Loca de felicidad
La película 'Swallow' es una fascinante historia sobre la dificultad de vivir que da cuenta de esas vidas que se ocultan en un hogar burgués
17 febrero, 2021 00:00La apariencia de felicidad puede conducir a la locura. Los problemas mentales y sentimentales no resueltos pueden ocultarse bajo una alfombra de armonía burguesa, pero siempre acaban saliendo a la superficie. Es lo que pretende explicarnos la película Swallow (Traga), una de esas rarezas que aparecen de vez en cuando en las plataformas de streaming (en este caso, Movistar) y que antes solían llegar a alguna sala de arte y ensayo para disfrute de cuatro excéntricos a los que no pueden importarles menos las andanzas de Wonder Woman o de los X Men.
Primer largometraje del neoyorquino Carlo Mirabella-Davis --autor de dos cortos previos que no he visto, Knife point (2009) y Beekeeper (2013)--, Swallow (2019) se centra en la vida cotidiana de una joven ama de casa que, en teoría, lo tiene todo para ser feliz: un marido rico, una casa de ensueño en Poughkeepsie, estado de Nueva York, todo el tiempo libre del mundo (trabajó de dependienta antes de casarse y, carente de vocación alguna, ahora se limita a cuidar del hogar, eligiendo el mobiliario y el color de las cortinas) y un presente y un futuro aparentemente armónicos y serenos. Pero, si todo va tan bien, ¿por qué empieza a comportarse de una manera extraña cuando se queda embarazada? ¿Por qué decide tragarse objetos absurdos, cada vez más grandes y más peligrosos para su organismo, que además acoge una vida en ciernes?
La dificultad de vivir
La actriz Haley Bennett resulta conmovedora en el papel de esa pobre chica que, literalmente, no sabe donde le da el aire ni entiende por qué hace lo que hace. Empieza tragándose una canica. La expulsa analmente a la mañana siguiente, la limpia y la deja sobre una bandeja en la que, a partir de entonces, se acumularán los objetos de su extraña adicción. Cuando se trague una pila, acabará en el hospital. Su marido empezará a preocuparse en serio por esa chica apagada y calladita que tanto le gustaba. Sus suegros decidirán tomar cartas en el asunto. Todos, hasta ella misma, tratarán de entender qué le pasa, pero el espectador solo podrá intuirlo a medida que el director y guionista vaya suministrándole información en pequeñas dosis y de manera muy sutil, moviéndose siempre en el terreno de la intuición más que en el de la certeza, hasta llegar a un final abierto no, lo siguiente, que, en cierta medida parece aportar una cierta liberación a la pobre perturbada que nos ha dejado con el corazón en un puño.
Swallow es una contundente historia sobre la dificultad de vivir a la que cuesta encontrarle precedentes (solo se me ocurre la impresionante Safe, de Todd Haynes, donde la gran Julianne Moore interpretaba a una hipocondríaca psíquica aquejada, directamente, de una alergia a la época que le había tocado vivir y a las circunstancias de su existencia) y que muestra las cosas sin ambición de resolverlas. Haley Bennett aporta vulnerabilidad, tristeza, sufrimiento y desorientación a su complejo personaje, aguantando prácticamente en solitario los poco más de noventa minutos de metraje. Swallow no es, evidentemente, una película para todo el mundo, pero sí una interesante reflexión sobre las taras que arrastramos y los inútiles esfuerzos de ocultarlas tras unas bonitas cortinas de hogar burgués (otro referente podría ser la canción de Roxy Music In every dream home a heartache). También constituye una clara señal de que habrá que seguir los pasos del joven Carlo Mirabella-Davis, cuyo debut en el largometraje solo puedo calificar de estremecedoramente brillante.