José Antonio Millán: “Que la lengua es compañera del imperio se sustenta en la Historia”
El lingüista, que acaba de publicar en Galaxia Gutenberg una biografía de Elio Antonio Nebrija, reflexiona sobre la historia del castellano y la labor intelectual del gran gramático sevillano
5 junio, 2022 20:15Se cumplen 500 años de la muerte de Elio Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática de la Lengua Española, así como de diccionarios, manuales de latín y libros sobre ortografía. Nebrija se enfrentó a la Inquisición al corregir la traducción de la Biblia. Hijo de la era de la imprenta, la repercusión de su obra intelectual fue una de sus grandes preocupaciones. Su famosa frase --“siempre la lengua fue compañera del imperio"-- provocó que el franquismo manipulase su figura. Se le considera el primero que defendió los derechos de autor. José Antonio Millán (Madrid,1954), doctor en Literatura Comparada, lingüista, traductor, director de la primera edición electrónica del Diccionario de la Lengua de la Real Academia (RAE) y autor de ensayos de divulgación sobre el lenguaje –Tengo, tengo, tengo: los ritmos de la lengua; Perdón, imposible: guía para una puntuación más rica y consciente y El candidato melancólico: de dónde vienen las palabras, cómo viajan, por qué cambian y qué cuentan– publica Antonio de Nebrija o el rastro de la verdad (Galaxia Gutenberg), una precisa y esclarecedora biografía del gramático sevillano.
–“Soy tildado de imprudente porque, confiado en el conocimiento de la gramática como única guía, me atrevo a penetrar por todas las demás ciencias y disciplinas”. ¿Las palabras de Nebrija subrayan la importancia de la gramática para cualquier tipo de saber?
–Por gramática habría que entender algo más amplio que la asignatura en que se ha convertido hoy. En su época, la gramática era todo el conjunto de saberes lingüísticos que permitían a una persona acceder a obras, sobre todo antiguas, y saber el alcance de lo que decían; también implicaba el conocimiento de otras lenguas que podían iluminar muchos más universos y campos del pensamiento.
–Decía Cortázar que la coma es la “puerta giratoria del pensamiento”. ¿De qué manera el estudio de la gramática forjó el pensamiento de Nebrija?
–Muy oportuna esa cita de Cortázar. Precisamente Nebrija fue de los primeros autores que se preocupó por la puntuación en español, y que la practicó, adaptando lo que le hizo falta del sistema de puntuación de los clásicos latinos. Para Nebrija (y para los humanistas en general) la buena comprensión de un texto es un requisito previo para acceder a su contenido. Como las letras son lenguaje muerto, los signos de puntuación ayudan a transformarlas en lengua hablada, en palabra viva, con las pausas y los cambios de entonación que implican e indican.
–Nebrija estudió en Bolonia (Italia), un país en el que la De Vulgari Eloquentia de Dante dignificó el italiano, otorgándole el rango de lengua literaria. ¿Cómo de importante fue para Nebrija forjarse allí?
–La influencia del humanismo italiano, recibida en la primera universidad de Europa (Bolonia), tuvo que ser gigantesca para él. Allí aprendió de sabios que estaban en contacto con las mejores fuentes para el estudio de la Antigüedad; el latín que practicaban --la lengua de cultura, la lengua común de los europeos estudiosos-- tenía una calidad superior a la que se conocía en España. No sólo eso: el ansia de emular a los mejores mentes de la Antigüedad le hizo interesarse tanto por la literatura como por el mundo físico, geográfico, por la teología, la astronomía o la medicina.
–Para su Gramática no recibió apoyo alguno, a excepción de la ayuda de Juan de Zúñiga, pero sus Introductiones latinae fueron un éxito. ¿Cómo se explica esta diferente acogida?
–Las Introductiones latinae eran un libro de texto, un pequeño manual mucho mejor que otras obras equivalentes. Ayudaba al conocimiento de la lengua básica en la universidad: el latín. La gramática castellana era una cosa diferente, extraña. ¿Para qué hacía falta la gramática de una lengua que todos hablaban? Nebrija decía que ayudaría a aprender español a los extranjeros y a los habitantes de las nuevas tierras conquistadas.
–La reina Isabel pidió a Nebrija que tradujera sus Introductiones latinae al español para que “las mujeres religiosas y vírgenes dedicadas a Dios, sin participación de varones, pudiesen conocer algo de la lengua latina” [sic]. Esto me lleva a preguntarle sobre el compromiso educativo de Nebrija.
