Solana: “La imagen del nuevo mundo es la de China en el acuerdo entre Irán y Arabia Saudí”
El ex secretario general de la OTAN, autor de ‘Testigo de un tiempo incierto’, defiende que la única solución en Oriente Medio es la coexistencia de dos estados: Israel y Palestina
28 octubre, 2023 20:21Javier Solana de Madariaga (Madrid, 1942) ha sido un testigo excepcional de un orden mundial que ha ido evolucionando, y que ha cambiado de forma notable desde los inicios del siglo XXI. Ministro de Cultura, de Educación y de Exteriores con los gobiernos de Felipe González, Solana fue secretario general de la OTAN y el responsable de la política exterior de la UE, cargo que él inauguró. En la actualidad es presidente de EsadeGeo-Centro de Economía Global y Geopolítica y presidente del Real Patronato del Museo del Prado. Acaba de publicar Javier Solana, testigo de un tiempo incierto, que le ha proporcionado el Premio Espasa de ensayo 2023. Solana se centra en el libro en la evolución de Europa y en lo que pudo haber sido y no acabó de ser respecto a la relación del mundo occidental con Rusia, tras la desaparición de la Unión Soviética. En esta entrevista con Letra Global también señala lo que sucede en Oriente Medio, con la guerra en Gaza, tras los atentados de Hamás en Israel. Pero tiene claro quién es el actor del presente y del futuro. Y lo indica a partir de una fotografía: “La imagen del nuevo mundo es la de China en el acuerdo entre Irán y Arabia Saudí”.
Se refiere Solana al acuerdo de marzo de este año, cuando Irán y Arabia Saudí restablecieron relaciones diplomáticas tras la mediación de China. En la fotografía aparecía, entre los mandatarios de los dos países, el ministro de Exteriores Chino. Meses antes, el presidente chino, Xi Jinping, en diciembre de 2022, había sido recibido por el príncipe heredero Mohamed bin Salman en Riad, causando recelos en Washington. “China juega un papel central, como se ha visto en el conflicto con Ucrania, cuando le dejó claro a Putin que no se hablara más de armas nucleares. Ejerce un papel de contención que es importante”, asegura Javier Solana.
Aunque ese nuevo rol en el orden internacional se traduzca en una rivalidad con Estados Unidos, Solana reclama que se ponga la atención en las relaciones económicas. “El intercambio comercial, las relaciones entre los dos gigantes son cada vez mayores, aumentan cada año, aunque pueda haber ese recelo respecto a los avances tecnológicos”. Es lo que apunta también el editor del Financial Times, Martin Wolf, cuando pide que Occidente se ponga de acuerdo, porque no se puede tener a China en la diana, por la carrera tecnológica, y al mismo tiempo querer todas las facilidades comerciales y económicas con el gigante asiático.
Sin embargo, todo tiene contrapartidas. Solana entiende que el papel de China como intermediario en el caso de Irán y Arabia Saudí provocó que Estados Unidos “empujara a Arabia Saudí para que llegara a un acuerdo con Israel”. Y eso lleva a todo lo que ha sucedido en los últimos años con la administración norteamericana, con Donald Trump como presidente. “Con Trump, se llegó a acuerdos entre los países árabes e Israel, el llamado acuerdo de Abraham, a través de una lógica que era la contraria a la seguida hasta aquel momento. El reconocimiento llegaba tras las negociaciones, era el colofón de un trabajo previo. Pero se produjo todo lo contrario y a mí me parece una gran traición de los árabes”, señala Solana, en alusión a acuerdos como el suscrito entre Israel, Marruecos, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin.
Solana lamenta ahora lo que sucede en Gaza. Critica a Netanyahu, el primer ministro israelí. “Netanyahu no está por la salida de los dos estados, Israel y Palestina, pero es la única solución posible, se deberá cambiar en esa dirección, aunque ahora, todavía, no haya negociaciones”. El que fuera el ‘hombre de la política exterior y de la seguridad de la UE, Mr. Pesc’, arruga más de lo habitual su frente para “lamentar” las condiciones de los habitantes de Gaza, ahora bajo las bombas de Israel. Solana, bajo ese cargo, y dentro de las iniciativas del llamado Cuarteto de Oriente Medio –para buscar una solución de paz— puso en marcha en 2000 la apertura de la frontera entre Egipto y Gaza, el paso fronterizo de Rafah, por el que ahora entran unos pocos -insuficientes—camiones alimentarios y sanitarios. Una posible solución a medio plazo, sugerida por el ex embajador de Israel en España, Slomo Ben Ami, la de una federación Jordano-palestina, no la comparte Solana. “Jordania tiene muchos refugiados palestinos, no sé si esa puede ser una solución, en todo caso ahora no la veo”, afirma.
