Tres tristes tigres
El documental 'White noise. Inside the racist right', dirigido por Daniel Lombroso, ahonda en el fenómeno de la derecha supremacista en Estados Unidos a partir de tres infelices personajes
12 mayo, 2021 00:00El catálogo de Movistar está trufado de excelentes documentales que, me temo, pasan absolutamente desapercibidos. Uno de los más curiosos que he visto últimamente (y que recomiendo encarecidamente al querido lector de Letra Global) es White noise. Inside the racist right (Ruido blanco. Dentro de la derecha racista), dirigido por Daniel Lombroso, nieto de supervivientes del Holocausto, quien lo puso en marcha a raíz de los graves incidentes causados por la llamada alt right (derecha alternativa) en el 2107 en la localidad de Charlottesville, Virginia, donde una manifestante antifascista fue atropellada y asesinada por un energúmeno que no estaba para que le llevaran la contraria. Tres años después, los esfuerzos del señor Lombroso se vieron recompensados por White noise (que en inglés quiere decir literalmente Ruido blanco, pero en sentido metafórico Ruido de fondo, que es lo que se dedican a producir los tres penosos personajes que lo protagonizan, unos infelices levemente peligrosos aquejados de una empanada mental en la que se mezclan alegremente el sueño americano (¡esa gran engañifa!), las ganas de figurar, el deseo de llegar a ser alguien y lucrarse por el camino y un vago supremacismo blanco azuzado por los extremos más discutibles de la corrección política).
Trailer del documental sobre el supremacismo blanco 'White Noise' / THE ATLANTIC
Al seleccionar a estos tres tristes tigres, el señor Lombroso sitúa su película a un paso de los falsos documentales de Christopher Guest, cimas del cine cómico contemporáneo que suelen centrarse en segmentos especialmente chuscos de la sociedad norteamericana (el teatro de aficionados en Waiting for Guffman, los devotos de los concursos de perros en Best in show, el mundo del folk en A mighty wind o la carrera hacia los Oscar en For your consideration) y provoca en ocasiones una hilaridad involuntaria que hace más por denigrar a la alt right que productos más serios y sesudos. El trío de ases elegido para la ocasión lo conforman Richard Spencer (bocazas criado en Youtube y Twitter que aspira a ser un influencer político de referencia, aunque vive con su madre y recibe una pensión de su ex mujer, cosa que él considera un triunfo del poder masculino), Mike Cernovitch (que se pierde en mitad de sus confusos discursos y odia profundamente a Spencer porque atesora más likes que él) y Lauren Southern, una barbie canadiense que recorre el mundo en busca de gente que le ría las gracias mientras se pregunta si algún día no tendrá que elegir entre la política y su obligación de ser madre para traer al mundo hijos blancos, aunque su novio no lo es, por mucho que nos oculte su origen étnico (Cernovitch, otro ejemplo de coherencia, está casado con una iraní).
Un puñal a la 'alt right'
White noise podría haberse titulado como la novela de Cabrera Infante que da título a este artículo, pues nos hallamos ante tres sujetos que se dan una importancia de la que carecen. Tres tontos muy tontos tampoco habría estado mal, pues basta con oírlos hablar para darse cuenta de que no saben donde les da el aire y que han oído campanas de cuyo tañido piensan aprovecharse para triunfar en la vida. Los tres son fans de Donald Trump y han conseguido llegar a fin de mes durante unos años mientras el zanahorio ocupaba la Casa Blanca, pero su futuro no se adivina muy glorioso en la era Biden (Cernovitch, por si acaso, ha montado una empresa de suplementos alimenticios, se supone que para estar en forma cuando se amotinen los negros). Los argumentos de los tres son de una simpleza desoladora y, con cierta frecuencia, mueven al pitorreo, pero también a una cierta compasión: los pobres desgraciados vieron en la derechona la oportunidad de ser alguien, de influir en la sociedad, de ganar dinero, de protagonizar el sueño americano…Pero al final de la película los vemos decepcionados, desalentados y frustrados porque otros bocazas les han comido la merienda en las redes sociales y la gente ya no les para por la calle para decirles que son estupendos. Los tres podrían haber participado en su momento en el programa de Trump The apprentice, y resulta obvio que no se hubieran llevado el premio gordo.
Estoy convencido de que en Estados Unidos hay gente mucho más peligrosa que Spencer, Cernovitch y Southern, pero para zaherir a la alt right, estos tres pobres desgraciados son ideales, dadas su simpleza, su ambición sin fundamento y su maldad de chichinabo. Cabe decir que Lombroso mantiene las formas y los trata con más respeto del que merecen, pero ellos solos se echan la soga al cuello con las burradas que sueltan y, sobre todo, con la utilización del fascismo para el medro personal. Si algún día Christopher Guest decide dedicar uno de sus tronchantes mockumentaries a la derecha alternativa de su país, el visionado de White noise puede serle de gran utilidad: como aquellos precursores sarcásticos que empezaron a reírse del Ku Klux Klan en los años treinta, Daniel Lombroso le ha clavado un puñal a la alt right con una burla eficaz y hasta compasiva centrada en tres pobres infelices que creyeron que una carrera de energúmeno radical los llevaría a alguna parte. Lo que, como resulta evidente, no ha sido el caso.