–Nebrija se dedicó toda su vida a la educación: dando clases en la universidad o siendo preceptor de las clases nobles. Además, podemos mirar su actividad de autor como la prolongación –gracias a la imprenta– de su labor educativa. Crear herramientas tan útiles como los diccionarios fue, por supuesto, una forma de contribuir a la educación. Su idea de que el latín que se enseñaba en la Península mejorara contribuyó a la extensión de la cultura. Respecto al castellano, pensaba que había llegado a su máximo esplendor y, por esa razón, quería hacer una gramática que lo fijara en su momento cumbre, pero desgraciadamente el español estaba al borde de la revolución que tendría lugar en los siglos XVI y XVII, y que cambiaría la pronunciación, la sintaxis y mucho de su vocabulario.
–Hábleme de su revisión de la traducción de la Biblia y de los problemas que esto le acarreó con la Inquisición.
–Su revisión consistió específicamente en estudiar las variaciones que había entre textos diversos. La traducción de la Biblia al latín desde las lenguas originales se remontaba mil años atrás, cuando San Jerónimo la había llevado a cabo por encargo del Papa. Desde entonces, el texto, saltando de pergamino en pergamino, de copista en copista, había incorporado errores. La tarea de Nebrija como gramático (hoy diríamos más bien como filólogo) fue comparar las versiones y decidir cuáles eran las más fieles a los textos originales. Esto chocó con la Iglesia, que sostenía que la versión latina que ella apoyaba era la única admisible. La situación se complicó por el hecho de que el inquisidor que acusó a Nebrija era un dominico, orden que rivalizaba con la de los franciscanos, a la que pertenecía el defensor del gramático, Cisneros.
–¿Es imposible hablar de Nebrija sin Cisneros?
–Y también es imposible hablar de Cisneros sin Nebrija. El cardenal, fundador de la Universidad de Alcalá, se planteó hacia el final de su vida el proyecto de hacer una Biblia Políglota, la obra más compleja que se había impreso nunca en Europa. Nebrija le ayudó desde el principio buscando buenos manuscritos que sirvieran para este trabajo, pero luego se distanció del proyecto, quizás porque el cardenal no llegó a atreverse a chocar frontalmente con la jerarquía eclesiástica.
–¿Fue esta asociación de la lengua con la nación y el imperio frente a la barbarie lo que hizo que el franquismo manipulara su figura?
–En realidad hubo un malentendido: pensar que Nebrija, en 1492, hablaba del imperio español, que no se configuraría hasta décadas después en América. La palabra imperio en esa época significaba mando, gobierno. Decir que “la lengua es compañera del imperio” significaba que estaba ligada al gobierno, a la forma en que los gobernantes usan el poder. Y esta es una afirmación que se sustenta en la Historia.
–¿Qué consecuencias tuvo esta manipulación de su figura en lo que se refiere al conocimiento de su obra ?
–Podemos pensar que el hecho de escribir la Gramática –más la famosa frase, tan malinterpretada– eclipsó el resto de la labor de Nebrija en la creación de diccionarios, la difusión del latín, la crítica a la traducción de la Biblia o su labor editorial y poética.
–A Nebrija le importaba su reconocimiento y peleó para que se le reconocieran los méritos y cobrar ganancias como autor. ¿Fue uno de los primeros intelectuales en tener una concepción moderna de la figura del autor?
–La figura moderna del autor, desde luego, nace con la imprenta, y Nebrija fue de los primeros pensadores que la usaron para difundir sus obras. También aprovechó el nacimiento de las normas para protección de las obras, como las tasas y las licencias reales, que impedían (al menos en teoría) las ediciones no autorizadas por el propietario. Todo eso le permitió, e incluso a sus hijos, una vez desaparecido el gramático, tener un flujo ininterrumpido de ediciones y reediciones de sus obras.
–¿Se le puede definir como uno de los primeros intelectuales españoles?
–Pecaríamos de anacronismo, porque en su época no se usaba la palabra intelectual en el sentido actual. Pero si entendemos por tal una persona preocupada por un amplio abanico de temas, con acceso a muchos saberes y deseo de utilizarlos para mejorar la sociedad que le circunda, Nebrija, por supuesto, lo sería.