El español que ha tenido una mayor representación internacional en las últimas décadas, tiene claro y así lo refleja en el libro que las relaciones personales son vitales para llegar a acuerdos sólidos. La proximidad de Solana, la capacidad de generar confianza, ha sido uno de sus grandes valores. Lo constata en su etapa de secretario general de la OTAN, cuando fue elegido por Estados Unidos a finales de 1995. En septiembre de 1996, y con la responsabilidad de ampliar la OTAN a los países del Este, siempre en colaboración con Rusia, Solana tuvo un encuentro con el ministro de Exteriores ruso, Yevgeny Primakov. Rusia quería una negociación directa con Estados Unidos, y Solana quería hacerle ver que no podía ser, que ese tiempo ya había pasado, y que la negociación debía establecerse entre Rusia y la OTAN.
En enero de 1997, en una dacha a las afueras de Moscú, se produjo una de las escenas que Solana recordará siempre, y por la que dice que en su vida ha tenido “mucha suerte”. Porque esas experiencias son únicas. En un Moscú nevado, Primakov le invita a dar un paseo, alrededor de la dacha. Son dos horas de charla, sin intermediarios, en los que el ruso habla de sus orígenes ucranianos, que siempre tendrá Ucrania en su corazón. Le habla de su juventud y de los recelos que para uno ruso tiene la OTAN. Se produjo lo inesperado, la confianza personal. Hubo acuerdo: fue el Acta Fundacional de Relaciones Mutuas, Cooperación y Seguridad entre la OTAN y la Federación de Rusia.
En el almuerzo posterior a la firma del Acta, celebrado en el Palacio del Elíseo, en París, hubo espacio para las bromas. El presidente Clinton le entregó un bastón de caza a Boris Yeltsin, que escondía un pequeño vaso en su interior y le dijo: “A partir de ahora, esta será tu medida”, con la esperanza de que el presidente ruso bebiera, a partir de entonces, algo menos de lo que tenía por costumbre.
Solana y Primakov se funden, entonces, en un abrazo. “Al separarnos –escribe Solana—vi como a Primakov se le humedecieron los ojos mientras me decía ‘Gracias, Javier’”. Y Solana certificaba el cariño mutuo: “Gracias Yevgeny”.
Una consideración de Solana es que tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 todo cambia. Los intereses y las preocupaciones de Estados Unidos serán otras. Ya no estarán en Europa ni en Rusia, y en los países del Este, mientras que en Rusia aparecía un nuevo actor, Vladimir Putin, con una conciencia y un recuerdo distintos, que no permitió que Ucrania pudiera desarrollar los acuerdos de colaboración alcanzados con la Unión Europea, algo que está en la raíz de la actual guerra con Rusia. Pero el acuerdo para una nueva Europa y un nuevo mundo con Rusia, tras la caída de la Unión Soviética, “fue posible”.
De lo que sucedió entonces, Solana pide aprender lecciones importantes. “El presidente Biden lo ha dicho con una frase apropiada, con la idea de no cometer en Oriente Medio los mismos errores que los de Estados Unidos tras el 11-S. Porque lo que vino después fue equivocado, con la invasión de Irak”. La idea de Solana es que la “contención” puede ser posible, y que Estados Unidos y también China pueden ayudar a que el conflicto en Gaza no se extienda.
Ese mundo que ayudó a ordenar Solana, con la amargura que supuso los ataques de la OTAN, bajo su responsabilidad, en Belgrado, con un ataque infortunado a la embajada de China en la capital serbia, aunque con el objeto de disuadir a Milosevic de sus ataques a la población albano-kosovar en Kosovo, hoy es otro muy distinto. Solana se refiere a Estados Unidos: “Es muy importante lo que pase en las elecciones del próximo año, sin saber todavía si Biden será candidato, y sin saber, tampoco, si repetirá Trump. Aunque Biden pueda parecer tocado, si ganara Trump supondría un desastre. Las democracias occidentales ya no tienen la capacidad de gobernar el mundo, pero sí pueden encaminar ese mundo hacia unas nuevas normas, hacia una revitalización de las relaciones, algo que, es cierto, han pedido tanto Xi Jinping como Putin”.
En ese capítulo de relaciones personales, lo que se llevó Solana es enorme. Lo explica en su libro, insistiendo en la química, en esa necesaria confianza personal. Lo dice un físico, un enamorado de la Física, que se vio, vitalmente, relacionado con la política y la política internacional, a partir de su militancia en el PSOE, junto a Felipe González. El físico Solana, aunque ya como secretario general de la OTAN, recuerda a Strobe Talbott, el vicesecretario de Estado bajo la presidencia de Bill Clinton en Estados Unidos, como uno de sus grandes contactos en ese periodo con la administración nortemericana. “Le conocí en 1993, en una visita a Washington D.C. que realicé como ministro de Asuntos Exteriores de España. Desde entonces Strobe y yo hemos compartido muchas cosas, tanto a nivel profesional como personal. Una valiosa amistad que conservo hasta el día de hoy”.