El feminismo antes del feminismo
El feminismo cultural del Siglo de Oro antecede a las modernas corrientes de emancipación femenina y certifica la importancia de la mujer en el ámbito intelectual
29 septiembre, 2021 00:10En 1672, se representó, por primera vez, la comedia de Molière, Las mujeres sabias. En ella, el comediante francés satirizaba a un tipo de mujer emergente que aspiraba a dar lecciones de intelectualidad frente al modelo que él postulaba, que era el de la mujer casada y dedicada en exclusiva al marido, tal y como había codificado casi un siglo antes Fray Luis de León en La perfecta casada. Ese cliché antiintelectual de la mujer se ha repetido históricamente y la misoginia tradicional ha asignado al género femenino el rol estrictamente doméstico y sumiso. El catálogo de obras de Lope o Calderón está lleno de títulos que ironizan sobre el ejercicio intelectual de las mujeres.
Hoy, toda esta literatura solo sirve para constatar la antigüedad de los viejos y rancios arquetipos atribuidos a las mujeres. Precisamente, si la cultura femenina generaba la sátira irónica, es porque esta cultura empezaba ya a desplegarse desde el siglo XV y el tratamiento contradictorio que la progresía erasmista dio a la formación de las mujeres es un buen testimonio de que el avance cultural femenino era infrenable. En cualquier caso, el Siglo de Oro español ha sido estudiado siempre como monopolio exclusivo de los hombres. Los nombres referenciales en ese tiempo son todos masculinos: de Cervantes a Lope de Vega. Pero detrás hay mujeres que se pueden reivindicar, las que quedaron postradas o marginadas en pleno despliegue cultural masculino.
Hasta el momento, solo se conocen algunas simplicidades sobre la formación de determinadas mujeres: Beatriz Galindo (la latina), como profesora de Isabel la Católica, Teresa de Jesús y su extraordinaria obra, María de Zayas, Sor Juana Inés de la Cruz…y pocas más. Es bien sabido que el término feminismo empezaría a utilizarse en las últimas décadas del siglo XIX en el sentido del “movimiento que exige para la mujer los mismos derechos que el hombre”. La reivindicación se iniciaría un siglo antes, a caballo de las propias conquistas revolucionarias en Francia.
Ahí está, como testimonio, la obra de Mary Wollstonecraft titulada, significativamente, Vindicación de los derechos de la mujer (1792). A lo largo de los siglos XIX y XX el feminismo se ha solidificado en sus diversas variantes políticas y sociales, con una cada vez más acentuada conciencia militante de los derechos de la mujer en todos los órdenes de la vida. Desde los años setenta del siglo XX, las propias mujeres han ahondado en el conocimiento de la tradición feminista previa al movimiento llamado como tal.
Fueron historiadoras pioneras en España de la historia de las mujeres como Isabel Morant, Cristina Segura, Mª Helena Sánchez-Ortega, Mª Victoria López-Cordón las que abrieron el camino a la información sobre un protofeminismo, en tanto que no fue un movimiento generalizado sino la progresiva toma de conciencia de los siglos XV al XVIII de una marginación y postración de las mujeres por parte de los varones, contra las que empezaron a pronunciarse mujeres de diversos perfiles y siempre, desde luego, a caballo del cultivo de la escritura, del desarrollo intelectual, dentro y fuera de los conventos. Se ha insistido mucho sobre el feminismo de Teresa de Jesús pero la santa abulense nunca estuvo sola. Hay muchas otras mujeres que en el marco cronológico de la época moderna potenciaron sus capacidades creativas y desarrollaron un discurso activo que cuestionaba el rol tradicional atribuido a las mujeres.
El feminismo cultural es anterior al feminismo político. Aquí recorreré la trayectoria de la producción cultural femenina del Siglo de Oro, a partir de los ecos hispánicos en el siglo XV de la llamada querella de las mujeres (Teresa de Cartagena, Isabel de Villena) abierta por la veneciana Cristina de Pizán en Francia, explorando la explosión humanística de las continuadoras de Beatriz de Galindo: Juana de Contreras, Francisca de Nebrija, Luisa de Medrano, Luisa Sigea…; las aportaciones literarias y filosóficas de Ana Caro, Mariana de Carvajal, María de Navas o Cristobalina Fernández de Alarcón; la incorporación al arte de Sofonisba Angissola y Lavinia Fontana y, por último, el importante legado cultural que las mujeres produjeron desde los conventos y que va mucho más allá de la obra teresiana (Luisa de Carvajal, Beatriz de Aguilar, Juliana Morell) y que, desde luego, trasciende, el arquetípico mundo de los delirios y efusiones místicas.
Este Siglo de Oro en femenino dejó su impacto. Un fraile benedictino como Benito Jerónimo Feijóo se lanzaría en las primeras décadas del siglo XVIII a hacer una defensa de las mujeres que, un siglo más tarde, Emilia Pardo Bazán consideraría su Biblia particular, a partir del principios feijoniano de que “no hay desigualdad en las capacidades de uno y otro sexo (…) las mujeres no son en el conocimiento inferiores a los hombres”. En conclusión, ya en el Siglo de Oro, las capacidades intelectuales de las mujeres quedaron bien explicitadas. Poner en evidencia el aporte femenino a las glorias culturales en este tiempo histórico, así como su contribución a la creación de un pensamiento protofeminista, de un feminismo anterior al feminismo contemporáneo es el objetivo principal de estos artículos.