Protagonistas de la película 'No mires arriba' / NETFLIX

Protagonistas de la película 'No mires arriba' / NETFLIX

Letras

Todos miran arriba (por la tele)

'Don't look up' (No mires arriba), con actores de lujo como Leo di Caprio, se ve en casa a través de Netflix porque ahora ya nadie va al cine

29 diciembre, 2021 00:00

Todo parece indicar que la gente está dejando de ir al cine. Pese a mis tendencias apocalípticas, les aseguro que no hablo por hablar. Fijémonos en el caso de Don´t look up (No mires arriba), la película de Adam McKay protagonizada por Leo di Caprio y Jennifer Lawrence: cuando se estrenó en salas hace unas pocas semanas, pasó prácticamente inadvertida pese al presupuesto invertido (que es notable) y un reparto de campanillas que incluye a Meryl Streep, Cate Blanchett, Jonah Hill o el niño bonito del momento, Timothée Chalamet; desde que Netflix la colgó en Nochebuena, en las redes sociales no se habla de otra cosa; no sé qué estará pasando en Twitter, porque yo ahí no pongo los pies ni que me maten, pero en Facebook lo está petando; todo el mundo se ve obligado a dar su opinión y la cosa ya se divide entre los que la adoran y los que la detestan, y a veces parece que la gente tiene ganas de llegar a las manos, aunque solo sea de manera virtual. Ir al cine se está convirtiendo en una rareza o una excentricidad: cuando una amiga estaba a punto, hace unos meses, de estrenar su nueva película, casi todo el mundo le preguntaba que en qué plataforma la colgaban, mostrando una sorpresa rayana en el pasmo cuando ella les informaba de que se iba a proyectar en salas.

Antes que nada, una confesión de culpabilidad: cuando la amiga en cuestión me la recomendó, vi que al cabo de unos días la colgaban en Netflix y también yo me abstuve de ir al cine. Una vez a mi alcance en la plataforma de marras, dejé pasar tres días a lo largo de los cuales, cada vez que entraba en Facebook me topaba con un montón de comentarios al respecto (tengo coartada: estaba enganchado a la quinta y última temporada de Gomorra, sobre la que les daré la chapa este sábado). Finalmente, me la tragué y me gustó. Sin entusiasmos, pero me gustó y me recordó a otra película más modesta que, esta sí, no le interesó a nadie, aunque abordaba el mismo tema, la imbecilidad y la frivolidad humanas: Idiocracy, de Mike Judge, cuyo título tomé prestado para un libro que publiqué en 2017 y que, como el largometraje, también pasó asaz desapercibido.

Amagos de autocrítica

De hecho, No mires arriba es una versión lujosa de Idiocracia cuya trama es, más o menos, la siguiente: dos científicos de una universidad norteamericana de segunda fila descubren un cometa que se acerca a gran velocidad a la tierra y que amenaza con destruirla en su totalidad; cuando recurren al gobierno, les cuesta Dios y ayuda que alguien les haga caso porque la presidenta es como Donald Trump con faldas, el secretario de estado es el idiota de su hijo y el más alto mando militar se saca unos pavos extras cobrándoles a los científicos las bebidas y los aperitivos de la Casa Blanca, que son gratis. El mundo se va al carajo, pero lo que realmente preocupa a los estadounidenses es la separación de una diva del pop y un rapero que no son más tontos porque no entrenan. Cuando por fin consiguen que se les escuche, todo cae en manos de una mezcla de Elon Musk y Jeff Bezos que ha encontrado una manera, o eso dice, de monetizar el cometa, que viene cargado de materiales de gran utilidad para la industria de los teléfonos móviles.

Jennifer Lawrence y Leonardo DiCaprio, en 'No mires arriba' / INSTAGRAM

Jennifer Lawrence y Leonardo DiCaprio, en 'No mires arriba' / INSTAGRAM

Estamos ante una farsa delirante que no lo es tanto tras la presidencia de Trump, ante uno de esos amagos de autocrítica que Hollywood se permite de vez en cuando, ante una comedia negrísima que funciona como un reloj suizo, ante un blockbuster con alma que no ha encontrado su público, a favor y en contra, hasta que ha llegado al mundo del streaming. Me pregunto si habría sufrido el mismo destino que Idiocracy de no existir Netflix. Pero la principal conclusión a la que llego es que las plataformas tienen hoy día mucha más influencia social que los estrenos tradicionales en pantalla grande. No exagero con la respuesta de Facebook a la película: esta misma mañana, antes de ponerme a escribir esto, ya he encontrado no menos de una docena de comentarios al respecto.

Es lo que hay y no hay nada qué hacer. Dentro de poco, cuando les expliquemos a los adolescentes que hubo un tiempo en que las películas se proyectaban en unos sitios llamados cines, nos mirarán como cuando les enseñamos una máquina de escribir y nos preguntan dónde está la conexión a Internet. De la misma manera que nadie menor de 50 o 60 años compra un disco o un periódico en papel, llegará un día en que los cines desaparecerán y todo se verá por televisión. Y tampoco vamos a hacer un drama de eso. Total, en casa es imposible que un cabezón sentado en la fila de delante te boicotee la lectura de los subtítulos o que el ruido de las palomitas que se zampa el sujeto de al lado te dificulte entender los diálogos. Cines, discos y diarios de papel quedarán como entrañables recuerdos para nosotros, los pre muertos. Probablemente, es lo que toca.