La escritora Vivian Gornick

La escritora Vivian Gornick

Letras

Vivian Gornick, formas de relectura

La crítica literaria norteamericana revisa en 'Cuentas pendientes' los libros que influyeron en su formación intelectual y los vincula con sus experiencias vitales

4 febrero, 2022 00:10

La escritora neoyorquina Vivian Gornick publicó a los 51 años el libro que la haría famosa, Apegos feroces, un ejemplar que narra las memorias incómodas con su madre y que la ha hecho ser solvente económicamente luego del revival por toda su obra dentro y fuera de los Estados Unidos. En España sus fans no dejan de quererla y agradece que sean muchos quienes la siguen leyendo y abogen por nuevas traducciones. No es de extrañar que, a sus 85 años, publique una nueva colección de relatos donde justamente alabe conocimientos de otros a partir de las relecturas que ha realizado a lo largo de su vida.

Cuentas pendientes. Reflexiones de una lectora reincidente (Sexto Piso, 2021) es un collage de memorias, crítica literaria y un llamamiento urgente a la relectura y a la oportunidad que esta ofrece, no solo de corregir y ajustar los recuerdos que tenemos sobre un libro, sino de modificar y pactar con la percepción de nosotros mismos en el momento de la lectura. Para la autora estadounidense la relectura es importante porque “hay libros para los que se necesita cierta experiencia para que puedan penetrar en ti”, además de creer que es, a través los sentimientos, que se alcanza “la iluminación lectora”.

En una de las memorias sobre sus relecturas, Gornick escribe sobre la maestra italiana Natalia Ginzburg: "Mi primera vez con ella me abrió los ojos y me hizo ver algo importante sobre quién era yo en el momento de esa lectura; más tarde, sobre quién o en qué estaba convirtiéndome. Luego he vivido lo suficiente para verme como una desconocida –yo soy la sorprendida con la persona que he acabado siendo–".Gornick tiene motivos para sorprenderse. En las reflexiones de Cuentas pendientes revela instantes biográficos: su infancia en el Bronx siendo hija de inmigrantes ucranianos, las relaciones complicadas con su madre ya relatadas a profundidad en Apegos Feroces, pero también documentadas en este libro, o su comprensión inicial de que "el dilema central de la existencia de una mujer" es "la incapacidad de verse a sí misma principalmente como una persona trabajadora". 

Gornick

La neoyorquina volvió a estas anécdotas porque afirma que se dio cuenta de que tenía cosas que cerrar con su madre: “no puedo dejar a mi madre porque me voy a convertir en mi madre”, nos comenta.  Sin embargo, Cuentas pendientes va más allá de estas dimensiones de su vida, elegantemente representadas, Gornick ha logrado ser una mujer que se gana la vida escribiendo, que no tiene hijos y está felizmente divorciada, que vive sola sin sufrir el estigma por ello. La autora es un fenómeno del siglo XX en el siglo XXI. Quizás ahí está su grandiosidad.

Su perfil es el de una criatura que no existía en el Bronx de su juventud, donde las mujeres estaban prometidas a un hombre, eran esposas o viudas. A Gornick le gusta llamarse a sí misma "mujer rara", una etiqueta tomada del título de una novela de 1893 de George Gissing que narra los primeros aires del movimiento feminista moderno en Inglaterra. Esta etiqueta es para ella una forma de reconocer las generaciones anteriores de mujeres independientes sobre las que se apoya sin caer en victimismos: “si me siento segura en mis motivaciones escribo, pero no para hacer sentir víctima a mí ni a nadie”.

Entre las relecturas más poderosas que narra Gornick está la de Elizabeth Bowen. La autora escribe que se releyó tres de las novelas de Bowen en su juventud, emocionada por el misterio y el melodrama de sus historias,  sintiendo que “estaba aludiendo a algo profundo” en la prosa de la novelista  irlandesa. Inclusive narra sus propias peripecias melodramáticas a partir de las relecturas que se desvelan en la novela de Bowen.

Elisabeth Bowen

Años más tarde, Gornick vuelve a Bowen y descubre la esencia de esa niebla que la había obnubilado originalmente: “Ese miedo a los sentimientos hace que nos inflijamos unos a otros los pequeños asesinatos del alma que anestesian el espíritu y marchitan el corazón”. En su revisión de Bowen está la historia de un hombre que fue violento con Gornick, engañándola y avergonzándola una y otra vez. "Sin embargo, en repetidas ocasiones, fui seducida de nuevo" escribe.

Los personajes de Bowen se engañan y se traicionan a sí mismos; como le pasa a la propia autora. Solo al regresar a las novelas de Bowen Vivian Gornick puede emprender ese viaje al entendimiento y hacer visible cómo una falacia similar gobernó su vida. Aunque la autora admite que el movimiento #Metoo la tomó por sorpresa, muchas veces ve los mismos ejemplos en la literatura. Es una de las grandes ironías de consumir literatura: por mucho que leemos para expandir nuestras mentes, tomamos solo lo que estamos preparados para absorber en un momento particular. Gornick en este incisivo libro, dice que ese no es el final.