lo ha encontrado especialmente entretenido, pero quiero creer que los 536.000 humanos que le seguimos en Instagram no podemos estar equivocados. Por no hablar de que cumple una función higiénica moralmente en su país de origen, permanentemente instalado en el caos y el desorden, función totalmente compartible por todas las naciones de habla hispana. Pese al fracaso cosechado con ese amigo unas líneas más arriba, me permito recomendárselo fervientemente al querido lector, especialmente si le duele España en particular y el mundo en general. Evidentemente, todo sigue siendo un espanto después de cada nueva reflexión de Pablito Fábregas, pero a mí, como al personaje de la canción de La Cabra Mecánica con María Jiménez, “el mundo me parece más humano, más amable, menos raro”. Y quien prefiera usar Instagram como actualización de People take pictures of each other, que lo haga en santa paz: intentar probar que existes no deja de ser una debilidad muy extendida en el planeta Tierra.